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The Last Dance. El director, con LA NACION: la intimidad de las entrevistas a Michael Jordan y la carta que la estrella no utilizó
"Tengo que ser profesional, tengo que ser profesional". Algo así se repetía internamente Jason Hehir el día en que conoció a Michael Jordan. Era septiembre de 2017 y algunas decisiones ya habían sido tomadas: que iba a haber un documental, que iba a ser sobre la dinastía de los Bulls de los noventa, que el foco iba a estar puesto en la temporada 97/98 y que, por primera vez, iban a poder utilizar las 500 horas de grabaciones que hasta entonces permanecían inéditas, bien guardadas en el archivo que la NBA posee en Secaucus, Nueva Jersey. No se sabía aún que el estreno de "The Last Dance" iba a tener que adelantarse para abril, en medio de una pandemia global que iba a tener a buena parte de la población en sus casas. Pero para Hehir la cuestión pasaba por calmarse y darse cuenta de que ese póster en la pared de su casa de la adolescencia era, en realidad, una persona de carne y hueso.
"Nunca lo había visto como una persona real, en tres dimensiones, que vive y respira como un ser humano", abre el juego Hehir con LA NACION desde su casa, en Nueva York. "Recuerdo que nos dimos un apretón de manos y pensaba en que esas manos eran las mismas del tiro final frente a Utah, de tantos otros robos y jugadas…" Pero había que ser profesional, y en algún punto -dice- no le resultó tan difícil: "Tenía tanto trabajo para hacer y tanto para preguntarle que tenía que obligarme a hacerlo para definir qué historia iba a contar. Él fue genial, muy amable e hizo que todo fluyera sin problemas".
–Usted tiene 43 años, la edad justa para haber vivido la década del ‘90 en su plenitud...
–Él siempre había sido parte de mi imaginación y ocupaba otras dimensiones en mi vida: fue un póster en la pared, o el protagonista de un resumen de jugadas en la televisión, e incluso el logo en una marca de zapatillas. Crecí en Boston y era hincha de los Celtics, pero tenía la paredes de mi cuarto llenas de pósters de Michael Jordan. Todos los chicos los teníamos. Para mí era como una obsesión, porque cuando él apareció no había nadie que hiciera lo que él hacía, nadie era como él. Jordan fue, indudablemente, una parte importante de mi juventud.
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"The Last Dance", que en la madrugada del lunes estrenará en Netflix sus dos últimos episodios, es el resultado de 500 horas de grabaciones, más entrevistas y material de archivo. Aunque a priori visualizar esas imágenes inéditas parece ser el trabajo perfecto, no lo fue tanto: "Tuvimos que mirar minuto a minuto esas 500 horas de grabaciones. Un miembro del equipo se pasó todo el verano frente al monitor haciendo ese trabajo. Tenía un buen trabajo, es cierto, pero después de algún tiempo mirar partidos, entrenamientos y conferencias de prensa no está tan bueno", relativiza Hehir. El resultado fue algo así como una docena de horas del detrás de escena que podían servir para un documental.
El acceso del equipo de grabación había sido total, por lo que se sabía que el archivo iba a mostrar la magia por detrás de cada partido, pero también la cara menos amable de Jordan. Aún así, Hehir contó con la confianza de la estrella, siempre cuidadosa de su imagen. "Él es una persona que respeta el trabajo serio, respeta que uno haga su tarea y respeta el hecho de que, cuando me sentaba frente a él para hacerle preguntas, supiera de qué estábamos hablando. Jordan valoró el hecho de que conociera el material y que el abordaje de los temas más difíciles lo hiciera de una manera respetuosa. La confianza se gana con tiempo y sin tomar atajos", dice.
–¿Y cómo funcionó esa confianza en la práctica?
–Previo a cada una de las tres entrevistas que tuvimos le mandé los temas sobre los que íbamos a charlar, porque todo eso había pasado hacía más de veinte años, Partidos, series definitorias, resultados, jugadas… Yo quería que él ejercitara su memoria, porque entre los cientos y cientos de partidos que jugó a mí me interesaba que recordara algunos muy específicos. Pero de golpe él llegaba al set y me decía "disculpame, me mandaste los temas pero no los vi, preguntame lo que quieras que yo voy a decirte la verdad, lo que vos quieras saber". Nunca me dijo que no iba a hablar sobre algo, nunca eludió un tema. Es más, se lo notaba especialmente interesado en hablar de aquello que parecía más difícil o conflictivo.
