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Facundo Campazzo en LA NACION: "Veo mis videos y, si me río, es cuando mejor juego"
Manos en los bolsillos, hombros en alto, cabeza encogida… Hay que detenerse para descubrirlo. Se encarga de pasar inadvertido, está más cómodo en ese lugar. Su histrionismo dentro de la cancha o cuando está en un círculo de confianza no es el de esa persona que camina por los pasillos de LA NACION. Facundo Campazzo, el MVP de la final de la Liga de España con Real Madrid y uno de los líderes de la selección argentina de básquetbol, elige el bajo perfil en esta oportunidad.
Tomó la cabecera de la mesa, la sala de tapa de la redacción fue el escenario, una botella de agua lo acompañó durante la hora de charla. No se repite en sus conceptos, está más maduro a la hora de responder. Se advierte la experiencia que adquirió en el básquetbol de Europa. Sus 28 años ya lo ubican en otro lugar, aunque cada tanto deja una que otra frase como para recordar que no pierde la frescura ni la picardía en su discurso.
A los 28 años lo atraen las responsabilidades, le encantan los desafíos, mira fijo hacia el horizonte y los Juegos Panamericanos de Lima, la Copa del Mundo de China y los Juegos Olímpicos de Tokio lo concentran más que nada. Durante los próximos dos meses de alta competencia del seleccionado nacional, Campazzo será el líder sin reclamos de espacios, lo saben sus compañeros, él señala a Luis Scola como el guía de todos, pero es un tiempo nuevo y el gigante de 1,80 metro es el nuevo dueño del alma de la Argentina.
–¿Estás en el punto más alto de tu carrera?
–Pasó todo muy rápido y en poco período de tiempo. No me detengo mucho a pensarlo, como pasó con toda mi carrera. Intento vivir el día a día y prepararme. En este caso, para un Mundial que ya de por sí te demanda el ciento por ciento física y mentalmente. Terminamos el 23 de junio con la locura de la ACB, tuve una semana de vacaciones o 10 días de descanso, y ya estoy arrancando de nuevo. Un Mundial demanda lo mejor, así que me tengo que olvidar de lo que pasó en España para empezar con la selección.
–¿Se trabaja de manera especial para sobrellevar esas presiones?
–No. Soy de dar vuelta la página rápido y pensar en el siguiente objetivo. Me intento preparar de la mejor manera. Es lo que me viene ayudando en toda esta temporada y me siento bien. Este es un caso especial porque hay un Juego Panamericano y un Mundial. Van a ser dos meses de proceso con la selección y es lo más largo que me tocó experimentar. Ahora vienen los entrenamientos y trato de ser lo más profesional posible, pero no cambio ningún hábito.
–¿En estas vacaciones desconectaste completamente en lo físico?
–Al no tener vacaciones disfrutás de la familia. Necesitaba descansar, la temporada se me hizo larga: 10 meses y 84 partidos. Una final contra el Barcelona que fue larga y durísima. Terminé muy cansado así que me entrené muy poco en las vacaciones. Prioricé el descanso y la tranquilidad de la familia.
–El hecho de que el principal equipo vaya a Lima es porque el grupo necesita buscar un título que se les negó en las dos últimas finales continentales (perdieron con Venezuela en 2015 y con Estados Unidos en 2018).
–Sería bárbaro ganar una medalla de oro. Es un objetivo que nos planteamos, pero es el segundo plano. Nos tiene que ayudar a consolidar el grupo, a seguir construyendo esta unión de equipo y la identidad, la manera de jugar. Ya llevamos un tiempo con este plantel, pero en las ventanas no estuvimos todos. En estos dos meses le damos prioridad a consolidarnos para el Mundial. Y luego, tenemos que superar obstáculos paso a paso.
–Cuando llegaste a la selección dijiste que había que seguir a la Generación Dorada. Ahora tus compañeros dicen que hay que seguirte a vos.
