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Lucas Victoriano: "No puse en riesgo mi carrera deportiva, me gusta más ser entrenador que jugador"
Habla como si no fuera una figura destacada en la historia del deporte argentino. La sencillez con la explica cada etapa de su vida lo acerca al nene que jugaba con su hermana melliza Gabriela, o lo devuelve a la época en la que mamá Asucena, como jugadora del seleccionado femenino de básquetbol, le puso una pelota en la mano allá en Tucumán. Siempre fue el aro y la pelota, porque podría haber sido el fútbol ya que papá Eduardo, ex arquero de Deportivo Guzmán, pasaba horas entrenando a un equipo de básquetbol en aquella provincia. Lucas Victoriano , ahora entrenador de Regatas , en Corrientes, es el mismo de siempre, no lo cambió una carrera vinculada a Real Madrid con apenas 18 años. Tampoco los años de vida en Europa, haber formado una familia en España, ni haber sido parte del proceso fundacional de la Generación Dorada .
Aquellos días en el barrio Los Periodistas, en Madrid, le vienen siempre a la cabeza cuando comenzó su periplo europeo. Recuerda cuando explotó en la Liga Nacional con aquel espectacular equipo de Olimpia de Venado Tuerto. Pero sabe que es el pasado: hoy su atención se focaliza en su carrera como DT, para dejar atrás las jugadas espectaculares y lanzamientos de ocho metros. Ahora reparte su tiempo con su familia, que también respira básquetbol. Su mujer, Paula Palomares Valiente, fue hasta hace muy poco jugadora profesional y ahora sólo se dedicará a formar parte del seleccionado de España de 3x3. Se conocieron en Zaragoza y allí comenzó todo.
Victoriano es una persona de costumbres simples. A los 40 años y después de 5 de haber dejado la vida como jugador, sabe que debe seguir creciendo en su nuevo rol dentro del deporte. Se colocó en un lugar de privilegio como técnico, ya que en su primera experiencia como entrenador principal en Estudiantes de Concordia , fue subcampeón de la Liga Sudamericana y llegó al Final 4 de la Liga de las Américas . En la charla con La Nación, el tucumano que supo estar bajo la lupa de San Antonio Spurs reconoce que uno de sus principales sueños es formar parte en unos Juegos Olímpicos. No lo pudo hacer como jugador por una lesión y ahora persigue ese anhelo como coach.
-¿Por qué elegiste ser entrenador?
-Durante mi carrera como jugador hubo un momento en el que tuve que cambiar mi forma de jugar. Por mi lesión en la espalda pasé de ser un jugador atlético a nada y tuve que ponerme a pensar más el juego y darle un sentido a todo. Desde ese momento es que comenzó a nacer el entrenador. Desde ahí me involucré mucho más en los equipos en los que estaba, miraba más los sistemas, hablaba más con los entrenadores, me peleaba más con los técnicos y creo que desde ahí empecé a convencerme que cuando dejase de jugar iba a ser entrenador. Me gusta mucho lo que hago. En un asado un amigo me preguntó directamente: ¿Por qué poner en riesgo una carrera buena como deportista? Y le respondí: ‘No puse en riesgo mi carrera deportiva, me gusta más ser entrenador que jugador’.
-¿Quizá muchos no te veían en ese rol por tu personalidad?
-Por mi manera de ser, parecía que no me tomaba las cosas con seriedad. Parece que hay que tener cara de culo para estar concentrado, pero la realidad es que estaba siempre muy metido. Cuando me retiré llamé a todos los entrenadores que tuve en mi carrera y les agradecí por lo que me enseñaron y todos me decían que me veían como futuro entrenador. Creo que tenía esa vocación dentro de mí.
-¿Qué pasaría si te tocara un jugador como eras vos a los 18 años?
