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Tiene 41 años, pesa unos 108 kilos, está muy próximo a terminar su carrera, jugaba contra Japón y el triunfo estaba más que encaminado. Pero Luis Scola se tiró al piso para disputar una pelota a falta de medio cuarto, estando 15 puntos arriba, y causó impresión. Al lado hizo lo mismo un habitué de la gimnasia de suelo en el básquetbol, Facundo Campazzo. No es muy común ver jugadores horizontalizados sobre el parquet, y menos, a compañeros en simultáneo. Pero así, con el cuchillo entre los dientes, afrontó la Argentina el compromiso contra Japón, decisivo para su pase a los cuartos de final. La selección volvió a mostrar el fuego que pareció apagado en las derrotas a manos de Eslovenia y España.
La acción del capitán y el conductor con sus torsos patinando sobre la madera terminó de forma excelente, pero tuvo que empezar mal para que ganara espectacularidad. Campazzo penetró y cedió la pelota atrás a Scola como para un triple, pero el pase fue interceptado. El contraataque japonés fue ensuciado por Gabriel Deck, que... se tiró al piso, y desde allí soltó el balón hacia Scola. Exigido, el pase no fue bueno, y el ala-pivote se lanzó de cabeza para asegurarse la pelota, mientras Campazzo lo copiaba. El número 4 llegó a entregar el balón a Leandro Bolmaro, que lo envió a Luca Vildoza, y éste se lo dio al cordobés. Todo terminó con un amague del base ante la marca y un triple. Error, garra, juego y acierto, todo en una misma acción. Y con los cinco argentinos interviniendo en el tema.
Fue lo mejor de la selección en un partido que tuvo varias maniobras destacadas del equipo, como el alley-oop (pase para volcada directa) de media cancha de Vildoza a Juan Pablo Vaulet, en la última conversión albiceleste del encuentro.
Talentoso y de movimientos gráciles, Vildoza es un habitué en resúmenes de acciones llamativas de partidos. Además de ese alley-oop y de un inesperado pase de faja a Scola cuando parecía que perdería el balón, el marplatense manejó un ataque, usó una cortina del capitán para ganar un uno contra uno, encaró hacia el aro, desairó a la segunda marca eludiéndola y resolvió con una bonita bandeja volada.
Joyas de un seleccionado argentino que esta vez se pareció al que suele ser. Y que está, nuevamente, entre los ocho más encumbrados del básquetbol olímpico.