Multicampeón con Atenas, de Córdoba, repasa su trayectoria en el deporte que ama
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El termo de su equipo de mate lleva un ploteado de color verde. También, su famoso apellido acompañado por el “5″, ese número que dejó como una marca registrada en el básquetbol argentino. “A este termo lo voy a cambiar, van a pensar que soy un egocéntrico”, expresa entre risas. Pero Héctor Oscar Campana, el “Pichi”, tiene con qué respaldarlo porque se trata de un verdadero símbolo y su carrera estuvo repleta de éxitos. Apenas se escucha su apellido, directamente se lo relaciona con Atenas de Córdoba, el multicampeón argentino, equipo con el que ganó 10 títulos. Pero en su vida llena de básquet, también tuvo logros importantes en Obras, GEPU de San Luis y Olimpia de Venado Tuerto.
Sin embargo, su nombre va mucho más allá de una camiseta, un equipo o un deporte. Pichi Campana es ídolo de muchas generaciones y todavía se lo hacen saber. “Cuando se vinieron a jugar la final de la Copa Sudamericana acá a Córdoba, Defensa y Justicia y Lanús, se me acercó un pibe joven con gorra y vestido con ropa deportiva. Yo lo vi así medio rápido y no lo conocía hasta que me dijo que era Luis Zubeldía. Vino, me saludó y me dijo “Cuando yo jugaba al básquet de chico, simulaba ser vos”, recuerda y repite que, para que eso pase, él sólo hizo lo que le más gustaba: “Jugar al básquet”.
Luego de una trayectoria increíble, a sus 57 años, continúa relacionado con el deporte, pero ahora desde la gestión. Su oficina es cómoda y amplia: “No sabés cómo la cambiamos, estaba toda oscura, la dejamos hermosa”, explica, y señala una gigantografía del estadio Mario Alberto Kempes que ocupa toda una pared del lugar en el que se desempeña como presidente de la Agencia Córdoba Deportes.
Pero antes de todo esto, Campana tuvo una vida repleta de básquetbol. Y en la charla con LA NACION, repasa con mucha precisión cada instante. Sus inicios, las marcas que dejaron en la gente todo lo que logró con Atenas de Córdoba en la historia de la Liga Nacional, las anécdotas sobre aquellos picantes cruces entre equipos argentinos y brasileños en la durísima Liga Sudamericana, la selección de la Argentina, los momentos malos, lo que pudo ser su llegada a la NBA y su vida hoy, abocado a la gestión del deporte, luego de haber tenido su paso por la política.
Los inicios en el básquetbol
“A mí me ponés a hablar de básquet y puedo estar tres horas”, dice, con su marcada tonada cordobesa. Auténtico y relajado en todo momento, se acomoda en su silla y describe lo que fue su carrera como jugador de básquet. “Un sueño hecho realidad. Porque en algún momento empecé a ver que jugaba bien, o que tenía posibilidades. Cumplí etapas en seleccionados de la ciudad de Córdoba, en los de la provincia. También las selecciones juveniles de Argentina estaban cerca. Después la mayor, y bueno, ahí es inevitable no empezar a soñar cosas, pero nunca imaginé que se me iba a dar tanto. Aún hoy sigo recibiendo cosas del deporte que jamás imaginé, y si tuviera que describirlo de alguna manera, te digo que superó todas mis expectativas”.
Con la humildad de los grandes, cuenta cómo la gente le hace saber la huella que dejó en el básquet argentino, ese en el que todavía continúa con la vigente marca de ser el máximo goleador de la Liga con 17.359 puntos en 785 partidos jugados. “Me lo hacen saber cuando me cruzo con gente en la calle que me grita cosas lindas. También se acercan y me comentan algo que vivieron, con anécdotas de aquellas épocas que jugaba en Atenas, de los campeonatos. Siempre lo hablo con Marcelo (Milanesio), con quien nos vemos mucho y con el que tengo una amistad mucho más fuerte ahora que cuando jugábamos. Hablamos del premio que significa para nosotros recibir comentarios de aquellas épocas, de ser parte de la vida o del recuerdo de muchas personas”.