–Creo que en este momento el grupo tiene muchos líderes. Y necesitamos tenerlos. Tenemos el privilegio y la fortuna de que muchos jugadores de la selección están siendo protagonistas y liderando a sus equipos. Badalona con Nico (Laprovittola), Baskonia con Luca (Vildoza) y Pato (Garino), en Real Madrid estoy con Gaby (Deck). Cada jugador que lidera y juega bien en su equipo, tiene que usar esa experiencia y ese liderazgo en la selección. Necesitamos a todos para cumplir los objetivos. Y me incluyo. Todos comandados por Luis (Scola). Ese es el momento en el que nos encontramos. Y creo que nunca hubo uno solo. Antes eran Chapu (Nocioni), Luis, Manu (Ginóbili)… No es la excepción. Se da por sí solo.
–¿Qué tan conectado estuviste con el equipo cuando no te tocó estar en las ventanas?
–Lo sufrí y lo viví a mil. Igual que Gaby, Pato y Luca. Intentamos estar lo más vinculados posibles. Ver los partidos a pesar de la diferencia horaria… Siempre nos quedamos para verlos. Cada tanto hablábamos con Germán (Beder, el Jefe de prensa), con Luis o con Nico. Apoyamos a la distancia.
–Con los jugadores que se fueron de la Generación Dorada, ¿siguen enganchados o necesitan cortar ese vínculo para formar su propia identidad?
–Ya está. El cambio profundo ya se hizo hace años en México 2015. Se agarró la posta, aprovechamos la experiencia de Luis, pero los que tiramos del carro somos los nuevos. Los valores que se transmitieron de la Generación Dorada hay que mantenerlos y encontrar la mejor versión del equipo. Si eso da para pelear por títulos y llegar a los Juegos Olímpicos, bienvenido sea. Sino, el éxito estará en encontrar nuestro techo.
–¿Qué esperan del Mundial?
–Las expectativas son muy buenas, las mejores. Cada uno de nosotros tuvo una gran temporada. Eso nos ayuda para que traslademos eso para la selección. No me animo a decir para qué estamos, pero deseo ver un equipo que se prepare de la mejor manera y compita con todos los rivales. Y obviamente, que podamos cumplir el objetivo de clasificarnos para Tokio.
–A veces la expectativa puede jugar en contra. De ustedes todavía no se espera que bajen, por ejemplo, a los grandes de Europa. ¿En qué nivel se sienten que están?
–Tenemos que medirnos con ellos para saberlo. No me animo a decir bien dónde estamos parados ahora mismo hasta que empiecen los amistosos y el Mundial. Es importantísima la preparación en Bahía, en los Panamericanos y demás. Queremos jugar partidos importantes, pero no vamos a conocer nuestro nivel exactamente hasta que no lleguen esos partidos. Los amistosos, aunque no tienen la misma energía del Mundial, van a darnos una idea clara de dónde estamos. Lo que sabemos es que vamos a competir con el que sea.
–¿Ya empezaron a mirar a los rivales?
–Cada tanto hablamos. Los que tenemos más contacto de Euroliga y vemos jugadores de selección, estamos viendo. Inconscientemente ya nos vamos fijando cómo juegan los rivales. Pero de lleno nos vamos a meter ahora en la concentración.
–¿La dificultad para vencer a los europeos puede tener algo de mental o tiene que ver con la jerarquía?
–Grecia, Croacia, Turquía, Serbia… Esa clase de selecciones tienen 8 o 9 jugadores de Euroliga y el resto de la NBA. Tienen miles de partidos importantes, se conocen, juegan juntos en las mejores competiciones todos los días. Esa es la diferencia. Igual tengo confianza en el equipo. Somos un grupo con mucho talento, le podemos generar peligro a ellos y competir. Pero no tenemos esa experiencia en el día a día que tienen ellos. Eso juega en contra.
–Cambió mucho el sistema de clasificación para los Juegos Olímpicos, ¿piensan en lo que tienen que hacer para clasificarse?
