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Orlando Magic le donó dinero a Ron DeSantis: “Está escupiendo en la cara a sus jugadores negros”
Eran “carnavales de la muerte”. “Espectáculos sangrientos”, escribió Brent Staples en The New York Times, en los que “hombres, mujeres y niños afroamericanos eran ahorcados, quemados y desmembrados ante multitudes de blancos que vitoreaban”. Sucedieron después de que Abraham Lincoln abolió la esclavitud en 1865. Y se agravaron entre 1950 y 60. Más de cuatro mil linchamientos de afroamericanos en doce estados del sur de los Estados Unidos. Más de 4400 asesinatos. Ron DeSantis, gobernador del Estado de Florida, quiere cancelar esta historia. Es el político al que Orlando Magic, el equipo de la NBA, donó 50.000 dólares en su campaña para llegar a ser presidente de Estados Unidos. El exjugador Etan Thomas fue duro: “Orlando Magic está escupiendo en la cara a sus jugadores negros”.
Thomas escribió en The Guardian que cuando era adolescente le preguntó a su abuela por “Raíces”, la discutida novela de 1976 de Alex Haley, la vida del esclavo Kunta Kinte. Y que la abuela, llorando, le habló de “torturas, violaciones, flagelaciones públicas, castraciones, linchamientos, palizas, mutilaciones, familias negras destrozadas. No nos veían como seres humanos”, le dijo su abuela. Thomas escribió entonces que no tenía modo de ver “aspectos positivos de la esclavitud”. Desantis quiere lo contrario. El gobernador respaldó leyes que prohíben la enseñanza de la teoría crítica de la raza. Y quiere que las escuelas públicas enseñen en cambio que los esclavos desarrollaron habilidades que “podrían aplicarse para su beneficio personal”.
Al período de la esclavitud (unos 650.000 africanos llegaron en barcos “negreros” a Estados Unidos a partir de 1625, miles de ellos murieron en cautiverio), le siguió la llamada “Reconstrucción” (Carolina del Sur llegó a tener hasta 1901 mayoría de legisladores negros, vicegobernador negro y juez de Corte negro). Hasta que los derrotados de la Guerra Civil, ex Confederados del sur, dijeron basta. Tuvieron que pasar más de setenta años, (“fraude, intimidación y asesinato”, escribió el historiador Rayford W. Logan), para que un Estado sureño volviera a tener un afroamericano en el Congreso.
En el medio, los negros sufrieron linchamientos, encarcelamientos masivos, pena capital, sentencias desproporcionadas, las leyes raciales Jim Crow, que los prohibía en escuelas, trasportes, parques y piscinas. Terror hasta la sumisión. Allí está el Legacy Museum en Alabama que cuenta ahorcamientos. O el Monumentos por la Paz y la Justicia en Montgomery. Sus 800 pilares de acero que recuerdan a 4400 asesinados, entre ellos Frazier Baker, que se negó a dejar la Jefatura de Correos de Lake City (Carolina del Sur) y terminó muerto junto con su hija pequeña cuando la multitud blanca incendió su casa. La justicia, claro, no encontró culpables.
El movimiento “Lost Cause” (Causa Perdida) recibió letra de Mildred Lewis Rutherford, dama de una familia esclavista de Georgia, autora de libros y folletos que sirvieron a las escuelas del Sur y en los que consideró “necesarios” los crímenes del Ku Klux Klan, decía que “los negros del sur”, estaban “bien alimentados, bien vestidos y bien alojados”, y que la esclavitud “fue una educación que le enseñó al negro autocontrol, obediencia y perseverancia; a darse cuenta de sus debilidades y cómo fortalecerse para la batalla de la vida”. Cuenta el historiador Donald Yacovone que, hasta mediados de los ‘60, libros escolares y universitarios ya no del Sur, sino nacionales, describían a la esclavitud como “una institución benévola”, “un entrenamiento” para el negro “con un contacto superior”, “una comunidad autosuficiente de trabajadores fieles”. DeSantis quiere volver ahora más de medio siglo atrás. Hay cientos de libros críticos vetados. Hablar de la esclavitud, o del Holocausto, proponen algunos, pero sin juicio de valor. De modo “neutro”.
El sindicato de jugadores de la NBA dijo que Orlando Magic tiene derecho a donarle dinero al político de su gusto. Pero no “si las contribuciones se realizan en nombre de todo un equipo y utilizando el dinero ganado” por los jugadores. “¿Entonces @OrlandoMagic, que tiene un plantel mayoritariamente negro, un entrenador en jefe negro y un gerente general negro, decidió que era una buena idea apoyar a un hombre que afirma que la esclavitud tiene beneficios personales para los esclavizados?”, tuiteó Larry Nance Jr., jugador de los New Orleans Pelicans.
So the @OrlandoMagic who have a majority black roster, a black head coach, and a black GM decided it was a good idea to support a man that claims that slavery had personal benefits for the enslaved? https://t.co/LI3FAXbMxb
— Larry Nance (@Larrydn22) August 2, 2023
La NBA (la liga más progresista del deporte de Estados Unidos) retiró en 2017 su Juego de las Estrellas de Carolina del Norte por una ley contra la diversidad sexual. Y en 2020, después de un paro de jugadores, creó una Coalición de Justicia Social. Orlando Magic, que ese año repudió casos como los de George Floyd y se comprometió con la “comunidad negra”, formó parte de esa coalición. “Hipocresía”, dice ahora Etan Thomas. “No podría imaginarme jugando allí. Sería como pedirle a un judío que trabaje para un negacionista del Holocausto”.
Negar el pasado para negar el presente. Thomas afirma que “al alinearse conscientemente con la supremacía blanca, Orlando Magic ha escupido en la cara a cada jugador y cada entrenador negro del equipo, a cada empleado negro de su organización y a cada fanático negro de su equipo”.
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