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Los Angeles Lakers-Miami Heat: la sangre en el ojo y el recuerdo de 2011 mantienen en estado de alerta a LeBron James en la final de la NBA
La contundencia del primer partido no le dice nada. No quiere que ese factor se traslade al resto de sus compañeros. Golpea la mesa y advierte sobre el asunto. Una diferencia importante en el primer juego de la final de la NBA no lo conforma. Le quema el corazón, tiene heridas que no le cerraron, su necesidad de ganar no le permiten que cicatricen.
LeBron James no se confía. El contundente 116-98 de Los Ángeles Lakers sobre Miami Heat desprende conclusiones para los que están fuera de la escena, pero para The King no hay tiempo para esas cosas. Todo lo contrario. Le sobrevuela el recuerdo de sus segundas finales de la NBA, en 2011, le quema Dirk Nowitzki, es que tras un comienzo similar al de anoche, después se llevó un directo al mentón: "He vivido momentos así en mi carrera. Partidos de las finales que ganas, parece que tienes la inercia a favor, toda la ventaja del mundo y todo bajo control… pero una jugada puede cambiar un partido. Una jugada puede cambiar una eliminatoria", dijo Lebron.
Intenta que a sus compañeros les llegue el mensaje. Que no los encandilen los 34 puntos de Anthony Davis ni los 25 del propio LeBron. Que no se confundan por los golpes de la primera escena con las bajas de Goran Dragic (una lesión en el pie izquierdo), Bam Adebayo (un traumatismo en el hombro izquierdo) y los algodones con los que se cuidan a Jimmy Butler (se torció el tobillo izquierdo). Para LeBron todas esas cosas no cuentan, por eso no tiene problemas en decir tras ganar el primer partido de la final de la NBA: "No estamos satisfechos, solo ganamos un partido".
Y redobló la exigencia con frases como: "Es inaceptable cómo terminamos el partido (en referencia en que dejaron que los Heat acortaran una diferencia de 32 puntos). Al principio no fuimos físicos, nos dieron un cachetazo. Después ya empezamos a jugar como sabemos. Tengo ganas de que nos juntemos y veamos el partido. Tenemos que analizarlo, porque podemos jugar mucho mejor todavía".
El recuerdo a LeBron le arde. Tiene 35 años, tres anillos en la vitrina, 10 finales de la NBA, pero lo que le arrebataron es lo que le duele. Es que en 2011, cuando jugó justamente con la camiseta de Miami Heat en la final ante Dallas Mavericks el primer partido fue para LeBron, Wade y Bosh por 92-84, pero la serie quedó en manos del legendario Nowitzki y sus Mavs que se impusieron por 4-2. A The King le hierve la sangre por aquella cita, en especial por el segundo partido de la serie que ganaban por 15 puntos en el último cuarto (88-73) y perdieron el juego por 95-93: "Eso me sigue quemando todavía, aún es el día que me escuece. Siempre digo que no hay profesor como la experiencia. Y yo he vivido muchas experiencias".
Es un ganador, deslumbra con su talento. Nadie duda de ello, incluso, la discusión es de qué lado de la mesa está sentando junto a Michael Jordan y Kobe Bryant. Sin embargo, de lo que sabe Lebron es de llegar hasta el último acto y quedarse sin nada. Sufrió muchos golpes, incluso, la primera gran frustración fue con Cleveland, cuando en la final de 2007 sufrió una barrida por 4-0 a manos de San Antonio Spurs de Manu Ginóbili y Fabricio Oberto.
Las estadísticas lo tienen como un ganador voraz, es verdad, pero también como uno de los que más traspiés tuvo en su carrera deportiva en la definición de la competencia: 2011 (4-2), 14 (4-1), 15 (4-2), 17 (4-1) y 2018 (4-0). Tanto que es el tercero en la historia en más finales frustradas junto con Larry Foust, que perdió en 1955, 56, 59, 60 y 61.
"That s--- burns me to this day."LeBron recalls Game 2 of the 2011 Finals where the Heat blew a late lead to Dirk's Mavs. pic.twitter.com/FzYV1Y75pa&— SportsCenter (@SportsCenter) October 1, 2020
Es por eso que Lebron les pide a sus compañeros que no se relajen, no le alcanza con un arranque a toda orquesta. No le conforma saber que Rajon Rondo, Anthony Davis, Alex Caruso o Kyle Kuzma lo ayudan en la empresa. Quiere resolver el asunto. Conoce a Erik Spoelstra, el entrenador de Miami Heat, ya que con él obtuvo dos (2012-2013) de sus tres anillos. Y ese es un punto que The King entiende como preocupante, porque sabe de la capacidad del conductor de los Heat para buscar soluciones y torcer el rumbo de las cosas: "Es una gran entrenador, un estudioso del juego. Siempre tiene una respuesta para casi todas las cosas", dijo LeBron.
Acumula 50 partidos ya en la lucha por un anillo, con un promedio de 28,2 puntos, 10,1 rebotes y 7,8 asistencias, pero eso no lo relaja al hombre de la mirada asesina y el deseo de estar en la cima del planeta básquetbol. LeBron lastimado es la versión más peligrosa y no va a dejar que su presa, los Heat, se recuperen.
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