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Luca Vildoza, campeón y MVP del básquetbol español, con LA NACION: "El Mundial me dio un nombre, ya no me siento el chico mimado que salió de Quilmes"
"Todavía no caí, hasta que no salga a la calle creo que no me voy a dar cuenta. El premio lo tengo acá, lo miro y es como si no fuese mío. Cuando vino uno de los chicos de la organización a decirme que era el MVP, yo ya estaba… No sabía ni qué hacer, hasta me daba vergüenza ir a buscar el premio. Uff, ¡qué felicidad!". No se detiene, no quiere y no tiene por qué hacerlo. Tiene 24 años y está en la cima. El mundo del básquetbol FIBA lo admira. Luca Vildoza está en Vitoria, pero en las nubes. Disfruta, es talento en pleno vuelo. Es confianza que dejó atrás al chico de Quilmes de Mar del Plata para transformarse en líder en Baskonia, ser uno de los responsables del título de campeón de la Liga de España y elegido como el jugador más valioso de la final ganada ante Barcelona, nada menos.
Domó las ansiedades, y el encierro por esta pandemia lo capitalizó. Una etapa que para el mundo se transformó en una tortura, para él resultó un punto de inflexión. Un proceso en el que terminó de dar un salto en su personalidad, en el que se convenció y dejó la exigencia desmedida. Ahora se permite disfrutar, se siente tranquilo con su esfuerzo. Habla y su voz transmite seguridad y felicidad, un combo perfecto.
Dentro de ese camino, la música sigue teniendo su espacio para encontrar motivación. Le cuenta a LA NACION que sostiene su gusto por el Indio Solari y Patricio Rey y que antes de saltar a la cancha para enfrentarse a Barcelona, los temas elegidos fueron Ciudad Baigón y Gualicho: "Esas canciones tienen algo, no sé, me tocan. En cierta manera me motivan. Y vos sabés que el Callejón de los Milagros, que es cortita, también me encanta, me da…". Emana emoción y contagia, ya instalado en Vitoria y esperando a los festejos en la ciudad por semejante conquista.
–El Mundial de China, una operación, seis meses sin jugar, un título con Baskonia el premio de MVP, ¿podés poner todo en contexto?
–Ufff. La verdad que si te lo ponés a analizar parece que el Mundial de China fue hace mil años y con todas las cosas que pasaron en el medio, con el comienzo de la temporada, la operación, esta definición… Parece que hubiera sido otra temporada. Es increíble todo lo que pasó. Es complicado ordenar todo.
–Contame cómo fue todo desde ese doble contra Heurtel que les dio el título hasta ahora que estás en Vitoria.
–Sigo sin dormir. Estoy que no puedo dormir, me acuesto y me late el corazón más fuerte, se me vienen imágenes del partido. Después de que metí ese doble y que se sentía que estábamos ahí de ser campeones, es como que subimos a las nubes. Si bien nos cuesta creer que somos campeones, también sabemos lo que nos costó para llegar hasta ese lugar.
You love to see it [R]¡EL MOMENTO!#GoazenBaskonia#Txapeldunakpic.twitter.com/JlhaM37fpk&— Saski Baskonia (@Baskonia) July 1, 2020
–El festejo de Baskonia resultó diferente a otros, como si fuese más intenso, porque todos esperaban que fuera el campeonato para Barcelona o Real Madrid, ¿lo sintieron de esa manera?
–Sin duda, sabíamos que había muchos equipos que luchaban por el título. Nosotros nos convencimos, Dusko [Ivanovic, el entrenador] fue el responsable de eso. Nos hizo cambiar la mentalidad, nos empujó a ir para adelante, a que tengamos una cabeza ganadora. Nos lo creímos, nos convencimos y tuvo razón.
–¿Cuánto influye tu maduración en que hayas tenido sido protagonista del título y ganado el premio a MVP?
–Mucho. Estaba confiado y tranquilo, porque sabía que había trabajado. Hacía mucho que no le metía tanta energía como lo hice en esta cuarentena, la verdad que había algo en mí que me decía que iba a jugarse otra vez. Y que quizá podía tener unos minutos. Cuando me estaba entrenando y sentía que me dolía el hombro y me molestaba, maldecía porque pensaba que no iba a poder estar a pleno. Pero me concentré en recuperarme y ponerme fuerte. Y la verdad que haber jugado el primer partido de la etapa final (ante Bilbao), ya había sido un premio para mí. Y a Dusko le doy mucho mérito, porque más allá de lo duro que aparenta ser, es increíble la confianza que nos trasmitió siempre. Muy pocas veces sentí una cosa así. El siempre sabe cómo manejar a cada jugador.
–Y en tu caso, ¿qué fibra tocó para que te expresaras así en la cancha?
–Sabía cómo motivarme, me dio mucha confianza. Hubo partidos en los que tomé muchos tiros y que no metí, pero siguió dándome la pelota. Me buscaba para que generara y que tuviera opciones de tiro. No sentí que en ningún momento él pensara: "Luca, dejá de hacer cagadas o dejá de tirar al aro", no lo advertí tampoco con mis compañeros. Por eso las ganas de defender y de ganar eran más grandes.