Pero para el Pichi todo tuvo un inicio. El de un básquet “prehistórico” del que tiene gratos momentos que lo fueron formando en muchos aspectos de la vida: “Mi día a día de chico era pensar en una pelota de básquet las 24 horas, hasta cuando dormía pensaba en una pelota de básquet. Yo quería jugar, ni me imaginaba ser profesional, no me imaginaba que iba a vivir del básquet. Después empecé a ver que eso era posible y bueno, mucho mejor, pero yo sólo quería jugar al básquet”. Y sobre aquellos momentos, las descripciones que hace sirven para cerrar los ojos e imaginar cómo era todo: “En aquellas épocas el básquet era la edad de piedra a lo que es hoy: canchas de baldosas, zapatillas sin amortiguación, medias... las que teníamos, cero preparación física”.
Pichi Campana y sus 50 puntos con la camiseta de River
Para el exbasquetbolista, las comparaciones de ayer a hoy son necesarias a la hora de seguir explayándose sobre sus comienzos en el básquetbol. “Antes era muy rudimentario, hoy hay una infraestructura muy buena, a pesar de que seguimos mucho más atrás de lo que progresa el mundo. Hoy un deportista es una industria y en líneas generales tiene más preparación, más cuidado. La información que tiene es una locura en comparación de lo que teníamos nosotros. Como para agregarte algo de nuestra época, ver un partido de la NBA, recién lo veíamos cuando León Najnudel iba a Estados Unidos y se traía un VHS y teníamos la suerte de verlo en algún lugar o de que alguien te lo prestara para hacer una copia. Eso era nuestra forma de ver a los grandes jugadores de la NBA en esos tiempos. Y además, tratábamos de imitar lo que veíamos de las estrellas”.
Su historia con Atenas
Cada vez que se lo nombra a Pichi Campana, inmediatamente se lo relaciona con Atenas. Allí conquistó seis Ligas Nacionales, tres Ligas Sudamericanas y un Panamericano de clubes, y a todas esas épocas doradas las recuerda con muchísima pasión. “Fue un sueño. Se dieron muchos factores. Un equipo del interior, de una ciudad grande. En ese momento el fútbol de Córdoba no estaba bien y nosotros en el básquet empezamos a jugar y a ganar. Además, se transmitía por TV abierta, en los años 86, 87, algo que era raro. Nos hicimos conocidos, queridos, empezamos a tener una relación con la gente porque nos veía en sus casas, nos seguía por la radio, porque lográbamos títulos. Comenzamos a jugar torneos internacionales. Otro factor fue que todos los que integramos esos equipos de Atenas teníamos muchas cosas en común que nos permitió tener muchos éxitos. Aún hoy nos seguimos juntando, cuando coincidimos, y los recuerdos y las anécdotas se repiten”. Y agrega con risas de por medio: “Somos como los viejos, contamos las mismas cosas cada vez que nos juntamos”.
Sobre aquellos picantes cruces Argentina-Brasil, rememora: “En cualquier deporte es un clásico y en aquellas épocas, cuando jugábamos la Liga Sudamericana, nos tocó enfrentarnos con muchos equipos brasileños y siempre terminábamos con algunos roces. Nos hemos cruzado tiempo después con algunos de aquellos jugadores brasileños con los que tuvimos batallas campales y el respeto es mutuo. Lo que pasa es que todos queríamos ganar. No me quedó bronca con nadie en particular. Tal vez sí en algún momento cometimos algún exceso, pero era parte de la pasión de las dos partes”.
Y si de anécdotas se trata, un momento deportivo inolvidable e imborrable para el Pichi Campana fue sin dudas la obtención de la Liga Sudamericana de 1998. El clásico Argentina-Brasil le dio un condimento especial a uno de los títulos que más festejó en su carrera. “No me olvido porque se la ganamos de visitante a Franca. Ellos tenían a un jugadorazo que se llamaba Chuí, nos metió un triple faltando cinco segundos y nos empató el partido. Se puso a hacer un festejo loco con toda la gente. Pero sacamos rápido y Steve Edwards, un extranjero que jugaba para nosotros, corrió y se paró en una punta, Marcelo Milanesio lo vio solo, se la pasó y metió un triple sobre la chicharra que nos hizo ganar el campeonato. Fue una locura”, recuerda.
