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BARQUISIMETO, Venezuela.- Como esa tía que cada vez que ve al sobrino adolescente se sorprende por el estirón más reciente, el básquetbol argentino mira con admiración lo que está pasando con Bahía Basket, un equipo sostenido en varios jóvenes desarrollados en casa que se autoasombra por lo que está haciendo en el nivel internacional. El club comandado por Pepe Sánchez alcanzó en Venezuela la final de la Liga de las Américas, el equivalente a la Copa Libertadores del fútbol, con un consistente 74-65 al claro favorito, el invicto Fuerza Regia, de México, y llegó a una definición que hoy, a las 20.30, lo enfrentará en Barquisimeto con el local Guaros, verdugo de Leones, de Puerto Rico, en la otra semifinal, con un 100-87.
El equipo bonaerense, ex Estudiantes, está a una victoria de la gloria continental, algo que en su proyecto debía aparecer más tarde. Pepe Sánchez llegó a la dirigencia del básquetbol para instalar el largoplacismo en la organización, dejando de lado las urgencias de la coyuntura para pensar en algo sostenible en el tiempo. Pero el conocido talento, y el revelado carácter, de los chicos que ya son pilares del conjunto anticiparon la instalación internacional de Bahía Basket.
Lucio Redivo, de 23 años, mostró que puede cargarse al hombro el ataque en una semifinal internacional: 23 puntos, 6 rebotes, 2 robos. Juan Pablo Vaulet, a punto de cumplir 21 años, ratificó que no es casual que lo hayan elegido en un draft de la NBA: 12 tantos, 6 recobres. Máximo Fjellerup, con apenas 19 abriles, entregó 12 unidades, 5 pases-gol y 3 rebotes. Fueron los mejores en un cuarteto que completó Anthony Johnson, autor de 14 puntos, 10 recobres y 4 asistencias, incluida una de lujo -a Vaulet- que, con el Nº 32 en su camiseta, hizo recordar a otro Johnson, Magic.
A Bahía le falta el paso mayor. Pero lo que ya hizo estaba fuera de sus planes. Muy por encima.