-Me divertiría. Habría tratado de cuidar su crecimiento. Respeto mucho la impronta del jugador, si bien me gusta guiarlo y acomodarlo. Cuando era jugador, el modelo europeo me empezó a coartar mi libertad. Todos me miraban como un loco porque tiraba de lejos, pero 20 años después aman a Curry (Stephen). Por eso ahora entiendo que hay que ayudar a los jugadores y mucho más a los talentosos, porque se los pone en duda o se cree que son vagos. Y la verdad es que siento que muchas veces fui prejuzgado por eso y no me gustó. Hay que entender a ese tipo de jugadores. Me gustaría encontrarme con uno de ese estilo, como un Chapu Nocioni, esos talentos que salen de lo común. Es interesante tratar de colaborar con su crecimiento sin cortarle sus atributos porque eso puede ser terrible. En definitiva, uno quiere transmitir lo que vivió con la Generación Dorada. Que el equipo sea un conjunto y que todos puedan brillar en función del grupo. Ya cuando trabajaba con los juveniles de Real Madrid intentaba inocular esas cosas. Esa es mi filosofía. Los equipos se forman con sentimientos.
-Viviste diferentes emociones con la selección, ahora como entrenador, ¿pensás en ese lugar para tu futuro?
-Las cosas se darán naturalmente. Como jugador me ponía objetivos y buscaba adaptarme a cada circunstancia. En Tucumán llegué a primera con casi 15 años, al año siguiente me tocó ir a Venado Tuerto, jugué dos años, salí campeón de la Liga Nacional, me pude comprar mi primer autito y vino Real Madrid a buscarme. Entonces, las cosas suceden por algo. Leí varias veces que Manu [Ginóbili] soñaba tal cosa o que Luis [Scola] también, pero lo real es que yo no soñé casi nada y no sé si fue bueno o malo. Las cosas se me dan naturalmente y las tomo así: Silvio me invitó a ser su asistente, después me tocó ser primer entrenador (Estudiantes de Concordia) y ahora tengo esta chance (Regatas de Corrientes). Lo único que me propongo es que si se me presenta una chance quiero estar preparado, estar formado para asumir cada chace.
-¿Seguís siendo un loco por conocer de básquet?
-Somos una raza diferente, porque no terminamos nunca de desconectar. Siempre fui de seguir distintas ligas, de saber cómo estaban mis compañeros, de conocer sistemas, de conocer cómo trabajan los técnicos. Fui a Madrid a ver al Cholo Simeone, fui a ver rugby. Me interesa saber cómo hacen para ganar los técnicos. Cada charla que hay estoy atento para conocer más. Si le preguntás por estas cosas a mi mujer va a decir que estoy loco.
-¿Cómo es ser un poco tucumano y otro tanto español? ¿Y cómo es eso de ser entrenador en la Argentina y tener a tu familia en España?
-Es cierto, porque viví hasta los primero 15 en Tucumán y después no sé cuantos años en Madrid. Fue duro al principio cuando nos conocimos con Paula, porque los dos jugábamos. Había momentos en los que no coincidíamos de ciudad. Lo sobrellevamos bien. Cuando me retiré fue cuando le pedí tener un hijo porque sentía que iba a tener tiempo y porque quería ser un padre presente. Una de las cosas que le pedí es que mis hijos nacieran en Tucumán y por ahora lo cumplí. Al principio fue duro, porque en Quimsa duró poco la experiencia y me volví a Madrid, pero el año pasado fue largo. Por eso mi mujer tomó la determinación de dejar de jugar profesionalmente y ahora sólo lo va a ser para la selección de España 3 x 3. Así que van a venir para Corrientes. Eso me da felicidad.
-¿Cuánto te ayudó haberte formado prácticamente en Europa?
-Mucho y me ayudó a terminar de formar mi personalidad. Mi forma de jugar me ayudó a llegar hasta Europa, pero te limita la rebeldía. Pero es importante cómo te permite conocer el profesionalismo. La forma de entrenarte allí te ayuda. Siempre trato de decirles a mis jugadores que no estén pendientes de si el entrenador los pone o no, sino que busquen mejorar y prepararse para el momento indicado. Como jugador me costó pensar así, pero ahora lo hago con mis jugadores. Les explico que las excusas debilitan aunque tengas o no razón.
-¿En qué medida te costó darte cuenta que tu carrera estaba ligada a Real Madrid?
