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Nocioni y la conquista de Europa con el corazón en la mano
El Chapu fue el MVP en la final de la Euroliga que Real Madrid le ganó a Olympiacos por 78-59
Veinte años sin ganar la Euroliga. Y los dos últimos, con derrotas en las finales ante Olympiacos y Maccabi. Florentino Pérez, inventor de los Galácticos futbolísticos en Real Madrid, trasladó su política al básquetbol pero ni siquiera así logró recuperar el título. Sin Champions, sin Liga y sin Copa del Rey, ayer, sin parecer entender mucho de este juego, estaba ahí en la platea del Palacio de los Deportes más nervioso que un jugador en Las Vegas que está a punto de perderlo todo. Hizo acto de presencia para lanzar la última ficha que le quedaba para este año. Con la final ante Olympiacos en juego, durante el primer tiempo, la angustia se acrecentó cuando le contaron que Messi hacía campeón a Barcelona en el Vicente Calderón, a unos kilómetros de donde él se encontraba.
Dicen que no tiene mucha simpatía por los argentinos Florentino. Hasta dejó que se vaya Ángel Di María, el MVP en la última final de la Champions. Pero después de tantas frustraciones lo escuchó a Alberto Herreros, director del departamento de básquetbol, que le dijo que sabía exactamente lo que le estaba haciendo falta a este equipo para ser campeón europeo. Le pidió que contratara los servicios de un veterano de 35 años, que ya no es una figura, pero que lo fue. Que no tiene la repercusión internacional de otros, pero carga con valores intangibles que no son fáciles de conseguir. Andrés Nocioni le iba a aportar al equipo eso que tanto buscan los entrenadores. Llámenlo como quieran: sangre, garra, fibra… como dicen algunos españoles, un "jugador testicular".
El argentino no le falló. Sin descollar en la temporada, cuando llegó al Final Four se enfocó y le clavó los dientes a la presa que más buscaba. No la iba a soltar por nada del mundo. Ya había sido el mejor en la semifinal, contra Fenerbahçe, de Turquía, el viernes pasado. Y ayer toda la final con Olympiacos, que el conjunto merengue terminó ganando por 78-59, llevó el sello del Chapu. Hubo unos pocos momentos de duda, sí, justamente cuando el argentino estuvo en el banco. Porque con él en la cancha, todo se transformó: defensa aguerrida, puntos en momentos decisivos, un robo, luego una asistencia, mañas para sacar de quicio a algún que otro rival, tapas que levantan al público. "¡Chapu, Chapu, Chapu", rugió el estadio varias veces durante el partido. El líder espiritual. Tanto que en un deporte que se rige por los números –a veces más de la cuenta–, eligieron como el mejor a un tipo que tuvo registros no tan impactantes si se los ven escritos en un papel (12 puntos, 7 rebotes, 2 asistencias y 2 tapas). Pero volcó el juego de un modo tan contundente que traspasó las estadísticas para ser el MVP de la final. Antes, sólo un argentino lo había logrado, Emanuel Ginóbili, cuando fue campeón con Kinder Bologna, en 2001.
Después de una carrera notable con la selección, Nocioni fue MVP de la Liga de España en 2004 y llegó a ser ídolo de Chicago Bulls en la NBA, donde jugó ocho temporadas. Nunca había estado en un equipo ganador. Su estilo enamoró a la gente en cada ciudad en la que estuvo, pero eso no encontraba un correlato con las conquistas al final de la temporada. Parecía que el fuego se acababa. "Ya no estoy para tirar del carro", dijo el año pasado en su despedida de Laboral (ex Tau Cerámica), donde los vascos lo consideran un héroe y lo conoce como Txapu.
Entonces encontró la forma de relanzarse. "Quería estar en esta situación una vez –dijo Nocioni–. Necesitaba un cambio radical, estar con gente como la de Real Madrid. Estaba seguro de que iba a salirme lo que buscaba. Es el equipo el que me trae a esta situación. Esto fue realmente duro. Tengo 36 (en realidad tiene 35 y cumple 36 en noviembre próximo)y mi cuerpo no tiene para mucho más, pero sigo intentándolo. Mi temporada no fue muy destacada, pero sabía que si llegaba a este momento iba a demostrar lo que puedo hacer. Tengo el corazón lleno. A esta edad no lo esperaba, lo estoy pasando bárbaro".
Apenas terminó el partido y cuando todavía no se había elegido al MVP, la transmisión oficial entrevistó a Laso y le preguntó por Nocioni. "Cuando se habla de lo que se busca en los jugadores de básquetbol, se piensa en tener talento, ofensiva, buena defensa... Hay algo que no se compra con nada…", dijo el técnico mirándose hacia abajo. Y antes de decir algo inapropiado, levantó la mano y se golpeó el pecho: "El corazón. Es lo que tiene este chico".
Ya con el premio de MVP, tirado en el parquet con todos los trofeos, volvió a abrazarse con Facundo Campazzo, otro argentino campeón, pero que ayer fue suplente y no ingresó el base ex Peñarol. "¡Para Argentina!, ¡Es para Argentina!", gritó el Chapu Nocioni. Porque el título es de Real Madrid, pero también lleva bandera. Como si lo que hicieron hasta aquí no fuera suficiente, todavía le quedan algunos milagros para la Generación Dorada. Con semejante envión anímico, este enorme jugador recuperó las ganas de seguir un poco más con la selección, para dar una mano en un par de meses en el Preolímpico de México. La falta que hace.
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