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Luka Doncic, el chico que no podía manejar y ahora es un monstruo que tiene a la NBA a sus pies
Cuando jugaba en Real Madrid, su mamá, Mirjam Poterbin, lo llevaba a los entrenamientos porque no tenía licencia para conducir. Cuando era más pequeño pasaba el lampazo después de las prácticas para secar el sudor de los jugadores que eran compañeros de su papá, Sasha. Cuando tenía tres meses y lloraba por alguna molestia, la única forma de calmarlo era tomar el carrito, acostarlo e ir hasta la cancha donde se entrenaba su padre: en cuanto oía el pique de la pelota y el rechinar de las zapatillas se acababan las quejas. Quizá por todas estas cuestiones, es que hoy cuando está dentro de una cancha de básquetbol su talento parece no tener límites. Ahora, este esloveno despierta expresiones como las de LeBron James: "Es un maldito hdp. Ya se los intenté decir hace tiempo", escribió en su cuenta de Instagram. Se trata de Luka Doncic, el monstruo de 20 años, el líder de Dallas Mavericks, y el gigante europeo que tiene al universo de la NBA rendido a sus pies.
Hay raíces que explican, quizá, por qué Luka puede acumular su sexto triple-doble (lograr más de dos dígitos en tres rubros diferentes) de la temporada y es capaz de sellar un triple-doble con más de 40 puntos, como sucedió ante San Antonio Spurs el lunes a la noche (42 puntos, 11 rebotes y 12 asistencias). El niño mimados de los Mavericks lo logró con 20 años y 263 días y apenas un jugador pudo alcanzar semejante registro apenas un poco más joven: en 2005 un tal LeBron James, jugando para Cleveland Cavaliers, con 20 años y 100 días, se despachó con 40 puntos, 10 rebotes y 10 asistencias ante Milwaukee Bucks.
Y todas estas estadísticas tal vez sean producto de jornadas y jornadas mirando a Sasha Doncic, su papá, que llegó a integrar el equipo más poderoso de Eslovenia, el Olimpija Ljubljana. Luka disfrutaba de todo aquello, porque estaba en un campo de juego y compartía tiempo con estrellas de la talla de Marko Miilic, capaz de volcar un balón saltando un automóvil, y porque después podía entrar a la cancha y ver de cerca a todos los jugadores mientras pasaba el lampazo a la cancha para secar el sudor de los compañeros de su papá.
No es un gigante como el griego Giannis Antetokoumpo, que mide 2,11 metros: es un chico de 2,02 metros (sin zapatillas) que tiene una plasticidad para jugar y es capaz de tomar las bolas más complejas para resolver un partido en la NBA con la misma tranquilidad que lo hacía cuando con 18 años era el dueño de las miradas en Real Madrid, la institución más poderosa del planeta básquetbol por fuera de la liga estadounidense. Ah y también cuando con Olimpija Ljubljana hacía juegos por encima de los 30 puntos casi todos los partidos.
Apenas lleva una temporada y lo que va de la actual en la competencia más poderosa del mundo y todos hablan maravillas de él. "¿Qué pienso de Doncic? ¿No lo viste jugar? ¿Qué crees que pienso?", dijo Gregg Popovich después de la función del pequeño Luka ante los Spurs. Se quedó con el premio al rookie del año que otorga la NBA y nada cambia para él. Se mantiene alegre y algo tímido.
Ahora ya puede conducir y no tiene problemas en mostrarse en redes sociales escuchando a Andrés Calamaro, saludando por Twitter a Facundo Campazzo por alguna actuación en Real Madrid y no esconde su amor incondicional por su madre, Mirjam, excampeona mundial de danza. Ella se encarga de poner a su niño a tierra para evitar que lo mareen los flashes.
