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Los cambios que aceptó Manu Ginóbili para ser el dueño de todos los flashes en San Antonio Spurs
A los 40 años es el dueño de los mayores elogios de la liga más poderosa del planeta y hasta los hinchas y San Antonio Spurs hacen campaña para nominarlo en el All Star Game; la reconfiguración de su alimentación y de su preparación lo mantienen en la elite
“Empecé a hacer pesas a los 15 años porque veía que no pasaba nada con mi altura”, contó alguna vez Manu Ginóbili . A esa edad lo cargaban porque no pesaba más de 50 kilos y su capacidad para levantar peso era inferior al resto de los chicos de su edad. Los más memoriosos recuerdan que había una puerta con una arcada y él, el más chico de la dinastía Ginóbili, en cuanto tenía una oportunidad intentaba alcanzarla con un salto, pero no pretendía tocarla con las manos, sino con la cabeza. Una, dos, cien, mil veces. No tenía límites. Nunca los tuvo. Hasta fue a consultar a un bioquímico, Raúl Herrero, que trabajaba en un gimnasio ubicado junto a Bahiense del Norte, su club de la infancia, para saber cómo hacer para crecer. Herrero le dijo que había una alternativa: fortalecer su musculación incorporando proteínas a su dieta: tomaba unos batidos que tenían hígado, huevo y banana. “Un espanto era eso que tomaba este pibe. Yo creo que por este tipo de locuras es que mi hermano pasó el 1.90 metro cuando ninguno de nosotros lo pudo superar. Se cagó en todos. Lo burlaban porque pesaba 42 kilos mojado, pero él siguió adelante. Era tan cabeza dura que le ganó hasta a la naturaleza”, contó Leandro en el libro Manu El Héroe.
Así está configurado el 20 de los Spurs, siempre en el centro de la escena. Y no conoce de oposiciones. Derriba muros. Le arrebata la razón a la lógica. El personaje que a los 40 años pretendía tener una temporada de pleno disfrute, semana tras semana se encarga de reescribir su fantástica historia en la NBA. Asombra a todos. El bahiense que es capaz de poner a sus pies al universo del deporte más prepotente y egocéntrico. El argentino que obligó a la misma liga en la que reinaron Michael Jordan, Magic Johnson y Larry Bird, a citar en redes sociales: “A quitarse el sombrero ante una auténtica leyenda”. Ese es Ginóbili.
Entre los cierres ganadores ante Boston y Dallas, más el extraño pase que terminó en triple ante los Knicks, Ginóbili hace que hiervan las redes sociales. Con cuatro décadas en el lomo compite y todos se asombran, pero existen muchos elementos que permiten comprender que no es casual este proceso. Incluso, este nivel del bahiense (sin ser su mejor versión) empujó a los fanáticos y a la franquicia texana a hacer campaña para ponerlo en el All Star Game 2018, que se desarrollará en Los Ángeles. “Es una locura que pidan eso”, dijo en su última columna de 2017 en la nacion.
Ahora bien, ¿por qué un jugador con 40 años se mantiene en el más alto nivel? Es que no sólo a los 15 años hizo de todo para crecer, sino que cuando ya era una estrella y tenía dos anillos de la NBA, entendió que tenía que cambiar su preparación para asumir la empresa. En 2009, a los 32 años, cuando ya lo fastidiaban los dolores de espalda, las contracturas lo molestaban y los isquiotibiales se le cargaban sistemáticamente, entendió que era necesario modificar sus cuidados para la competencia. En esa etapa aceptó apoyar su preparación en el Método Busquet, una terapia manual que busca encontrar la fuente del problema para tratar el cuerpo. En conclusión, trabaja sobre las diferentes cadenas musculares de cada paciente. Esta alternativa llegó de la mano de su primo Paulo Maccari, hijo de una hermana de Raquel, la mamá de Manu. Le propuso al 20 de los Spurs probar con este método, ya que es uno de los pocos kinesiólogos capacitados para aplicarlo.
Maccari conoció a Leopold Busquet, por intermedio de una colega española, Gabriela Naranjo, y desde allí aprendió todo lo que después trabajó con su primo. Lo hicieron en conjunto, porque así se debe actuar con Manu, ya que no acepta hacer nada que no lo convenza. Entonces, dentro del plan era necesario también cambiar su alimentación.
