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Manu Ginóbili: "Llegar a la NBA no es tan difícil, es cuestión de que alguien apueste y crea en vos"
Tiene la cabeza puesta en las semanas que pasará junto a la familia de Marianela, su esposa, en La Emilia, San Nicolás, y en disfrutar de un verano en la Argentina después de 23 años. No hay espacio, por el momento, para instantes de presión. Es todo tranquilidad. Camina por los pasillos del diario LA NACION con una naturalidad que asombra, incluso a los que lo miran al pasar como no pudiendo creer que se trata de él. Emanuel Ginóbili se mueve con tanta normalidad que si no fuese por su 1,98 metro de altura podría confundirse con cualquier simple mortal que anda de visita por aquí.
No se desconecta por completo mientras descansa, porque en Twitter sigue la actividad de Facu Campazzo y Sergio Lull en Real Madrid y de Luka Doncic en Dallas. Charla de todo como si se tratase de un encuentro de café. Y en algún punto tuvo ese tono el encuentro. No lo inquietó que a su alrededor hubieran muchos espectadores encantados con su visita. Es que su presencia en la redacción de LA NACION, en Vicente López, revolucionó el funcionamiento de un sector del diario que se mueve a un ritmo intenso. Pero con la presencia de Ginóbili todo resultó diferente y cada uno que se acercó al lugar quería una foto, una firma o grabar con un celular la presencia del jugador de básquetbol más importante de la historia argentina.
"Voy a estar muy poco en Buenos Aires. Volvemos a San Antonio en febrero, así los chicos terminan la escuela allá". Así abrió el juego Manu con los periodistas que charlaron con él por casi 35 minutos.
No está pendiente del básquetbol, lo dice sin problemas. Cuenta que la decisión de retirarse fue compleja en el momento de comunicarlo, pero que hoy disfruta del paso que dio. Está lejos de la pelota y no tiene problemas en reconocerlo: "Puedo ver algunos partidos, pero los miro porque a mis hijos les gusta. Pero si fuera por mí, no miro nada. Fui a tres partidos de los Spurs , los quiero mucho, son mis compañeros, viví con ellos mucho tiempo, pero no siento ganas de estar ahí. Para nada".
-The three shots I was talking about in my previous tweet.-Los tres tiros de los que hablaba en el tuit anterior. https://t.co/IQHezEyXy6&— Manu Ginobili (@manuginobili) December 24, 2018
–¿Cómo está el cuerpo después de tantos años de exigencias?
–Contento, medio que dice ‘¿qué pasa que no me dan un golpe, que no tengo un hematoma o un dolor?’ Me sigo entrenando, no desde que estoy en la Argentina, pero en San Antonio sí me mantengo activo. Me concentro, como ya conté, con el tema de andar en bicicleta, con el yoga y el tenis. La estoy pasando bien.
–¿Vas cayendo ahora de todo lo que sucedió en tu carrera?
–Todavía no. Pero tuve un evento que compartí con Fabri (Oberto) en el que él me hacía preguntas y cuando hablamos de La Rioja me quedé pensando… ¡Wow! No puedo creer todo lo que pasó. Porque yo no era un superdotado, no era LeBron James. Yo era uno más de los tantos jugadores de la Liga Nacional. Después comenzó una catarata de cosas que no pararon hasta 2005. Ese año es como que se estabilizó un poco todo.
–Chapu Nocioni contó que canaliza su espíritu competitivo con la pesca y algo de la cocina. ¿Vos encontraste algo para ese deseo?
–No, definitivamente no lo tengo enfocado todavía. Arranqué con el tema de la bicicleta y mi mujer me sacó c… Porque empezamos con la idea de andar un poco, pero al otro día le propuse hacer dos kilómetros más y al día siguiente otros dos más y después... yo ya quería bajar el tiempo. Así que me mandó a pedalear solo. Ella quería ir a pasear y yo quería superarme. En los partidos de tenis también quiero ganar. Igual, comparado con el grado de enfermedad que llegué a tener con esto de la competencia, hoy esto no es nada.
–¿Cómo ves el proceso de la selección de la Argentina?
–Me sorprendieron por la forma en la que jugaron. No porque no lo pudiera hacer, sino por cómo respondieron a la exigencia de una nueva competencia (por el formato de ventanas eliminatorias). Fueron de menor a mayor y terminaron compitiendo de la forma que a todos nos gusta. En la selección se creó una especie de cultura... Se creó una identidad. Luifa (Scola) viniendo desde China para jugar un partido en La Rioja, o Nico (Laprovittola) en todos los partidos desde el lugar que sea o desde el país desde donde esté, es algo tremendo y que contagia. Está bueno ver ese compromiso que hay con la selección.
–¿Ves alguno de los jugadores argentinos con posibilidades de llegar a la NBA?
–Llegar a la NBA no es tan difícil, es cuestión de que alguien apueste por vos, crea en vos y te dé una oportunidad. Lo mismo que mantenerse. Si hubiese algún equipo que crea en Facundo [Campazzo] como un tercer o segundo base revulsivo, puede llegar a jugar en la NBA. Tienen que darle un año para jugar y va a terminar llegando. Es cuestión de convencer a alguien de un equipo, ahí está lo difícil. Brussino [Nicolás] tuvo la posibilidad y quizá no cayó en el lugar ideal, Nico [Laprovittola] tuvo la chance con un rol temporario, pero lo hizo. Creo que puede haber alguno más. Pero de ahí a que suceda algo parecido a lo que pasó en los últimos 10 años con 4 o 5 jugadores con 15 minutos de promedio dentro de la cancha, no creo que se repita. Lo más normal es esto, no lo que pasó en los últimos 15 años.
