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Leandro Bolmaro con LA NACION: “Estar en la selección me ayuda a recuperar la confianza”
El jugador de Minnesota Timberwolves es una de las piezas claves del conjunto nacional que esta noche se mide con Venezuela en Puerto La Cruz
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“Estar en la selección me ayuda a recuperar la confianza que quizá uno puede perder cuando no le toca jugar en su equipo. No es fácil de conseguirla, pero estar acá, tener estos compañeros, un entrenador como el Che, me va a ayudar para lo que viene. Es todo ganancia”. La frase de Leandro Bolmaro es tan clara y contundente que permite comprender en qué punto de su carrera se encuentra. Si bien tuvo un año lejos de lo que él proyectaba en la NBA, la selección aparece en su camino para darle la calma que necesita. Sonríe, se mete en el relato cuando se trata de hablar qué siente de estar junto a jugadores como Facundo Campazzo o Carlos Delfino, se permite ser natural, frontal y reconocer que con la camiseta celeste y blanca puede volver a ser el jugador que deslumbró en Europa, con Barcelona.
Cruza algunos mensajes con su papá, Osvaldo, se divierte con alguna frase que le aporta Camila, su hermana, y se sumerge en la charla con LA NACION, horas antes del cruce de esta noche con Venezuela, en Puerto La Cruz, por eliminatorias para el Mundial 2023 de Japón, Filipinas e Indonesia. Permite por un rato meterse en su vida en los Estados Unidos, cuenta que dos veces por semana estudia inglés, que el día a día no le resultó tan simple, pero que trabajó duro para comprender este nuevo desafío en su carrera.
A los 21 años, es una de las grandes apuestas para la selección. Aunque después de demostrar todo su talento en Barcelona y de curtirse con la dureza que implica ser parte de la NBA, en Minnesota Timberwolves, ya dejó en claro que es una realidad. Que ya es un jugador que puede ser parte de la rotación principal y que en este nuevo proceso de Néstor García como conductor, puede convertirse en una de las piezas claves.
-Estás parado desde otro lugar en la selección, ¿Cómo tomaste esta convocatoria y qué responsabilidad implica para vos estar acá?
-Me siento más maduro. Me parece que crecí respecto de mi última convocatoria. Entiendo que estoy ganando responsabilidad, que voy sumando confianza, porque el entrenador y mis compañeros me respaldan. Lo estoy aprovechando, lo disfruto.
-¿Hoy sentís que estás más cerca de los jugadores más grandes y de más experiencia de la selección?
-Es cierto que cambian las cosas. Las primeras veces uno tiene otro lugar en el equipo, ahora llevo dos años, los conozco más y siento que me toman de otra manera. Jugar con ellos es un placer, los respeto y trato de ayudar en todo. Quiero tener responsabilidades dentro del grupo.
-Saliste de Barcelona y estabas jugando mucho, pasaste a la NBA y las circunstancias cambiaron, porque tuviste pocos minutos y te mandaron a jugar partidos de G-League, ¿Cuánto te sirvió todo lo que viste en el último tiempo en Minnesota?
-Mentalmente tuve que estar preparado, hubo momentos difíciles, no jugaba, me mandaron a la G-League, después volvía al primer equipo y no jugaba. Después fui creciendo, pude revertir un poco el escenario e ingresé en la rotación. Fueron muchos altibajos, al final no terminé jugando, pero salí de Estados Unidos con otro sabor. Me da otra perspectiva para lo que viene, para entrenarme en el verano y poder estar en la Summer League. Me parece que es parte de la adaptación, de acomodarme al idioma, a las costumbres. Ahora me siento de otra manera de cara a la próxima temporada, me siento más preparado.
-Durante esa etapa, ¿qué aprendiste puntualmente?
-Y bueno, aprendí la cultura norteamericana. Que los equipos cuando viajan, por ejemplo, te dan plata para que vayas a comer a cuando quieras o dónde quieras. Cada uno está en su mundo. Vas entiendo cómo hacen las cosas. También el estilo de juego es algo para aprender, porque es diferente al de Europa, los jugadores son gigantes, muy atléticos, es imposible hacer una bandeja solo. Cuando pensás que vas derecho al aro para definir aparece uno de otro lado y te niega el tiro. Aprendí esas cosas, a tratar de entender que compito contra jugadores muy atléticos y es muy difícil.
-¿La concepción de equipo es diferente entre la NBA y el básquetbol FIBA?
-En todos lados se compite fuerte, pero en la NBA hay mucha competencia individual. Cuando estás ahí tenés claro que nadie te va a regalar nada, que todos quieren estar en tu lugar. Vas a ganarte el puesto, todos lo hacen.
-¿Cuánto te ayudó Pablo Prigioni para sobrevolar esos momentos complejos?
-Mucho, siempre me habló, me dio consejos, me puso los pies sobre la tierra. Me explicaba que tengo que tomarme las cosas con calma, que es mi primer año, que es un idioma diferente, que hay que adaptarse, que hay que entrenarse duro y tener paciencia. El idioma del básquet lo tengo claro cuando lo hablan en inglés, porque en Barcelona todos hablaban inglés. Pero afuera fue el tema, el primer mes fue complicado. Me puse a estudiar, a mejorar mi pronunciación y a estar más conectado con el idioma. Quería hablar y comprender.
