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San Lorenzo en la NBA: Agustín Cáffaro y Máximo Fjellerup, los subcampeones en China que vivirán otra increíble experiencia
CLEVELAND, Ohio.– Agustín Cáffaro y Máximo Fjellerup viven en el básquetbol un año que no estaba en sus sueños mientras crecían jugando al fútbol en clubes o en el campo. Tras haber llegado al seleccionado mayor y colgarse la medalla de oro en sus primeros Panamericanos, en Lima, y ser subcampeones del mundo en China, por estas horas disfrutan de una nueva experiencia increíble en la NBA. Son parte del equipo de San Lorenzo, el tetracampeón argentino, que llegó el martes pasado a esta ciudad para jugar este lunes, desde las 19 (hora argentina, con transmisión por ESPN) frente a Cleveland Cavaliers, en un partido amistoso en el renovado estadio del ganador del anillo de la temporada 2015/2016.
Cáffaro, hijo de un agricultor y una productora de seguros ajenos al deporte, es el mayor de tres hermanos varones, todos basquetbolistas de más de 2 metros. Él tiene 2.08m. Nació hace 24 años en Piamonte, un pueblo de casi 4000 habitantes en el oeste santafesino. Es un ala pivot que en el último lustro pasó por Quimsa, Huracán de Trelew, Boca y Libertad antes de llegar esta temporada a San Lorenzo. Debutó en la selección mayor ante Puerto Rico, en las eliminatorias de este año. Francisco, el hermano que le sigue en edad pero le saca unos centímetros, pasó por la Academia de la NBA en Australia y fue reclutado por la Universidad de Virginia en la NCAA, donde quien no estudia no puede jugar. Agustín nunca tuvo esa obligación, pero tiene el título de martillero público. "Empecé en Córdoba y me recibí en Trelew. Un poco mi madre me insistía, pero además siempre me gustó tener la cabeza en más de una cosa, y lo tomé como una opción a futuro. Cuando arranqué estaba en el TNA, jugaba pocos minutos y no sabía si me iba a poder dedicar a esto. Ojalá pueda jugar hasta los 40 años como (Luis) Scola, pero no lo sé. Si no, tengo una salida con esto, por ejemplo", explica.
Fjellerup tiene 10cm menos y cumplirá 22 años el 25 de noviembre. Creció en Tres Arroyos, donde jugó en Argentinos Juniors hasta 2014, incluso dos años como compañero de su padre, Leandro, hasta que pasó a Bahía Basket. Su arribo al Ciclón fue en 2018: integró el plantel que obtuvo el tetracampeonato de la Liga Nacional y el bicampeonato de la Liga de las Américas. El alero resultó, además, importante en la Copa del Mundo para reemplazar a Patricio Garino cuando se cargó de faltas. Su padre integraba un seleccionado local y su padrino, Juan Locatelli, era una de las figuras de la Liga Nacional cuando un amigo, Fermín, lo convenció de cambiar de pelota, porque él deseaba ser futbolista y llegar a la primera de Huracán de esa ciudad, que por entonces estaba en la máxima categoría. Nunca se planteó seguir una carrera terciaria, pero mientras vivió en Bahía Blanca comenzó a interesarse por textos sobre psicología del deporte y la vida inspiradora de algunos deportistas. "El básquetbol no me gustaba mucho, aunque iba a ver jugar a mi papá y estaba la cancha al lado de la de fútbol en la que yo jugaba con mis amigos, que fueron dejando de ir. Después, empecé a alternar un día cada actividad… y aquí estamos", repasa.
El Ciclón tiene un antecedente similar al de hoy, hace tres años, cuando cayó por 122-105 ante los Raptors en Toronto, en el primer enfrentamiento entre un conjunto argentino y uno de la liga norteamericana. Al año siguiente, San Lorenzo viajó a España y derrotó a Real Madrid y a Barcelona. Le tomó el gusto el club de Boedo y ellos, dos de los más jóvenes de este plantel, afilan las papilas para sentir el sabor de otro desafío memorable.
"La vara está muy alta porque San Lorenzo es el mejor de América, sin contar la NBA, y acepté el reto. Es un equipo largo, con muchos desafíos y torneos por delante. Antes de julio de 2018 casi no tenía minutos y jugaba la liga de desarrollo. Siento que estoy dando los pasos fuertes en el profesionalismo ahora. Trato de absorber todo. No me gusta apurar los tiempos, pero estoy a horas de enfrentar a jugadores que han estado en la NBA, la Euroliga o el Mundial, y es a lo que uno apunta", describe Cáffaro. Ya parecen lejanos los recuerdos de aquellos viajes diarios de unos 60 km a San Jorge, por casi tres años y mayormente en colectivo, para entrenar en lo más cerca de casa que había.
No dejan de sorprenderse por lo organizativo de la NBA, aunque tuvieran las mejores referencias. Máximo, que tiene un poco más de recorrido en el club y la selección, había acompañado a Scola en una experiencia similar, un entrenamiento en Nueva York. En este viaje, en algunas salidas, lo ha motivado encontrar tantas casas con aros de básquetbol en las afueras. También, se animó a acelerar con el monopatín por la ciudad.
"Cuando me llegó la oferta de San Lorenzo no lo dudé. Fue cumplir el sueño de estar en un equipo que pelea un campeonato, y sentirme más cómodo y desarrollarme para cuando me tocaba jugar en la selección, porque yo venía haciéndolo desde juveniles. En Bahía tenía mucho tiempo la pelota y en la selección mayor, todo lo contrario. Me frustraba. A los 19 años no es fácil llegar y asimilarlo", sostiene Fjellarup, que al viaje no se trajo la Play. Siente que el esfuerzo tuvo recompensa para él y asegura que en China "nunca caímos que estábamos avanzando en el torneo hasta que nos dimos cuenta que estábamos en la final. Creo que jugamos tranquilos, con mucha inocencia".
Agustín parece más introvertido. "Entrené mucho los tiempos libres, cuando tenía pocos minutos aprovechaba para sumar trabajo, y tal vez eso dio sus frutos. Debuté en la ventana de febrero con la selección y ya todo lo que vino excedió las expectativas. No ganábamos los Panamericanos hacía 24 años y es apenas la tercera vez que Argentina juega una final de un Mundial", pone en contexto. Los juegos de ejercicio mental, como las sopas de letras o el sudoku lo ayudan a distenderse en las horas libres. La sobremesa cobra valor para sumar conocimientos sobre los compañeros. "A la mayoría los conocí el mes pasado".
Cáffaro y Fjellerup son parte del recambio que construye Sergio Hernández al frente de la selección. En el Rocket Mortgage FieldHouse, con San Lorenzo, sumarán esta vez otra experiencia y minutos para seguir creciendo, con la necesidad de convencer al nuevo entrenador santo, Facundo Müller, para que los progresos en el Ciclón puedan hacerlos soñar, además, con los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
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