–A nivel político y económico, ¿cuánto seguís a la Argentina desde los Estados Unidos?
–Últimamente me separé un poquito, me retiré también de eso. Pero es imposible aislarse porque tengo a mi familia y a mis amigos viviendo acá. Hay cosas de las que uno no puede abstraerse, como lo que sucedió con el fútbol (por los incidentes en el clásico River-Boca por la Copa Libertadores). Me parece increíble, aunque no soy futbolero para nada ¿Cómo hacés para aislarte de esas cosas? Cuando pasa algo con la política que es importante, me entero, pero medio de costado.
–Contaste que vivís en una especie de burbuja por haber estado tantos años en la NBA. ¿Estar en la Argentina te saca de ese lugar?
–Sigo estando en una burbuja, porque por más que no sea un atleta activo, vengo de una realidad distinta, vengo de un presente económico diferente. Voy a estar 3 meses en la Argentina y nada más. No vengo a clavar bandera y quedarme 5 años seguidos. Si fuese ése el contexto, al segundo año podría decir si salgo o no de esa burbuja. Lo único que cambió es que no pienso en cómo está mi cuerpo para poder competir. No estoy pendiente de algo como para rendir al otro día. Ahora, que venga lo que venga y me adapto a todo. Vivo más relajado, pero la verdad es sigo viviendo en una burbuja total.
–¿Qué te imaginás haciendo dentro de un par de años?
–Mi sueño es seguir así como estoy. Todo el mundo trabaja para después retirarse y hacer un viaje… Bueno yo lo puedo hacer a los 40. Muchos me dicen que me voy a aburrir y que voy a querer desafíos. Por ahora voy a probar con esta vida de no hacer nada y espero sostenerlo. Lo bueno es que durante estos 23 años de carrera generé vínculos con personas de diferentes ambientes que me permitirían explorar lo que desee explorar. Por ahora no tengo ningún interés de tener un trabajo, sino que quiero seguir inquietudes.
–¿Qué inquietudes tenés?
–Conocer gente que está en el mundo de la tecnología, quizá conocer a algún escritor. O leer un libro que me permita ver cosas desde otro ángulo. Vinculado al básquet acepté ir a un campus de entrenadores al que me invitó Popovich para entender cómo hacían su trabajo, porque siempre lo veía desde el otro lado. Entonces, lo quería vivir desde adentro. Pero no me interesa involucrarme, por ahora, en ese mundo. Quiero estar más tiempo con mis hijos.
–La inquietud por estudiar, ¿se mantiene?
–Una carrera no. Por ahí quiero aprender algunas cosas, como oratoria o quizá ir a ver algunos eventos de tecnología en San Francisco, ya que me invitaron varias veces porque saben de mi interés por el tema.
–¿Pensaste en ir a Los Ángeles? Hay un polo de entretenimiento y tecnología que, por ejemplo, movilizó a LeBron James a aceptar la propuesta de los Lakers.
–No mudaría a mi familia por ese interés. Si estuviese ahí quizás estaría cerca. Hay muchos jugadores que se están sintiendo atraídos por ese universo. Por la tecnología también hay otro grupo de jugadores que se interesa. Pero hoy por hoy me concentro más en el entorno afectivo y social que tengo en San Antonio. Por lo tanto, esas propuestas no me movilizan a trasladarme a otro lado. Este bienestar es más valioso para mí o para mi familia que cualquier otro ingreso que pueda llegar a tener.
–¿Por qué crees que en toda la Generación Dorada se mantiene la humildad? No es común ese patrón en otros grupos de trabajo.
–No sé si fue algo interno de cada uno o el habernos conocido desde muy chicos lo que hizo que en ningún momento hubiese lugar para que alguien tuviese un divismo o protagonismo excesivo. Con casi todos jugamos juntos desde los 20 años, así que no daba para que alguno se la creyera. Creo que si alguno se hubiese salido de esa idea el mismo grupo lo hubiera acomodado. Fue algo único y tuvimos tanta suerte de haber sido contemporáneos… Es una locura encontrar eso.
–¿Pasó que alguno no se adaptó o no encajó?
–No lo recuerdo. Porque los que entraron después, como Carlos (Delfino) que tenía un temperamento diferente, al toque se acopló rápido. Incluso Pablo (Prigioni), que se sumó después porque se desarrolló tarde, se unió al grupo a los 29 y hoy Pablo es parte del proceso desde siempre. Y yo lo siento amigo y parte del grupo de esa manera. Las discusiones se dieron en el momento que debían darse, porque pasábamos mucho tiempo juntos como para que no haya discusiones. Pero a las 24 horas nos reíamos del incidente.
–¿Podés disfrutar de tu tiempo y del afecto que te da la gente?
–Haber jugado en la NBA es un gran abridor de puertas y me permite tener un presente que es impensado para el 99.9% de la población. Porque me surge un viaje y en 24 horas puedo resolverlo, tengo esa flexibilidad que no tiene casi nadie. Disponer de tu tiempo es algo muy valioso. No tengo que pedirle permiso a nadie y eso lo valoro muchísimo. Ahora es mi decisión qué hacer. Y respecto a la gente, me halaga que me reciban de esta manera, pero también me genera cierta incomodidad, por una cuestión de vergüenza. Preferiría ser una mosca en la pared o charlar de lo que hacen ustedes, conocer cómo ven el futuro de los medios… No sé, charlar de otras cosas y no ser el foco de atención. Prefiero escuchar y no hablar tanto al p… Sé que en un año, dos o tres todo se va a naturalizar y la voy a pasar todavía mejor.
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