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Sabrina Ionescu, la nueva reina del básquetbol: cuando el amor vence a la guerra
Se consumía diciembre de 1989 y el aire en Rumania era irrespirable. La sensación de muerte se esparcía por las calles. La llamada Revolución y la caída del líder comunista Nicolae Ceausescu metía miedo. DanIonescu sentía el terror en sus huesos y necesitaba encontrar una salida para su familia. Consiguió algunos billetes, se sentó con su esposa, Liliana Blaj, la convenció de que debía encontrar un futuro en otro lado y eligió los Estados Unidos. Le encomendó cuidar bien a su hijo Andrei. El plan era pedir asilo político y comenzar una nueva vida juntos en el Norte de California, donde Dan tenía familia. Esperaban estar separados apenas seis meses. Sin embargo, el trabajo como taxista que consiguió allí no le permitió reunir otra vez a su familia en los plazos deseados. Recién cinco años después se pudieron reencontrar y los planes de ampliar la familia, sin saberlo, iba a cambiar la vida de ellos para siempre.
Liliana contó que fue duro criar a un niño sola durante ese tiempo sin celulares ni internet: solo alguna carta daba cuenta de que su marido estaba bien. Dan no tuvo respiro en esos años, se pasaba día y noche manejando para juntar el dinero que permitiría el reencuentro. El esfuerzo se tradujo en poder liderar una compañía de limusinas, lo que le permitió afrontar la llegada a la familia de los gemelos Sabrinay Eddy: tras el parto, su madre quedó postrada durante seis semanas porque eran bebés muy grandes. Sabrina fue la primera, el destino ya estaba hablando, y Eddy nació 18 minutos después, el 6 de diciembre de 1997.
Fue ella, Sabrina, la que comenzó a tomar el centro de la escena en la familia Ionescu. Ya a los 5 años, en un perfecto rumano, jugaba a ordenarles a sus hermanos que hicieran la tarea. Si bien la niña tenía el inglés como herramienta primaria, en esa casa se hablaban los dos idiomas. Eddy y ella, inseparables, hasta usaban el rumano para burlarse de alguien para que no los entendieran.
Entonces, llegó el básquetbol a la familia Ionescu. En el Larkey Park, en Walnet Creek, California, Sabrina y Eddy pasaban horas jugando y jugando. ¿Quién iba a pensar que 22 años después la pequeña Sab, como le dicen sus padres, iba a ser la mimada del mundo de la NBA, el faro de Oregon y la aspirante más importante a la corona de la reina en la WNBA? Si hasta su padre, Dan, en una charla con ESPN confesó: "Realmente no tenía ganas de tener niños saltando sobre mi cabeza en la casa. Mi incentivo fue: '¿Puedo relajarme y ver un poco de televisión? ¿Cómo puedo hacer eso? Así que vamos a cansarlos'".
Sabrina, imparable contra Stanford
Y no pudo con esa tarea. La pequeña Sabrina era incansable. The Queen, como la denomina LeBron James y lo hacía Kobe Bryant, es realmente inagotable. Cuando todavía estaba en California, ella iba a todas partes con las zapatillas de básquetbol y jugaba de sol a sol con su hermano y los amigos de ambos. No la querían dejar jugar, pero se convirtió en una tiradora letal y una especialista asistiendo.
De California se fue a Oregon con su hermano y allí convirtió al equipo de básquetbol femenino en una de las sensaciones de su Universidad: en su primer año la media de aficionados en las tribunas superaba los 1.500. En el segundo era de 4.200, en el tercero, de más de 6.500 y en 2019 ya asistían 10.754 personas para verla jugar. "Ella ve y anticipa cosas como nadie más. La compararía con Peyton Manning o Steph Curry o Steve Nash", dijo el entrenador de Oregon, Mark Campbell.
