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El Che García, siempre a mil: el accidente en jet ski en Arabia, su éxito en Venezuela y el sueño de la NBA
Tras sus éxitos con el seleccionado vinotinto, conduce a Quimsa y no desacarta ningún objetivo; dirigió en 7 países diferentes y a los 52 años tiene la energía de siempre
Eléctrico. Quizá eso podría definir a Néstor García . Durante casi 40 minutos de charla con La Nación jugó con los hielos de su vaso de agua, encendió media docena de cigarrillos y se paró de su asiento en un par de ocasiones. A los 52 años exuda pasión. No tiene término medios. Cuenta cada una de sus experiencias en el exterior con la misma intensidad que relata cómo vive este desafío de ser el entrenador de Quimsa , de Santiago del Estero. Porque siente el básquetbol de una manera especial. No descansa en los dos Sudamericanos (2014-2016) y el Preolímpico (2015) que consiguió como entrenador del seleccionado de Venezuela. Nada de eso. Le encantan los desafíos al Che. Siempre va por más. Por eso dirigió en siete países diferentes (Argentina, Puerto Rico, Venezuela, Uruguay, Arabia Saudita, México y Brasil), piensa en la NBA y en ser DT del seleccionado de la Argentina. Sin pausas.
–Después de Venezuela, siempre te van a exigir el doble
–Uno se dedica a este trabajo para llegar lo más arriba posible. Tuve la suerte de jugar muchas finales en mi carrera. Después podés ganar o perder. Pero me preparé para esto. Que me exijan está bien, no vivo de lo que ya pasó. Soy entrenador profesional desde los 24 años y yo también exijo mis cosas.
–En Venezuela ganaste tanto que tenés espalda para aguantar todo. ¿Acá sentís que volvés a meterte en líos?
–No. Yo trabajé en siete países diferentes. Estoy acostumbrado a todo. Extraño como cualquier persona pero cuando termino mi trabajo hago un clic. Cuando estoy en una ciudad nueva, me adapto de inmediato.
–¿Imaginaste que ibas a dirigir en tantos lugares?
–Gracias a la influencia de Julio Toro, que es mi maestro, siempre quise desarrollar mi carrera a nivel internacional. Por eso yo he estado en cuatro selecciones. Fui ayudante en Puerto Rico, dirigí Uruguay, fui asistente en Argentina con Julio [Lamas], y después Venezuela. Siempre fue así, porque quise aprender de distintas culturas.
–¿La experiencia en Venezuela fue lo que esperabas?
–Lo de Venezuela fue impresionante, desde todos los ángulos. En lo deportivo, ganamos dos sudamericanos de selecciones, el Preolímpico y después la Liga de las Américas con Guaros, todo en el lapso de dos años. La explosión social que se dio en Venezuela con estos logros nunca me lo imaginé. Tengo casi todo arreglado para seguir en Venezuela.
–Sergio Hernández, dice que la vorágine de competencia diaria vuelve un poco tonto al DT, ¿Lo creés así?
–Coincido con él, pero me gusta ser un poco estúpido (risas). Coincido porque nuestra profesión, por momentos, quema. Hay días que te levantás y tenés tantas cosas en la cabeza que no sabés cómo empezar. Te desgasta mucho. Pero siento que tengo que seguir por ahora. Soy sostén de mi familia en muchas cosas. Siento que no puedo parar. Me siento bien de salud y físicamente. El día de mañana veré las consecuencias.
–¿Qué te atrae de Venezuela?
–Para mí en la vida las cosas tienen que ser divertidas o entretenidas. En Venezuela me pareció todo divertido. Allá el béisbol es como el fútbol acá. Y que me inviten a tirar la primera pelota de un partido en un estadio con 50.000 personas, que me tengan que sacar por un túnel porque la gente no nos dejaba pasar... Cuando llegamos después del Preolímpico (2015) tuvieron que desviar los vuelos a otros aeropuertos por el desborde de gente que estaba esperándonos. No se ganó un campeonato para la gente del básquet, fue para todo el país.
–En cuanto al clima social y político, ¿qué viviste?
–Estamos al margen. Durante cuatro años fuimos a España, China, Serbia, a muchos lugares. El apoyo de la Federación fue total. Replanteamos completamente la estructura de preparación. Sin el apoyo del gobierno hubiera sido imposible. Se han comportado increíble y jamás me pidieron hacer una exposición por esto. Sólo tratar de poner el deporte del país en lo más alto.
–Dijiste que instalaste en Venezuela lo que viviste en la Argentina, ¿qué es?
–Lo que representa la camiseta de la selección. Me parece que Maradona le dio un sentido a la camiseta y a la selección para todos los deportistas. Nos hizo entender que la camiseta de la selección vale la vida. Cómo el deportista quiere a la selección. Vi la final de la Davis. ¡La cantidad de argentinos que había en Zagreb! Es por amor a la camiseta. Lo mismo se trasladó a la Generación Dorada. La Argentina lleva eso en el alma.