Pero los Bulls fueron un equipo con algo más que Michael Jordan. La serie cuenta con episodios dedicados a contar las historias de Scottie Pippen, Dennis Rodman y Phil Jackson, y casi todos los jugadores aparecen para traer al presente su propia versión de lo que pasó. "A Dennis había que llevarlo, ayudarlo a hacer foco. Digamos que hay que saber entrarle. Yo intentaba hacer contacto visual a través de sus lentes, ir llevando el tema, pero terminábamos bien una pregunta y a la siguiente él me empezaba a hablar de Corea del Norte… ¡Y yo quería saber cómo aprendió a capturar tantos rebotes!", se ríe Hehir.
Jackson, en cambio, parecía demasiado concentrado: "Phil quería saber todo: quién estaba a cargo de la historia, quién decidía el orden de las cosas, qué investigación había hecho yo, qué libros había leído. Creo que quería saber que estaba frente a una persona que iba a contar la historia con responsabilidad, o como Michael, alguien que hubiera hecho su tarea". Hehir sostiene que son dos personas muy tranquilas espiritualmente: "Las entrevistas a ellos dos fueron experiencias diferentes, pero en lo profundo son bastante parecidos".
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"Las organizaciones ganan campeonatos", había dicho en su momento Jerry Krause, el General Manager de los Bulls, que de alguna manera ocupa el lugar del malo en la serie. Krause murió en 2017, por lo que fue imposible entrevistarlo y sólo aparece a través del archivo.
–Krause parece el villano de la historia, sobre todo por su enfrentamiento con Pippen. ¿Cómo se hace para contar esa historia cuando sólo uno de los dos está disponible para responder?
–Yo no creo que Krause sea el malo de la película. Creo que los dos tuvieron sus razones para hacer lo que hicieron en su momento. A Jerry quise darle todo el protagonismo posible, y por eso hicimos mucho archivo con las entrevistas que había dado y en las que hablaba sobre los temas que necesitábamos. De alguna forma él está y cuenta su versión de la historia. Me hubiera encantado tener la oportunidad de hablar con él. Cada historia tiene su héroe y su villano, y no hay forma de que Jordan ocupe otro papel que no sea el de héroe cuando se habla de la historia de los Bulls, y de alguna manera Jerry ocupa el lugar opuesto.
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"Cada uno de los personajes es interesante como para tener su propio documental", afirma Hehir, tratando de buscarle los puntos flojos al trabajo final. "Por más raro que suene, diez horas no es tiempo suficiente para contar la historia de este equipo y de sus protagonistas. Había mucho más que podríamos haber incluido, sobre todo de la época de Jordan en la secundaria, o en su infancia. Más historias sobre Ron Harper o Luc Longley. Contamos algo sobre Toni Kukoc, pero no con demasiada profundidad", dice. El formato de ESPN era de 50 minutos por episodio. Ni 49 ni 51: exactos 50 minutos, por lo que Hehir tuvo que acomodar las piezas como un Tetris para que todo encajara perfecto.
–¿En algún momento pensó en no incluir algún material o no mostrar algo para conservar la imagen de los protagonistas? Jordan dijo que después de verlo lo iban a odiar.
–En realidad él nunca dijo eso. Me molesta un poco que hayan sacado eso de contexto, así que vamos a aclararlo. Un periodista me pidió que le contara cómo fue mi primer encuentro con él, y lo que yo conté fue que mi primera pregunta fue "¿Por qué querés hacer esto?". Él me dijo "no quiero" y los motivos que me dio fueron que había mucho material que lo mostraba de una manera bastante cruda, en lo mejor y en lo peor, con todo lo demandante que era como jugador. Y lo que él temía era que lo vieran fuera de contexto y no como el miembro de un equipo hablando con sus compañeros, tratando de sacar lo mejor de ellos. Sin ese contexto creía que la gente lo iba a ver como una especie de monstruo, como un tipo demasiado intenso. Expresé esa idea parafraseando a Jordan y usé la palabra "horrible", porque él mismo dijo "van a pensar que soy un tipo horrible después de verme", y los titulares después decían otra cosa. Y justamente me ocupé de que el documental mostrara el contexto en el que eso sucedía. Pero para responder tu pregunta, no hubo cuestionamientos. La idea era incluir lo bueno y lo malo, no contar una historia perfecta. Nadie pidió que se sacara algo. Y la verdad es que me saco el sombrero con eso, porque Jordan tenía el poder para hacerlo y nunca lo hizo.
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