🏀#Atenas - @LigaNacional
— Atenas (@Atenas_oficial) May 12, 2018
🏆 TRIPLAZO EN BRASIL
Un día como hoy, #Atenas ganaba su segunda LIGA SUDAMERICANA en 1998. Con el triple sobre el final el Griego lograba el Bicampeonato
Plantel
Milanesio
Campana
Osella
Oberto
Palladino
Riofrío
Labaque
Edwards
Anderson
Pelusso
Prato pic.twitter.com/WBhxROsBqE
En la actualidad, aquel Atenas arrollador quedó muy atrás. Los malos resultados deportivos que tuvo en los últimos años el club más ganador del básquet nacional llevan al lamento de Campana. “No me pone contento ver a Atenas así, como parte de la historia, como el club en el que obtuve los logros más importantes de mi carrera, pero la realidad es esta. Cambió la forma de encarar el básquet, hay otros actores, hay otras realidades. Atenas en aquella época podía mantener una estructura a lo largo del tiempo. Hoy se hace difícil y ojalá que cambie porque Atenas es una marca registrada en la Liga Nacional”, opina con conocimiento de causa.
La vida afuera de Atenas y sus malos momentos
En sus 28 años de carrera pasó por 10 equipos. Sus inicios fueron en Redes Cordobesas. Sus otros pasos se dieron en Obras Sanitarias, Sport Club Cañadense, River, GEPU de San Luis, Banco de Córdoba, Olimpia de Venado Tuerto, Peñarol de Mar del Plata y Boca. Toda una trayectoria que tuvo su sello distinguido en Atenas. A pesar de todo, le suma a su vida deportiva otros momentos más en los que disfrutó y desplegó su básquetbol. “Elijo dos etapas más aparte de la de Atenas que son el campeonato en San Luis con GEPU, con una provincia atrás de un equipo que jugaba muy bien y que ganamos un campeonato de manera justa, y mi paso en Olimpia, que fue mi regreso a la actividad después de una rotura del tendón de Aquiles. Fue una lesión que me complicó mucho y ahí volví a jugar al básquet después de un año, la mayor cantidad de tiempo que estuve fuera de la cancha”.
No todo es color de rosa en la vida de un deportista. La trayectoria de un ídolo como Campana se forjó mayormente de momentos lindos, pero los tiempos malos también formaron parte de su carrera y sobre eso hace hincapié con una situación con la que todavía convive. “Las lesiones fueron mi tormento. Tengo cinco operaciones y dolores para contar”, enumera. “Todo lo que provoque que alguien no pueda jugar por mucho tiempo es el peor momento para un deportista. Después tenemos problemas o situaciones a nivel personal que también te complican, pero dentro del deporte las lesiones te van mermando físicamente y te van limitando”.
El Pichi agrega la importancia de saber sobrellevar esos problemas y a eso le suma cómo influyeron esas lesiones hasta el día de hoy. “Yo en esos momentos sólo tenía en la cabeza que debía volver igual a como estaba antes. Mal no me fue, pero hoy lo sufro. Tengo dolores que quisiera no tener. Si jugara hoy no habría hecho cosas que a lo mejor en ese momento hice, como forzar de más o volver a jugar antes de tiempo. Hoy eso lo estoy pagando. Hay veces que tengo dolores todo el día y tengo compañeros que también sufren. Nosotros empezamos jugando sobre piso de baldosa y eso el cuerpo también te lo hace saber”.
La selección y su acercamiento a la NBA
Dentro de lo que fue todo su glorioso recorrido, Campana tuvo su paso por la selección argentina. Sin embargo, no fue lo que esperaba y contó algunos motivos. “No fue tan bueno como podría haber sido. Antes había una rivalidad y una forma de jugar o encarar el básquet que no nos benefició. Había titular y suplente. En aquella época no estábamos acostumbrados a la rotación y eso creo que nos limitó porque si hubiéramos encontrado el equilibrio que hoy tienen los equipos o el acostumbramiento que tienen los jugadores de hoy a entrar y a salir, habríamos hecho mejores cosas.
“Además, había rivalidad entre jugadores porque la Liga nos ponía en lugares diferentes sin querer. Eso era una limitante para haber estado más unidos y logrado más cosas. Por suerte cambió, pero en ese momento era lo que vivíamos. Si volviera el tiempo atrás cambiaría algunas cosas”. También contó cuál fue la cuenta pendiente que le quedó con la camiseta albiceleste: “Me hubiera gustado jugar un Juego Olímpico, pero en aquel tiempo nos costaba clasificarnos. Hubiera sido una linda experiencia”.
