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La columna de Facundo Campazzo en LA NACION: “Lo que me pasa es que extraño jugar, que es lo que más me gusta”
El argentino analiza el momento complejo en Denver, al quedar afuera de la rotación de los Nuggets
- 7 minutos de lectura'
DENVER.- Me atrevo a decir que es un momento especial y un tanto extraño. No digo que sea inusual, pero sí que no es lo más cómodo para mí. Esto de no jugar tanto me pasó en el primer año en los clubes en los que estuve, por ejemplo, en Peñarol y en Real Madrid, entonces, podría decir que este segundo año en Denver es mi primer año en la NBA. De todas formas, lo tomo como un aprendizaje, aunque no puedo negar que quiero jugar, que quiero demostrar que puedo competir. Estoy esperando mí oportunidad, pero al mismo tiempo de esta situación me quedo con que puedo aprender a entrenarme por mi cuenta para estar listo si es que tengo alguna chance. Intento hacer las cosas que están al alcance de mis manos y no desesperarse por aquello que no puedo controlar.
Aprovecho cada momento, aunque no sea el escenario ideal. Ahora me toca jugar 3 contra 3 con los asistentes o con los jugadores que no juegan tanto. Tengo poco contacto con el resto del equipo. Al principio no era lo que más me gustaba, tampoco ahora es tan divertido, pero estoy en un punto en el que intento divertirme, busco pasarla bien, para el momento en el que pueda competir y busco pensar que en este momento puedo mejorar cosas de mi juego. Digo que juego tres contra tres, pero en realidad es uno contra uno, porque en todas las cortinas hay cambios, entonces siempre estoy atacando uno contra uno. Entonces, eso me enseña a que tengo que aprender de esta experiencia, que tengo que entrenar mi cabeza y descubrir la manera de cómo afrontar si llega o no una oportunidad. Quiero buscarle el lado bueno… Si el año pasado no estaban todos lesionados, un poco iba a ser éste el panorama, con momentos parecidos a estos, entonces, no puedo pensar que todo es tan malo, porque era algo que podía suceder, aunque no es lo que uno pretende.
Estar en este punto, además, me parece que me ayuda a conocerme más. Antes quizá lo afrontaba con la primera emoción y me llevaba por la calentura, ahora me comporto de otra forma, trato de ver de qué forma puedo colaborar con mis compañeros desde el lugar en el que estoy. Y en lo personal me permite aprender a cómo mejorar individualmente, como jugador y como persona. Tiene que pasar algo para que toque jugar, es la realidad, entonces tengo que entrenarme fuerte, ocuparme de los detalles para evolucionar en mi juego.
No ser parte de la rotación no lo tomo como algo personal, si lo hiciese de esa forma sería un enorme error. Lo primero que hago es ponerme en los zapatos del entrenador, porque si cuando me tocaba jugar no estaba pudiendo aportarle nada al equipo para conseguir victorias y para darle una buena dinámica, es lógico que uno como entrenador tenga que probar otras alternativas. Entonces, con el objetivo de conseguir victorias y que el equipo funcione, como entrenador tenés que conseguir que tu grupo esté en sintonía. Y la realidad es que esta alternativa que seleccionó el entrenador está funcionando bien. Hay derrotas y victorias, pero hay dinámica, la segunda unidad muchas veces ayudó a la primera a la hora de afrontar un juego, de levantarlo o de acercar al equipo en un resultado desfavorable. Veo que los roles están bien definidos, entonces, no lo tomo como personal. Y la realidad es que tuve oportunidades y me fue bien, muy bien, mal y muy mal, por lo tanto, me pongo en el lugar del otro y pienso en qué haría yo en ese lugar. Eso me ayuda mucho a comprender los contextos.
Los compañeros están cerca, quizá uno está más en conexión con los que no juegan mucho, pero en general hay buena conexión entre todos. En los partidos hablamos bastante y alentamos al equipo en los tiempos muertos. Busco estar cerca de todos, de participar, cada tanto hablar y decir lo que veo desde afuera. La verdad es que hay momentos en los que los partidos se hacen largos, se vuelven tediosos, pero en general, lo que intento es analizar el partido de turno y pienso en qué puedo hacer yo si me toca jugar. El entrenador me ayuda mucho, me habla, me mantiene alerta y me dice que esté preparado para cuando me toque jugar. Sabe también que no es cómoda mi situación, pero tampoco es sencillo mantener a todo un equipo contento.
Ahora que se acercan los playoffs me dan más ganas de jugar, de competir, porque son los momentos más lindos que puede tener un jugador de básquetbol. Crece el ambiente, sentís el scounting del rival (el estudio), se planifican los juegos de otra manera… Tenés una energía diferente. Al fin y al cabo, lo que me pasa es que extraño jugar, que es lo que más me gusta. Y me preparo de la misma manera que si estuviera dentro de la rotación, porque acá uno nunca sabe cuándo está por aparecer esa oportunidad.
Hay que aprender a cada paso, porque la cabeza hay que domarla siempre. Hay momentos en los que pienso en la próxima temporada, hay momentos en los que pienso en la selección, otros en los que me digo basta ‘voy a concentrarme acá, porque nunca se sabe qué puede pasar’. Es una montaña rusa, en la que la cabeza se dispara para cualquier lado y la realidad es que tengo que disfrutar de lo que tengo y no tanto de mirar hacia lo que todavía no sucedió o está lejos de que pase. Quiero vivir el ahora, a pesar de que no juegue, siento la misma ansiedad que cuando me tocaba hacerlo.
La verdad que cuando empecé a no jugar mucho estaba más bajoneado, pero sinceramente me aburre estar tanto tiempo enojado. O pensar en qué pasa que no juego, estoy súper tranquilo con la situación, voy a cada entrenamiento con el objetivo de sacar algo positivo de cada práctica. ‘Consu’ [su esposa] no tiene que hacer ningún tipo de psicología ahora mismo, al contrario, disfruto mucho más de la familia. Ahora que no estoy jugando tengo mucha más energía, tengo una energía que desbordo, corro para todos lados, salto, intento volcarla, llego a casa, voy al parque, a pasear, disfruto de cada momento. Si pensase de otra forma me perjudicaría.
Estoy atento a muchas más cosas ahora con más tiempo, por ejemplo, seguí todo lo que pasó con Manu [Ginóbili] con el anuncio de su ingreso al Hall of Fame. Es realmente increíble. Hay que tomar dimensión, parece algo irreal, pero es algo tremendo, muy poca gente logra esa mención. El otro día leí que él dijo que nunca fue MVP, que nunca fue el jugador más determinante y que este premio es algo más colectivo, porque sin sus compañeros no lo podía haber logrado. Es una gran demostración de cómo se debe poner el ego de lado y cómo controlarlo. Es para copiar, para aprender, te transmite unos valores que me encantaría poder ejecutar siempre. Quizá los resultados no son los mismos, pero no importa tanto eso, sino lo que uno ofrece teniendo esas herramientas. Después de ver tantos ejemplos de tipos que triunfan y tienen un ego tremendo, acá tenemos uno que es súper terrenal y en realidad es una bestia, que nos dio muchísimas alegrías a los argentinos, por eso entiendo que es algo para pensar y tomar real dimensión de que es uno de los mejores deportistas de la historia de la Argentina. Y en lo personal, haber podido compartir torneos con él y ver cómo los afronta, cómo piensa y qué hace para el equipo... La verdad es que me siento un privilegiado.
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