Tuvo buenos consejeros en este camino, Rudy Fernández, Sergio Llull y hasta Andrés Nocioni, que lo puso bajo su ala cuando compartieron equipo en Madrid: "Traté siempre de darle tranquilidad, Desde mi experiencia traté de explicarle que hay cosas malas que debe evitar y trate de enseñarle cosas positivas o que a mí me han ayudado, así como las negativas para que vaya haciendo su propia historia", le dijo el Chapu a LA NACION.
Doncic llegó a Real Madrid cuando tenía 12 años e inmediatamente acaparó la atención. Apenas una entrenamiento con el equipo y lo llevaron a jugar un torneo con el equipo de las categorías más grandes. Con 15 años y ocho meses apareció en las convocatorias para el primer equipo y en abril de 2015, con 16 años y dos meses, se volvió el debutante más joven de la historia del club. De aquel chico que impactó a todos, siguen quedando las mismas señas particulares: la sonrisa dentro del campo de juego y la simpleza para transformar lo extraordinario en un día más en la oficina: "Sólo hago mi trabajo. Siempre el equipo está por delante. Salieron las cosas bien, es simplemente eso", dijo Luka después de poner de rodillas a los Spurs.
Suele sonrojarse cuando recibe elogios y mucho más cuando llegan desde leyendas como Dirk Nowitzki, que aseguró que su legado en los Mavericks está en buenas manos desde que irrumpió Doncic: "Juega con la sabiduría de un veterano. Tiene una visión de juego que nunca antes había visto", dijo el alemán. Incluso, colegas como el griego Antetokoumnpo no dudan en elogiar al esloveno: "Tiene una increíble inteligencia como jugador. El cielo es el límite para él. Se va a hablar muchísimo sobre Luka Doncic".
Solo hace falta pasear con la mirada por las tribunas de Dallas para ver una cantidad grande de fanáticos con remeras con la cara del esloveno y la leyenda "HalleLuka". Y alcanza para comprender a este fenómeno después de leer declaraciones de su entrenador Rick Carlisle: "Este chico puede hacer lo que quiera en una cancha de básquetbol. Está teniendo uno de esos momentos mágicos. Es algo fenomenal de ver y de lo que ser parte. Sus compañeros de equipo y yo le acompañamos en el camino".
Cada uno de los registros que aparecen de la relación de Doncic con una pelota de básquetbol permiten poner en contexto de qué se trata este esloveno que encanta. Su mamá, en una entrevista con Eurohoops, contó: "Desde que comenzó a caminar, cuando tenía un año, estaba jugando con un balón en sus manos. Estaba haciendo todo tipo de deportes. Le gustaba mucho el fútbol, pero era demasiado alto para jugar. Por eso entiendo que Luka nació para jugar al básquetbol".
En su habitación, en su ciudad natal, en la puerta iba marcando cada uno de los centímetros que ganaba y colocaba la fecha para tener un registro de su crecimiento. Además, en esa misma puerta tenía un aro colgado y se pasaba horas y horas lanzando. Incluso, en alguna madrugada Mirjam le tuvo que esconder el balón para que se fuera a dormir porque tenía que ir a clases a la mañana siguiente. Quizá allí estuvo, por ejemplo, la llave para que después, en la selección de Eslovenia U15 marcase 54 puntos en un partido en Roma.
Milena Porterbin, su abuela, dice que no tiene otro recuerdo más que el de su nieto con una pelota de básquetbol. Ella tiene su peluquería en Ljubljana repleta de fotos de Luka en Real Madrid y ahora en Dallas. Ella asegura que un secreto para el éxito de su nieto es que disfruta del básquetbol, por eso es que se lo ve con una sonrisa. De la misma manera que especialistas como Antoni Daimiel dicen que Doncic es una mezcla perfecta entre Drazen Petrovic, Dejan Bodiroga y Toni Kokoc. Pavada de combinación.
"Divertirme y pasarla bien dentro de una cancha. Esa es la clave para mí". Una frase con la firma de Luka Doncic. Una declaración de principios. Una bendición para el básquetbol.
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