Con la camiseta de la selección en el mundial de 1990
El sueño de jugar en la NBA es el que tiene cualquier jugador de básquetbol en el mundo. Inevitablemente, esa ilusión pasó por la cabeza de todo aquel que alguna vez practicó ese deporte. El Pichi estuvo cerca de llegar al mejor básquet del mundo y fue New Jersey Nets la franquicia en la que tuvo una prueba: “En el Mundial del 90 que se jugó acá en Argentina tuve un buen partido contra Estadios Unidos, en el Luna Park (hizo 33 puntos), y ahí me vio un agente que me dijo de ir a USA, en febrero del 91. Allá me recibió Willis Reed, que era el manager de los Nets. De ahí me llevaron al Training Camp para ver si quedaba en el equipo, pero las cosas no salieron de la mejor manera. Entonces me dijeron si quería jugar en una competencia paralela, pero decidí quedarme en Córdoba”, recuerda.
Pero claro, hubo motivos por los que ese sueño no se dio y forman parte de la historia. “Nadie te daba un pase. No te la dejaban ni ver. Yo ahora, con el paso del tiempo, analizo que cada uno estaba tratando de hacer la suya, jugándose la vida. Yo tenía más experiencia de jugar en equipo y trataba de jugar. De todos modos, fue una experiencia linda”. Este cordobés no pudo representar a su ciudad en la NBA, pero quien sí lo hace en la actualidad es Facundo Campazzo. El sentimiento del Pichi por ver al base jugar al lado de los mejores del mundo es de un enorme orgullo: “Me encanta cómo le está yendo, y sobre todo porque no jugué en contra de él y no tenía trato. Ahora que tengo trato me fascina cómo es. Lo siento como cuando él estaba jugando acá, con una humildad tremenda. Me enorgullece y le deseo lo mejor”.
Europa tampoco fue la tierra prometida para Campana. Es que, por aquellos tiempos, las dificultades se notaban mucho más: “En nuestra época, ya de grandes, nos agarró con la posibilidad de jugar con pasaporte comunitario. Si no, antes jugar como extranjero era difícil, era diferente el básquet. No tengo dudas de que hubiéramos jugado, no tuvimos las posibilidades que tuvieron otros de ir a codearse con los mejores toda la semana. A nuestra camada nos faltó eso. En lo personal, nos agarró en una época con familia y era difícil también ir a hacer la aventura”.
Líder de la gestión del deporte cordobés
El 19 de mayo del año 2004, el Pichi anunció su retiro como jugador de básquet con la camiseta de Atenas, dejando una huella imborrable en el deporte argentino, pero sobre todo como símbolo del Griego. A partir de allí, comenzó su incursión en la política. En los primeros años se desempeñó como concejal de la ciudad de Córdoba. En 2007 fue vicegobernador de la provincia junto a Juan Schiaretti y su mandato se extendió por cuatro años hasta diciembre de 2011. Volvió a ser concejal hasta el 2015, en el que fue electo como legislador.
Su vida continúa relacionada a la gestión y como ídolo deportivo sigue vinculado a esa pasión en la que sobresalió durante tantos años: “En estos momentos soy el presidente de la Agencia Córdoba Deportes y lo que hacemos es coordinar las diferentes actividades deportivas de la provincia. Desde el gobierno se puede hacer mucho por los distintos niveles: el deporte social, que uno tiene que tratar de intensificar y promover con municipios, clubes, por tratarse de una herramienta educativa que se complementa con lo que hacen los padres en las casas, los maestros en las escuelas y los profes y dirigentes en los clubes.
“Después se apoya el deporte federado, de alto rendimiento, el profesional. También respaldamos el deporte aficionado. Y el otro es el deporte electrónico, que aunque no sea físico, es una actividad que existe y es parte del universo del deporte en nuestra sociedad. Y en este país, donde los recursos escasean, poder acompañar la mayor cantidad de actividades posibles es algo que nos proponemos. Hay que tener en cuenta que el deporte es un gran generador de recursos a nivel mundial. Es la sexta economía”.
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