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Michael Jordan: sólo uno de los aspirantes a su trono es digno de él... y sin unanimidad
En la interesante charla de Instagram Live que sostuvo anteayer con el polista Adolfo Cambiaso, Emanuel Ginóbili comentó que no sabía si, más allá de haberse cruzado con él un par de veces, le gustaría conocer a Michael Jordan. "Quiero seguir teniéndolo allá arriba, en el póster", afirmó el bahiense. Las chinches o las cintas adhesivas que sostenían ese póster, tanto en la habitación de Manu como en las de innumerables seguidores del básquetbol, eran muchas: el fastuoso talento de Jordan, sus copiosos éxitos, las impresionantes estadísticas individuales y una determinación y una influencia en el juego poco menos que inigualables.
¿Lograría alguien reunir tantas condiciones como para convertirse en la cara mundial de la NBA en particular y del básquetbol en general? ¿Cuántos jugadores hubo luego en los pósters –objetos próximos a ser exhibidos en las casas de antigüedades, claro– de los hinchas? ¿Llenaron la mejor liga del mundo y su deporte ese vacío que Jordan había creado más con su segundo retiro (1998) que con el definitivo, del que hoy se cumplen 17 años? Ni bien se marchó el crack de Chicago Bulls, el marketing y la prensa largaron la cacería al "sucesor de Jordan", y los sabuesos parecieron más intimidar que envalentonar a los potenciales herederos.
Claro que es difícil "competir" contra una imagen tan poderosa, la de un deportista que ganó todas las finales que jugó, que parecía quebrar los partidos más exigentes cuando simplemente se lo proponía, que dejó sin anillos de campeón a otros fenómenos de la NBA (Karl Malone, John Stockton, Charles Barkley, Reggie Miller), que promediaba 30,1 puntos por encuentro y que volaba ("Air Jordan") cuando volcaba la pelota. ¿Quiénes lograrían hacer semejantes cosas?
El primer apuntado fue Vince Carter, un anotador-volador. Impresionó en el concurso de volcadas del Juego de las Estrellas del 2000 y brilló en sus primeros años, pero fue apagándose, aun en edades tempranas. Hoy, a los 43, sigue activo en la liga, transitando por su octavo equipo (lo mejor estuvo en Toronto y New Jersey), pero esta 22ª temporada lo encuentra más como a una rareza de longevidad que como a una superestrella de tiempos recientes.
Tampoco sostuvo el ritmo Allen Iverson, hábil, goleador y vistoso base, pero díscolo e individualista. Su carrera tuvo su cénit en Philadelphia 76ers y fue individualmente superior a la de Carter, pero tampoco pasó muy cerca del trofeo Larry O’Brien. Un talento sin suficientes virtudes que acompañaran como para aproximarlo significativamente al trono de Jordan. Y en el camino en esos primeros años de búsqueda sedienta de una nueva nave insignia del mejor torneo del planeta quedaron proyectos que explotaron, pero en el sentido de colapsar y no en el de generar ruido: Jerry Stackhouse, Harold Miner.
Lo más parecido a MJ terminó siendo, en sentido amplio, Kobe Bryant. Cinco veces campeón, en su momento tercer goleador de la historia, profesional 100% con profunda determinación de ganar y hasta una alta dosis de individualismo. Incluso aun más estético en sus movimientos y mucho más carismático que Jordan. Pero menos efectivo. Aun muy atlético, Kobe no tuvo el poder físico de Michael, ni tampoco su eficacia anotadora (es quién más tiros ha errado en la historia de la liga). Ni su liderazgo, al menos en la primera mitad de su gran trayectoria.
Tanto fue así que, de hecho, en sus primeras conquistas los flashes apuntaron algo más a su compañero en Los Angeles Lakers Shaquille O’Neal (dueño de los premios al jugador más valioso en tres finales seguidas juntos) que a él. Si bien el ambiente, al buscar ese sucesor de Jordan, apuntaba más a una figura de las características basquetbolísticas del número 23, la NBA se sostuvo un buen tiempo en el titánico O’Neal, pivote dominante como pocos en la historia. Shaquille no tuvo la agilidad ni el instinto asesino del símbolo de Chicago, pero su fuerza, sus estadísticas y su personalidad fueron todo un atractivo durante años. Logró cuatro títulos de campeón.
En algún momento se pensó que Stephen Curry, una fábrica de triples y de puntos en ese Golden State Warriors avasallante de años recientes, sería un nuevo Jordan. Hizo cosas increíbles y seguirá haciéndolas, pero no será MJ. También monstruos, Kevin Durant, Kawhi Leonard y James Harden tienen algo por decir, pero no entrarán en la consideración. Solamente un contemporáneo se hace lugar en esas alturas de la historia, en el Himalaya del básquetbol: LeBron James.
Con otro estilo (menos grácil, más potente), el también número 23 es un jugador completo –más que Jordan–, que puede actuar en cuatro de las cinco posiciones de la cancha. No tiene mejores números porque, a diferencia de MJ, hace participar bastante a los compañeros. Así y todo, es el tercer anotador de todos los tiempos y puede quedar como el primero dentro de unos tres años. Casi no tiene puntos flojos –los tiros libres, apenas, y no son malos–, y es también líder. No solamente de su equipo; es una voz que suena fuerte en la liga y hasta se hace escuchar por fuera del deporte. Es cierto: a los 35 años, James no ha ganado más que tres campeonatos. Y eso se explica en parte por lo que más se puede achacarle en la comparación: no ser tan decisivo en las definiciones, no imponer sí o sí su condición de mejor del mundo.
Es dable considerar que el ochentoso Magic Johnson –cinco anillos, mago de la pelota, jugador de equipo por antonomasia– puede discutirle el cetro a Jordan, pero éste cuenta con una ventaja de la que nadie podrá gozar: su tiempo de esplendor coincidió con el amanecer de la internacionalización de la NBA, a comienzos de los noventas. Y vaya si él lo usufructuó: fue el primer supercrack que llegó masivamente a los hogares de otros países, a las paredes de las casas de Ginóbili y de tantos otros que pasaron a consumir ese básquetbol. Y se sabe: quien pega primero, pega dos veces. Habrá muchos jugadorazos, pero ser el "fundador" de algo otorga un halo de grandiosidad que a veces parece volver invencible a su portador.
Pasaron varios postulantes en estos 21 años sin el mejor Jordan. Algunos fueron noqueados en el primer round; otros completaron el compromiso pero perdieron por puntos, y otros ganaron algunos cinturones. El de los pesados quedó al alcance de uno solo. Lo más parecido a Jordan en términos de superestrella es "King" James. Hasta lo más lógico: el heredero de Su Majestad debe ser El Rey.
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