–¿Cuánto de la Generación Dorada usaste en Venezuela?
–Mucho. Es un legado gratuito que nos dejaron. Mis jugadores durante el torneo Preolímpico, vieron el especial 30 x 30 de ESPN sobre los campeones olímpicos argentinos. No se los mostré yo. Lo quisieron ver ellos.
–¿Te considerás parte de ese sentir de la selección?
–Sí. A pesar de no haber estado, lo siento. Cuando Julio (Lamas) me llamó para que lo acompañe en Mar del Plata (Preolímpico de 2011), lo viví desde adentro, y te contagiás.
–Decís que en tu carrera buscás más. ¿Proyectás la NBA?
-Es un sueño. Ser parte de un staff. Ahora estuve en Brooklyn y me abrieron las puertas, me trataron de manera increíble. Estaba desde la mañana hasta la tarde metido ahí, porque ellos trabajan muchísimo. Me llevo muy bien con todos, especialmente con el entrenador, que me invitó (Kenny Atkinson). Es un sueño que tengo y lo estoy trabajando desde hace tiempo. No sé si alguna vez un latino dirigió alguna vez en un staff de la NBA. Es muy difícil.
–¿Y la selección de la Argentina?
-Tuve la suerte de estar como ayudante y salí campeón en Chaco del Sudamericano (2012). Me parece que la selección tuvo muy buenos entrenadores. Soy joven, tengo 52 años, ya me tocará. Vivir lo que viví en Venezuela con la selección argentina sería el regalo más grande que me podría dar en mi vida. A mis viejos que están en el cielo y a mis hijos. Ya se va a dar. Yo sé que se va a dar. Uno tiene que hacer las cosas bien. En los últimos 20 años la selección tuvo tremendos entrenadores.
–Entre tantos países en los que viviste, ¿qué cultura te enseñó más?
–Arabia Saudita. Es otro mundo. Cultura, lenguaje, la manera de ver las cosas. Hablo a nivel personal. Tengo una historia muy particular. Yo fui un tiempo para ver cómo me adaptaba. Y me adapté bien. Un día me voy a andar en moto de agua y tuve un accidente. Me rompí la primera lumbar en fragmentos. Por pocos milímetros no me corté la espina dorsal. Me internaron y no sentía las piernas. El príncipe que me llevó me dijo que habían arreglado todo con la aerolínea para que pueda volver a la Argentina. Si a mí me operaban, tardaba 15 días en recuperarme. Sino, era un mes de reposo. Y al mes empezaba el campeonato. Yo no me quería ir. Lo que pasó fue culpa mía y le pedí que me esperara un mes. Y se sorprendió, porque quién se va a querer quedar en Arabia Saudita postrado en una cama durante un mes. No podía hacer nada. Me tenían que bañar, me tenían que dar de comer. Y estaba solo. A él le gustó mi actitud de quedarme. No podía del dolor, no podía dormir. Se me caían las lágrimas. Lo peor que me pasó. Me atendía un médico egipcio y yo le decía: “póngame una bomba doctor (sic), algo que me deje dormir seis, siete horas”. Un día me puso una inyección que me durmió. Ellos rezan cinco veces al día. A las nueve de la mañana, siento ruido en mi cuarto. Miro y la habitación estaba llena de hinchas del Al Ahli, rezando para que yo me cure. No podía moverme de la cama, pero me cuentan que en los pasillos, e incluso en la escalera y hasta la planta baja había gente arrodillada rezando por mí. Estaban todos los hinchas del club. Fue muy fuerte. Ellos me tomaron como propio, como de la familia.
–Fuiste campeón de la Liga en 1994. Más allá de la juventud, ¿qué te gustaría tener de aquel entrenador?
-No, nada. La edad nada más, pero no. Me doy cuenta de que no sabía nada en ese momento. A mí me consideraban un buen prospecto, pero ni me acuerdo lo que hacía.
–¿Fuiste campeón de la Liga sin saber nada?
-Comparado con lo que soy ahora, no sabía nada. Pero nada. Siento que es otra vida. Lo disfruté mucho, por supuesto, pero son cosas distintas. Hace poco un amigo me mostró un video de ese Peñarol. Siento que se defendía otra cosa, que se atacaba de otra manera. Era otra época. Lo que sí sé es que tenía jugadorazos que la rompían. Salí campeón porque aquellos pibes jugaban bárbaro. A nivel profesión, los entrenadores tenemos que estar en varias áreas. Prepararte porque todos los equipos tienen gente extranjera, muchas culturas.
–¿Qué fue lo que te hizo mejor entrenador?