–El aprender a aceptar roles y asumir responsabilidades es parte del crecimiento del jugador, ¿te das cuenta que tus compañeros confían mucho en vos?
–Eso lo sentí en todo el torneo y fue increíble, porque yo llegué al torneo después de seis meses sin jugar. Sin embargo, ellos me hicieron sentir que tenía que estar ahí para conducir al equipo. Eso me motivó a intentar liderar y a motivarlos siempre. Si vos mirás un partido mío de ahora y uno del año pasado, en 2019 ni hablaba. Ahora me sentí más seguro, con más comunicación, atento para ver quién necesitaba una cachetada de respaldo, quién necesita la pelota cuando quemaba… Esa confianza que me transmitieron pocas veces lo sentí.
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–Todavía da vueltas el video de tu cara cuando te das cuenta de que entró la bola que definió el título…
–El partido anterior había errado una igual. Entonces, en el cierre con Barcelona, cuando la tiré, me dio cierto miedo de la tapa, pero cuando terminó adentro, la sensación fue increíble. Incluso, pensé que se había terminado el partido, yo ya me iba del estadio y a festejar por Valencia. Menos mal que Dusko me sacó para la última defensa porque yo ya estaba en las nubes.
–¿El Mundial influyó en tu evolución?
–Creo que el Mundial me cambió la cara, me dio un nombre, ya no me sentí el chico mimado que salió de Quilmes. El Mundial me dio cierta reputación. La verdad que ahora me siento muy bien. La cuarentena me vino bien para pensar en mí, para leer, para reflexionar y recordar todo lo que trabajé para poder estar en esa final. Nunca había hecho eso de ser consciente de ese esfuerzo, entonces, me ayudó para estar tranquilo. Y la verdad que no me preocupaba si erraba o no, estaba en paz conmigo.
–Eso es un gran cambio, antes te castigabas mucho si no rendías y hasta no te permitías emocionarte, como sí pasó cuando te entrevistaron al final del partido. ¿Es un click que te debías?
–Totalmente. Entendí en este corto tiempo que el jugador de básquet tiene sus rachas, que no se puede meter 20 puntos todos los partidos, si hacés eso deberías estar en la NBA, que todos los días no podés tirar los mismos porcentajes. Y eso me costaba entenderlo, no podía aceptar cómo era que podía jugar muy bien un partido y al siguiente no aparecía en la planilla. Comprender eso me ayudó muchísimo.
–¿Alguien te ayudó con eso?
–Lo que me cambió la cabeza fue una entrevista que le hicieron durante el Mundial de China a Sergio Lllul (el base de la selección de España y de Real Madrid), por una racha negativa que llevaba. Eso me hizo reflexionar y al estar tanto tiempo solo en mi casa, busqué cómo cambiar eso de castigarme tanto cuando algo me sale mal. Ahora termina el partido y me voy contento y tranquilo de que dejé todo.
–Muchos te marcan que más allá de anotar, que te gusta, evolucionaste defensivamente, ¿te ocupaste de eso también?
–Completamente. Pero la verdad es que todos estábamos muy bien preparados, Dusko nos puso físicamente al cien por ciento. Y eso se notó dentro de la cancha. Yo me siento muy bien físicamente, no me cansé y sentí que podía jugar 30 minutos de un partido y estar entero para el siguiente. Y la verdad que con Dusko uno sabe que es muy difícil jugar si no defendés. La mentalidad que me impuso fue que quien esté enfrente de mí no me pase y eso me ayudó a crecer como jugador defensivo.
–En los últimos 14 títulos de Baskonia, siempre hubo un argentino, ¿Qué pasa con el equipo vasco y los argentinos?
–No sé si es coincidencia o alguien nos manda desde arriba. Es un orgullo. Y Dusko estuvo en la mayoría de eso títulos. Es un privilegio esto, porque es un equipo que va a quedar en la memoria de la gente. Y saber que lo puedo compartir con Pato [Garino], nos hace sentir integrados a la historia del club.
–Tenés 24 años y llegaste a un lugar altísimo, ¿cómo se planifica el futuro?
–Hay que sostener lo que se logró. Es verdad que es mérito al trabajo lo conseguido, pero yo soy el primero que sabe que tengo que seguir mejorando. Tengo muchas cosas en las que debo evolucionar. El próximo paso no lo sé, puede ser seguir creciendo para sumar experiencia y crecer como jugador. Creo tener de todo un poco, pero que en todo tengo que mejorar. Sé que tengo que evolucionar en mi defensa para no sobrepasarme cuando quiero robar un balón, que hay veces que tomo tiros precipitados y que hay ocasiones en las que se me complica en el traslado cuando me presionan. No siento que lo haga mal, pero sé que tengo que mejorar esas cosas.
–¿Ahora cerrás el día con música y abrazando el premio?
–No sé, la verdad que no tengo idea. Pero no es mala idea. Déjame pensar… Ya está, ahora pongo el Tesoro de los inocentes del Indio [Solari]. Vos sabés que cuando empezó la definición escribí que estábamos para desatar nuestra tormenta (una frase de la canción) y así pasó.
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