Para comprender mejor el impacto Ioneuscu: Nike es la patrocinadora de la Universidad de Oregon, con quien firmó un acuerdo en 2017 y que vincula a las partes por los siguientes 11 años por un valor de 88 millones de dólares, de los que la Universidad recibe alrededor de US$ 3.000.000 en efectivo y otros US$ 6.000.000 en equipaciones y ropa deportiva cada año.
Sabrina cursó una maestría en publicidad y responsabilidad de marca de la Escuela de Periodismo y Comunicaciones de Oregon, donde se concentró en la dinámica que rodeaba la lucrativa industria atlética que la esperaba. Como en el básquetbol universitario no está permitido firmar contrato, ya que no son profesionales, Ionescu vestía zapatillas de la línea Kobe Bryant o la serie Hyperdunk. La firma, atenta a la sensación de Sabrina, tomó la curiosa determinación de sacar una tanda de camisetas de la NCAA para mujer en talla unisex, con el número 20 (el de Ionescu) con los colores verde y amarillo, característicos de los Ducks de Oregon, sin ningún nombre en la parte posterior. Claro que no fue una coincidencia: las pautas de amateurismo de la NCAA le impedían hacer esa movida. Se agotaron en una hora y media y los que lograron comprarlas -costaban US$ 75- llegaron a venderlas por el triple de su valor.
Más de 30 puntos contra el USA Team
Este furor por ella llevó a Gianna Bryant a pedirle a su papá, Kobe, que fueran a verla jugar. Desde aquella oportunidad, la relación entre Ionescu y Black Mamba se hizo mucho más estrecha, a tal punto que ella se había convertido en una fuente de inspiración para la hija de Kobe.
Tan cercanos eran que para Sabrina fue un impacto emocional el accidente que terminó con la vida con la ex estrella de los Lakers y su hija. Incluso, Ionescu fue una de las pocas personas que habló en el memorial de Kobe, un pedido especial de Vannesa, la esposa de Bryant. Ese mismo día Ionescu dejó el lugar y se dirigió a jugar con Oregon y casi como un homenaje se convirtió en la primera atleta, hombre o mujer, en la historia del básquetbol universitario en alcanzar los 2000 puntos, las 1000 asistencias y los 1000 rebotes. Su obra se completó gracias a los 21 puntos, las 12 asistencias y 12 rebotes que consiguió frente a Stanford.
"No tengo más que palabras de agradecimiento para mis padres. Ellos siempre hicieron todo por mí y ahora yo lo hago por ellos. Para poner un techo y un plato de comida para mi familia", dijo hace unas semanas. Unos días antes había sido seleccionada por New York Liberty para convertirse en profesional y jugar en la WNBA. Otro desafío para ella, porque esta franquicia está buscando resurgir de las cenizas, ya que lleva años sin ingresar a playoffs y su última temporada tuvo un registro de 10 victorias y 24 derrotas.
Su discurso en el memorial a Kobe Bryant
Acumula elogios esta chica que juega como base y que apenas mide 1,80 metro. Sus números impresionan, ya que tiene 26 triples dobles (llegar a los dos dígitos en tres rubros del juego) en 131 partidos, algo que tampoco nunca antes se había conseguido en el básquetbol universitario. Diana Taurasi, la jugadora con raíces argentinas que es considerada la mejor de la historia de la WNBA, es una de las referencias de esta chica. Incluso, Steve Kerr dijo: "Por su mentalidad y agresividad, Ionescu me recuerda a Taurasi".
Nada parece detener a la que se señala como la nueva reina del básquetbol mundial. Trabajo y más trabajo. Dura de mentalidad, ella asegura que mucho se lo debe a su otra mitad, su hermano Eddy. No la asusta nada. Por eso, Sabrina Ionescu responde con contundencia a aquellos que en las redes sociales la critican: "¿Me mandan a cocinar? Hace tiempo que no dejo de cocinar triples dobles". Abran paso, The Queen está desembarcando.
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