-Prepararme. Estudiar inglés, hacer cursos de coaching, leer de programación neurolingüística, hacer terapia con mi psicóloga, Elina, que es una genia. En la vida si no te preparás no llegás a nada. Ahora estoy estoy por hacer un curso online de la universidad de Duke, sobre argumentos en presentación y contenidos. Es sólido para las cosas que uno tiene que trasladar. Yo no tengo problemas de irme por todos lados, pero tengo que buscarle contenidos a las cosas. Además, el contenido que te un vestuario, una cancha o la calle, no te lo da un libro. Viajar, salir y estar prepardo, me cambió.
-Además de ser mejor entrenador, ¿sos mejor persona que en el 94?
-No. A medida que cumplís años, vas sumando malicia. Cuando sos joven, sos más inocente y más sano. Tener malicia no es tener maldad. Pero la vida misma te marca. Te cuidás de gente que antes no te cuidabas. Antes vivía más inocentemente. También voy creciendo en muchas cosas. Las experiencias te enseñan a decir que no. Cuando sos joven es difícil decir que no. Siempre uno busca tener códigos, porque no podés sobrevivir en esto y estar en tantos lugares. Hay cosas a nivel humano que son intocables. Eso es la base para el resto de la gente.
–¿Cuáles son esas cosas?
–Decirle la verdad a la gente de buena manera y abrazar a todo el mundo. No falla. Pasás a ser alguien confiable. Hablar bien, alentar. Decirle la verdad incluso cuando la está cagando.
–Están con Quimsa en un lugar incómodo ¿Pensás que podés ganar la Liga Nacional?
-Sí. Puede ser que no se dé. Pero en el deporte puede pasar cualquier cosa. En un tiempo largo, siempre tiene lógica el básquet. Yo jugué 22 finales y gané 12. Pero después de lo que viví en Venezuela en México, creo que todo es posible. ¿Quién iba a pensar que podíamos salir campeones? Fuimos a buscar el repechaje y nos encontramos con la chance de ir más arriba. Y lo buscás. Después, yo sé que muy difícil. Hay gente que no tiene la chances de ganar nada en su vida. Más allá del caso de Charles Barkley, que todos conocen. Gary Payton y Karl Malone no necesitaban nada más en sus carreras, pero se fueron a los Lakers por un salario mínimo porque querían ser campeones. Y Kevin Durant lo hace ahora con Golden State. Es difícil ganar títulos. Yo tengo una bendición con mi carrera.
-¿Te gusta esta Liga, este formato?
-No quiero que se piense que lo digo por ser argentino, pero para mí está entre las tres mejores de todo el continente, y no sé si no es la mejor.
-Ajustarías algo de lo que se critica (giras largas, fichas de extranjeros).
-Son temas de estamento, no de básquetbol. No hay nada más importante que el juego. Si uno no se hace cargo del juego, el juego se encarga de uno.
-¿Pero la estructura puede afectar el juego?
-Pero pasamos a situarnos en otro plano. Una cosa es el juego y otra una decisión posicional. Acá son posiciones sobre los extranjeros, los nacionales, los salarios. Es administrativo. Yo saco de lado todo eso cuando analizo el juego. Todos los temas aledaños al juego cambiaron la forma de la liga, pero no el juego. Yo no puedo decirle a alguien “no regules así”, cuando no pago lo que él pago. Yo no pongo la plata. Ahí empiezan los posicionamientos, que no tienen que ver con el juego. En el juego la liga cambió, como el juego cambió a nivel internacional, está mucho más rápido.
-Desde 2013 la Argentina no gana un título internacional. ¿No creés que tiene que ver con algunas decisiones organizativas?
-No, eso es porque aparecimos nosotros con Guaros (carcajadas). Todos los países tiene equipos que son potencias. Flamengo, Baurú, son equipos poderosos también. A la Argentina le tocó dominar algún año y ahora no. Hay equipos que invierten muchísimo dinero. El presupuesto de nosotros en Guaros el año pasado fue uno de los más grandes de América. Hay muchos países que quieren trascender a nivel internacional. En el deporte no se puede ganar siempre.
-Bueno, acá hay un equipo poderoso en la actualidad, que es San Lorenzo, pero no tuvo suerte, sufrió muchas lesiones en el cuadrangular semifinal de la Liga de las Américas y quedó eliminado.
-En otras Ligas hay cuatro equipos que capitalizan todos los mejores jugadores. En nuestra liga, todo está más repartido.
-¿Te gusta eso?
-Sí. Siento que van a salir chicos que juegan muy bien. Claro que lo de los campeones olímpicos es mortal. Pero están saliendo chicos buenos. Ya se está empezando a ver. Sergio lo ha visto. A nivel juego y solidez de juego, la Argentina va a competir con todo el mundo. Vos podés jugar de una manera, pero a la hora de definir no tenemos aquellos nombres. Pero la imagen nuestra va a seguir siendo buena.
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