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Facundo Campazzo. La adaptación, la confianza en Denver, el póster con LeBron James y su próximo gran paso: mantenerse por muchos años en la NBA
Determinación. Es lo que mejor se ajusta para él. Lo decreta, lo ejecuta y va por más. No importa la empresa que le pongan por delante. No subestima: simplemente acepta el desafío. Es un alma en combustión permanente. Se trazó metas y una de ellas era encontrar su lugar: en un par de meses logró que su nombre no sea ajeno a nadie. Facundo Campazzo pisa con fuerza en Denver Nuggets. No fue sencillo el comienzo en la NBA, pero ahora está confiado, suma minutos, tiene un impacto real y su horizonte se amplía a cada paso.
Archivó su condición de estrella en Europa, no apeló a la emotividad de haber sido elegido como el jugador de la década en la Liga Endesa (España), desembarcó en los Estados Unidos con el objetivo claro de reescribir su nombre y de demostrar que el salto que imponía su talento no era un imposible."Sabía a lo que venía, entendía lo difícil que era y es poder adaptarme. Pero era lo que perseguía, vine a desafiarme, a competir, a demostrarme que podía ser parte de un equipo lleno de estrellas. Hay días difíciles y otros que son mejores, la NBA tiene esas cosas. Quiero hacerme un nombre y mantenerme", dijo en una conferencia de la que participó LA NACION y que duró más de una hora, y que lo mostró con su sonrisa habitual.
No se detiene, nunca lo hace. Es que tiene un deseo tan grande que no puede permitirse no jugarse por completo. Y en medio de la vorágine le pone nombre a su sueño de estar en la NBA: "Consuelo (su pareja) y Sara (su hija) son mi cable a tierra. Si no hubiera sido por ellas no creo que hubiera podido cumplir muchos objetivos".
–Hubo un cambio para vos en Denver. ¿Qué pasó en este último tramo y qué fue lo más complejo de un arranque con poco protagonismo?
–Llegaba a un lugar diferente y sabía que la adaptación iba a cumplir su factor, incluso, creo que sigo adaptándome. Es una liga completamente distinta, pensá que hace cuatro meses estaba jugando en otro equipo, en otra liga, en otro país… Y de un día para el otro me cambió la vida. Sabía cuál era el cambio, cómo era el proceso, así que lo tomé con calma. Ahora me siento con más confianza, conociendo más la liga, más a los rivales. Cada día que pasa me voy sintiendo mejor. Estoy conociendo a mis compañeros, lo que hace que también sea parte de la adaptación. Así que estoy enfocado y buscando disfrutar de todo lo que me pasa.
–¿Cuál o cuáles son los compañeros con los que tenés más química adentro o afuera de la cancha?
–Me llevo bien con la mayoría. Es un vestuario que se parece bastante a la dinámica que tiene uno internacional, porque sus dos jugadores franquicia son extranjeros (Jamay Murray, de Canadá y Nikola Jokic, de Serbia) y al entrenador le gusta mucho el juego de ese estilo, lo que hace que no haya sido un cambio tan drástico a lo que vivía en Real Madrid. Me sentí súper cómodo desde el principio. Si bien mi inglés no es del todo nativo, bueno, intento adaptarme, hablar con mis compañeros, conocerlos. Es una temporada muy larga y es necesario tener una unión de grupo para intentar conseguir los objetivos.
–¿Qué aporte sentís vos que le das al equipo y qué pensás que te falta en este proceso?
–Intento aportar desde la energía en la defensa, lo mismo que hice desde que arranqué a jugar al básquet. En ofensiva, tenemos mucho talento y no me preocupo en ese sentido. Sí intento mejorar mi tiro de tres puntos, jugar la flotadora, el pick and roll y moverme sin la pelota. Quiero contagiar desde la defensa, de ofrecerle al equipo eso de mí, de ir sobre el mejor jugador de ellos. Cuando hacés las cosas bien en la defensa, por lo general, las cosas en ataque salen solas.
–¿Hay algún detalle, como el físico o las lecturas de juego, que te sorprendió de la liga?
–Lo que más me llama la atención en este momento, son los 8 minutos más de juego que hay con respecto a la Liga de España (la NBA tiene cuartos de 12 minutos y la Liga Endesa de 10). Entonces, esos 40 minutos en el básquetbol FIBA hacen que cada bola valga oro, no podés cometer errores, no podés lanzar tiros de más, no hay margen. Acá tengo la sensación de que esos 48 minutos te dan otras alternativas, esos 8 minutos marcan la diferencia, entonces podés tener un error. Eso es lo que me sorprende, que se vaya de menos a más. En Denver intentamos estar los 48 minutos concentrados y no salirnos de foco, pero esos minutos… Es una gran diferencia.
–¿Cómo es tu relación con el entrenador Mike Malone?
–Es muy buena. Es un entrenador que está pendiente al jugador, abierto a sugerencias, que tiene abierta su oficina para poder hablar con él. Siempre me dice que tengo que ser Facundo Campazzo, que no intente ser otro jugador, que por algo estoy en la NBA. Siempre me sentí respaldado por el entrenador y mis compañeros. Eso me tranquiliza y me da confianza.