-Me dieron un par de cachetazos en Europa. De chiquito todo me había salido bien y todo mejoraba para mí. Siempre fui en ascenso en mi carrera y me aparecieron adversidades cuando fui al Madrid. Un entrenador que no terminaba de confiar, una máquina de resultados como es Real Madrid que te presiona… Ahí sufrí y comencé a conocerme. Ahora que lo pienso nunca soñé ni cerca todo lo que me tocó vivir. Ser integrante de la mejor selección de la Argentina de la historia, jugar en Europa…
-De aquella época, cuando se habla que podrías haber sido vos o Manu Ginóbili en el Draft del 99 en San Antonio, ¿supiste algo?
-Leí algunas versiones acerca de que habían tirado una moneda y parece increíble. Y en una entrevista dije: ‘Es la moneda más inteligente del mundo o es la moneda de Robert Redford en Propuesta Indecente que tenía las dos caras iguales’. Me parece que tuve algún momento de coqueteo con San Antonio porque seguían a aquella selección Sub 21, pero sinceramente nunca me sentí cerca de la NBA. El entorno o la gente fue la que me vio más cerca. La verdad es que no creo haber hecho tantos méritos para estar en la NBA. Pero no era algo que me volvía loco la NBA como sí estar en unos Juegos Olímpicos. Eso sí me queda y quiero estar de alguna manera en uno. Siempre voy a quererlo. Me quedé con ganas de estar en 2004, pero aún sabiendo que no estaba en condiciones de ir, porque no tenía la espalda sana.
-La Liga ACB, que también conocés bien, ¿te seduce?
-Sin duda, pero creo que eso se puede dar si hago bien mi trabajo acá primero. Entrenar bien es lo primordial. Porque mucho se puede decir y mi nombre puede sonar, pero si no hacés bien las cosas como entrenador, nada funciona. Hasta hace poco era el ex jugador, pero ahora sí siento que me hablan como un entrenador. Creo que el año pasado, con la Liga Sudamericana y con lo bueno que hicimos como equipo, me ayudó a que me vieran de otra forma. Hoy no me siento todo lo suficientemente preparado; incluso, me hablaron de España y yo propuse otro entrenador de la liga argentina para asumir esa tarea. Entiendo que me falta recorrido para adquirir esa identidad que todo entrenador tiene que tener.
-Justamente ahí hay un punto especial, ¿qué tipo de entrenador te aplica?
-Me parece que los ex jugadores somos una mezcla de las cosas buenas y malas de los entrenadores que tuvimos. A mí, ver entrenamientos de otros deportes, hablar con los técnicos y hasta con algunos empresarios me alimenta el aprendizaje y me da experiencia. Cada vez que hablo con alguien y me explica su forma de trabajar, las antenas se preparan para ver cómo lo puedo transferir al básquetbol. Mi idea es que todos participen y que todos sean felices, porque esa es la manera de estar concentrado, comprometido, enfocado… Busco pasarles todo el alimento que recibí de la Generación Dorada. Explicarles que hay gente con mucho más talento y que puso sobre una mesa sus atributos para que otros también pudieran brillar. Y que cuando termine una competencia, un entrenamiento o un partido, nadie salga mirando el piso, que se retiren sabiendo que dejaron todo lo que tenían dentro. Que se vayan vacíos.
-¿Qué te genera después de tantos años seguir compartiendo los mismo códigos con tus ex compañeros de la selección?
-Casi todos nuestros mensajes tienen un entrelíneas y eso nos divierte. El haber compartido algo tan grande… Cuando hablo con ellos me transformo en el mismo chico que era por entonces, hago las mismas bromas. Hay veces que nos decimos que extrañamos aquellos días, pero disfrutamos lo que estamos viviendo hoy. Está buenísimo seguir viviendo todo con naturalidad. Somos parte de un legado muy marcado, pero todos son las mismas personas y eso es lo más importante. No somos todos amigos, pero cuando alguno le pasa algo bueno o no tanto, los demás estamos atentos a esas cosas. Hay una identidad que nos une. Cada uno se llevó un pedacito el corazón del otro. Todo está todo conectado por una gran experiencia.
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