-¿Qué te enseñó el mundo NBA para incorporar a tu juego?
-Me parece que la prioridad fue el físico, porque las primeras veces que me entrené me pegaron un empujón y me tiraron a la m… Así que ahí mismo agarré al preparador físico y le dije que quería todos los días trabajar para evolucionar en ese aspecto. Aumenté como 10 kilos los dos primeros que estuve. Siempre busco un momento para mejorar en eso. Y desde lo táctico, entendí que no es fácil llegar hasta el aro. En Europa quizá tenía algunas más chances de hacer una bandejita, pero en Estados Unidos jugás contra gente que toda es de 2 metros y con una destreza física increíble. Entender fue complicado, pero lo terminé de incorporar, modificando las terminaciones de mis acciones individuales.
-¿Qué compañero de Minnesota te impactó? ¿Cuál de la selección?
-En la selección Facundo, con los pases y las cosas que hace. Te sorprende en cada entrenamiento. Tenés que mirarlo todo el tiempo, te vas a dormir, te metés en la cama y miralo porque te mete un pase. Y en Minnesota, Karl Anthony Towns es increíble. El talento que tiene es impresionante. Hace todo, juega el poste, tira de tres puntos, la sube como un base. Hace parecer todo fácil. Lo mirás adentro de la cancha y decís: “Paaa, qué jugadorazo”. Te hace 30 puntos en un cuarto.
-¿Qué te dejó la G-League?
-Me sirvió para agarrar ritmo y mantenerme en forma. Hay mucha diferencia entre la G-League y la NBA, son dos niveles diferentes. Lo usaba para tomar volumen de juego. Me mandaron varias veces por un partido. Me decían que era para tomar forma, pero no podía hacerlo porque era sólo por un partido. Pero bueno, uno entiende que son las metodologías que tiene la NBA.
-¿Cuánto te ayudó la familia en todo este proceso?
-Demasiado, porque mi viejo estuvo conmigo, mi hermana también, mi vieja ya tiene la visa y ahora va a poder viajar. Ellos me ayudaron para estar mejor psicológicamente, porque cuando no jugás, te sacan de la rotación, te mandan a la G-League, las cosas se vuelven raras. Fue un año duro, pero entendí que es un proceso. Y aunque lo entendés te cuesta, porque venía de Barcelona, en donde tenía minutos, quería jugar, quiero jugar, así que bueno, es una adaptación que poco a poco voy comprendiendo.
-Cuando trabajás con el psicólogo, ¿en qué se enfocan?
-Sí, mucho la paciencia. Se busca estar bien anímicamente, me ayuda a encontrar cosas positivas. Si te rodeás de cosas negativas te hundís. Haber ido a la G-League lo puse en positivo, para usar el lugar como un espacio para practicar las cosas que aprendí trabajando con el primer equipo. Me ayudó entender el proceso de adaptación, a tener mucha paciencia, que no se resuelve de un día para el otro.
-¿Qué representa para vos tener un técnico como Néstor García?
-Es genial tenerlo. Motiva muchísimo, alienta todo el tiempo a los jugadores. Es increíble, es un gran entrenador. Es la primera vez que lo tengo, es intenso, pero es un maestro. Da mucha confianza, nos anima y tener un entrenador que haga eso es todo, no podés pedir más como jugador.
-Después de un año como el que vos viviste, ¿El Che García es el entrenador ideal?
-Tal cual. Estoy entrenando bien gracias a la confianza que me da. Mis compañeros también me dan apoyo permanente. Sabe llegar el grupo bien, adentro y afuera de la cancha. Acompaña y exige, saca lo mejor de cada jugador.
-¿Cómo toman este nuevo proceso y los desafíos que tienen por delante?
-La verdad que estos partidos de eliminatorias son buenos para determinar en qué punto estamos. Queremos construir para cada partido, ganar, tenemos generar la química del equipo, entendernos, conocernos y eso nos permite saber dónde estamos parados. Todos es preparación para la Americup (se disputará en agosto en Colombia).
-¿Cuántas diferencias se advierten respecto a lo que venían haciendo?
-Se mantiene una esencia. Tenemos un juego muy directo, queremos aprovechar la juventud que tenemos para correr la cancha y tomar buenas decisiones cuando se presentan. Queremos ser un equipo intenso, que sepa qué hacer en el vértigo, que no se trate sólo de llegar y tomar un tiro a las apuradas. Está buena esa propuesta, porque si corrés y no funciona, se abre un abanico de alternativas. Sin frenar el juego, tener variantes para resolver en la ofensiva. Y en la defensa, lo de siempre, jugar duro y estar concentrados todo el partido. Me gusta mucho la propuesta y nos beneficia a todos.
-Con Campazzo, Laprovittola y Vildoza, parece que tus responsabilidades van a pasar más por ser un escolta, ¿Te gusta ese rol?
-A mí me gusta jugar de escolta. Lo dije muchas veces, juego de base porque me pusieron en ese lugar y le tomé el gusto. Pero siempre jugué de 2, así que está bueno volver a hacerlo. Es como aprender nuevamente de ese puesto. Me siento cómodo hacerlo. Y con bases como los que hay en esta selección, te facilita todas las cosas. Un base como Campazzo ve todo, te hace todo sencillo, es un placer jugar con un tipo como él.
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