Manu, usualmente, se levanta y come proteínas y consume grasas ¿Cómo que come grasas? En realidad las que consume son las buenas, las del huevo, las de la palta. Y también suma proteínas, por ejemplo, del jamón. De un buen jamón crudo, de bellota, no el de un animal alimentado a cereal. También come lomo, pero de animal alimentado con bellota. “Yo se lo acercaba desde Madrid, pero ahora consiguió quien se lo lleve en los Estados Unidos” –cuenta Maccari–; también consume dátiles, algunas nueces, algunas almendras, avellanas. Muchas frutas, muchas. Normalmente toma un café y después, el huevo revuelto, pero huevo de granja. Le compramos a una señora que tiene un puesto cerca de su casa. Endulza con miel, porque no toma azúcar. El azúcar es un veneno. Hay que tratar de no endulzar tanto. En la infusión nocturna no usa ni la miel. Después va a entrenarse y consume frutas, bebidas... Lo ideal sería que se entrenara en ayunas, pero no he logrado que eso suceda. Y lo entiendo, porque se entrena cerca de las 10 de la mañana y él se levanta a las 7 para llevar a los chicos a la escuela. Por eso lo dejo que desayune antes de entrenarse. Le sugiero que no coma en horarios cercanos a las prácticas”. También el club aporta en la alimentación: “Hacen jugos, que cada uno elige. Por ejemplo, de frutas y jengibre. Cuando termina la práctica lo toma. Después, al mediodía, cocino yo –si estoy– o Marianela (su esposa). Por lo general comemos pescado y verduras. No comemos papas, porque tienen saponinas, que son antinutrientes y eso hace que se congestione el intestino”.
La dieta es controlada por una nutricionista española, Yolanda Santiuste, una bióloga que vive en Madrid. Se ponen en contacto por mail y por lo general los intercambios de mensajes son con Many (la esposa de Manu). En una cena, por lo general, pueden comer, si almorzaron pescado, una lasaña de verduras, o zucchini rellenos. Siempre tratan de usar verduras en las comidas. Suelen prepararle también comidas sin gluten, algunos platos los elaboran con harina de almendras o coco. “El aceite de coco lo usamos mucho porque es antinflamatorio. Manu no usa antinflamatorios”, detalla el kinesiólogo.
Para cada etapa hay diferentes estrategias. Si están en playoffs, van planificando comer más hidratos, pero no los de la pasta, sino de la verdura, de un pescado. No carne o una verdura cruda, que es más difícil de digerir. “Si sé que a las 17 o 19 tiene que poner en marcha el cuerpo, se preparan verduras cocidas, al vapor o a la plancha, para que pueda digerirlas más rápido. Las pastillas de Omega 3 las tiene en la mesa, como los viejos. Siempre toma el agua con sus pastillas –zinc, probióticos u Omega 3–, como una religión”.
"You see the follow-through?" ?? - @manuginobili on his ?l?o?b? ? three. #NBAVOTEpic.twitter.com/ZlBGAPsd1r&— San Antonio Spurs (@spurs) January 3, 2018
En la casa de Ginóbili hay ciertos procedimientos después y antes de cada juego. Maccari lo visita por períodos de 10 días. Va con su camilla por todos lados, pero en la casa del 20 de los Spurs, tiene un lugar específico: se ubica en la sala principal y en el centro coloca una alfombra que también lo acompaña a todas partes. No se puede pisar. Dante y Nicola, los Melli, y Luca el más pequeño de los Ginóbili, ya conocen las reglas del tío Paulo. Las sesiones son por la mañana y por la noche. Los días en que Manu juega se quedan hasta pasada la medianoche estirando los músculos. Trabajan con tranquilidad, porque primero toma un té y después escucha programas que graba de la radio o podcasts.
“Tras los partidos no estiramos, sino que hacemos un trabajo de relajación, él sabe que no se tiene que colocar hielo, que no se tiene que poner a elongar ni antes ni después de un partido. Hacemos movimientos de las cadenas fisiológicas. Afloja todo. Como si se tratase de un animal que va a correr a una presa. Ellos estiran una pata, la otra, el cuerpo, es como que se desperezan. Después se sacuden todos, salen de caza y pegan el zarpazo. El animal no se pone a elongar. No fuerza sus músculos. Y tampoco después de una carrera se pone a estirar. Se queda tranquilo. Y cuando termina, cuando el cuerpo se enfría, lo único que hace es moverse con ese sacudirse tan particular. El estiramiento es un invento de no sé quién”, relata Maccari.
Las muestras de por qué Manu Ginóbili compite a los 40 años y por qué los rivales y los compañeros lo consideran una fuente de inspiración, siempre estuvo en cómo se preparó para ser una estrella.
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