–Las lesiones en el equipo te dieron mayor protagonismo…
–Bueno las lesiones siempre aparecen en torneos tan largos e intensos. Nosotros nos entrenamos para estar preparados para cuando tengamos que saltar a la cancha. Si bien perdimos más partidos de esperado, sabemos que falta mucho de la temporada y hay que estar preparado siempre para entrar y estar en el mejor nivel posible.
–Contra Portland rompieron un récord histórico en la NBA: perdieron una sola pelota en los 48 minutos de juego y se habla mucho de la cantidad de jugadores que pueden manejar el balón en Denver, ¿Cuánto les puede sumar de cara al futuro esa particularidad que tiene el equipo?
–Sabemos que no siempre va a ser perfecto un partido. Trabajamos para que sucedan cosas como las de ese partido con Portland, pero no siempre va a ser así y vamos a tener pérdidas de pelota que no queremos. Las estadísticas nos demuestran que cada vez que jugamos mal un balón, el rival nos castiga con puntos y por lo general cuando perdemos demasiado la pelota perdemos los partidos.
–¿Las estadísticas analíticas las usás más ahora? ¿Lo hacías en España?
–Las estoy usando ahora más que cuando estaba en España, acá es todo mucho más medio y táctico, se toma en cuenta cada aspecto del juego, en lo individual y en lo colectivo, lo que es un factor nuevo para mí. Así que intento informarme y familiarizarme con esa manera de afrontar los partidos: se miden los porcentajes de todo, para qué lado sale mejor cada uno, qué suele hacer cada jugador después de picar la pelota dos veces, así que todo es muy estudiado y te sirve para poder jugar. Intento hacerle mucho caso a esa herramienta para que la adaptación sea más corta.
–Hay muchos fanáticos que se quedan hasta la madrugada mirando tus partidos, ¿cómo vivís toda la locura que se generó en la Argentina con tu llegada a la NBA?
–No caigo, realmente no tomo dimensión o no quiero hacerlo para no volverme loco. Lo veo en las redes sociales, porque al no haber gente en la cancha… Lo de las redes es algo increíble. El apoyo que me brindan y que vean los partidos incluso hasta cuando no juego… No sé, es inexplicable. No veo la hora que haya gente en la cancha y que puedan ir argentinos a cada lugar en donde me toque jugar. Quiero verlos en persona y conocerlos. Intento dejar todo en la cancha y me parece que a la gente eso le gusta.
–Muchas veces dijiste que era un sueño estar en la NBA, ¿qué resultó diferente a lo que tantas veces imaginaste?
–No fue un cambio tremendo. Es maravilloso, claro que sí, pero tuve la suerte de jugar con Manu (Ginóbili), con Luis (Scola), con Chapu (Nocioni), con Pablo (Prigioni), con toda esa generación que estuvo en la NBA. Entonces, en la selección, los más jóvenes tuvimos la posibilidad de preguntar cosas de la vida de la NBA. Eso hizo que uno se pueda dar cuenta de lo que era. Y cuando llegás acá se te hace más natural, que te marees menos. Te ponen todo a disposición para que puedas rendir, busco disfrutarlo de la mejor forma y trato de tener los pies en la tierra para poder competir.
–Hace un tiempo Luka Doncic dijo que era más fácil anotar en la NBA que en Europa,
–El talento que tiene Luka hace que pueda anotar cuando él lo disponga, a mí me cuesta un hue… hacerlo. Es un jugador tremendo, porque no sólo lo hace en la NBA, en la ACB: demostró su talento para pasar, anotar, para hacer lo que quiera. Sí es cierto que hay más espacio en la NBA, pero a la vez hay jugadores más atléticos que te llegan a defender en medio segundo. Dicen que no se defiende mucho y nada que ver, acá se ven los buenos defensores, porque no te dejan usar las manos para el contacto, entonces se ve más claro cuando hay un jugador que defiende bien, ya que tenés que seguir más al atacante y sin contacto. Ese aspecto para mí es uno de los desafíos más grandes. Hay que mostrar siempre las manos para evitar que te saquen faltas los grandes jugadores como Lillard, Lebron, Curry, Westbrook...
–Cuando te enfrentaste a los Lakers quedó una imagen dando vueltas en la que le sacás un rebote a LeBron James, ¿ya tenés el póster?
–No sé si mi mamá me habrá cortado una foto de esa jugada… jajaja. Era una de las cuentas pendientes que tenía: jugar contra los Lakers y Lebron. Era un desafío grande, súper motivado y tenía ganas de jugar ese partido. Espero que mi vieja corte esa fotito y la ponga en la mesita de luz.
–¿Vas cumpliendo los objetivos que te propusiste en este arranque en la NBA?
–Mi sueño era jugar acá, lo cumplí y ahora quiero competir, mantenerme y quiero quedarme muchos años acá. Ese es mi nuevo objetivo. El desafío es pelear por cosas importantes con Denver y generar un impacto.
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