–Tenemos que quedar por encima de las selecciones americanas. Sabemos que estamos en un grupo en el que podemos llegar a clasificarnos, aunque no va a ser fácil. Para llegar, sacado a Estados Unidos, que es una selección aparte, tenemos que estar por encima de Brasil, Canadá, Puerto Rico… Es uno de nuestros objetivos, pero van de la mano. Queremos hacer un buen Mundial y a la vez, viendo los resultados de otros que se den a favor nuestro. Siempre tenemos que pensar en nuestro juego, pero la realidad es que ahora hay que ver a los otros para saber si te clasificás para los Juegos.
Son 21 los títulos que ganó Campazzo: 12 con Peñarol (Liga de las Américas, 4 Liga Nacional, 3 Súper 8, Copa Argentina, 2 Interligas y Copa Desafío), 7 con Real Madrid (2 Euroliga, Supercopa España, Copa del Rey y 3 Liga ACB) y 2 con la selección (Sudamericano 2012 y Juegos Odesur 2014).
–¿Es muy difícil pensar que un Mundial puede ser bueno si no se clasifican para Tokio?
–Va un poco de la mano. Si tenés un buen Mundial, relativamente, tenés chances de clasificarte. Pero hay que plantear objetivos a corto plazo. No pensar en qué tenés que hacer para clasificarte, pero a la vez no dejarlo de lado. Hay que buscar nuestro juego, nuestra mejor versión, nuestro techo.
–¿Extrañás algo de los que se fueron?
–Obvio, se extraña. Adentro de la cancha no hace falta que lo digamos. Pero en el día a día te enseñaban constantemente. En una entrevista o entrenando con ellos aprendías siempre algo nuevo. Se extrañan. En el día a día, también. Son personas muy sencillas. Estuve en Londres, que fue mi primer torneo con esa camada y me hicieron sentir parte del equipo desde el día 1.
La temporada en Real Madrid
–¿Sentís que el básquet europeo te reconoce por primera vez como un jugador de primer nivel?
–Este año me tocó jugar minutos más importantes, Final Four –aunque no lo ganamos–. Y me sentí bien. Sentí que los rivales me respetaron más, me hicieron más scouting, cosa que no sentía antes. Bueno, en lo personal quiero mantener esa dinámica, ese peligro. Me ayudó mucho jugar en Europa. La Euroliga es casi el mismo nivel que el Mundial y te exige el ciento por ciento física y mentalmente.
–También te ganaste una fama de ser un jugador que ensucia los partidos en defensa.
–Ese tipo de comentarios realmente me entran por un oído y salen por el otro. Quizás soy un jugador que pone mucha intensidad en la defensa. Intento ser lo más legal y leal posible. Pero juego al máximo. Siempre hay jugadores que se van a enojar.
–Hay otros jugadores tan intensos en defensa, que juegan al límite, a los que no se los señala tanto como a vos. ¿Querés sacarte esa fama?
–No. Y no quiero que dejen de verme así. Estoy muy cómodo. Que me encasillen con la fama que quieran. Yo intento ayudar al equipo y voy a hacer todo lo posible por eso. Me encanta defender y agarrar al mejor jugador de ellos, siempre que sea uno en la base, porque al 5 (al pivote), no lo voy a poder defender. Pero estoy muy tranquilo con eso. No considero tampoco que mi juego sea sucio. Todo lo contrario.
Domingo. 19.43. Dow Center vacío. No pasa nada. Hasta que pasa. pic.twitter.com/6m9ETYsT0w&— CABB (@cabboficial) 21 de julio de 2019
–¿Te enfocaste en algún trabajo para mejorar la defensa?
–No. Considero que la defensa, más allá de las tácticas, es un porcentaje mínimo para trabajar individualmente. Pasa por tener ganas de que no te metan puntos, de que no te pasen por encima. Siempre, en todos los equipos en los que jugué, tuve más oportunidades gracias a que defendía bien y más intenso. Eso me da más minutos en la ACB y en un equipo como Real Madrid.
–¿Más que los puntos o el juego que generás?
–En un equipo como el Madrid, el tema ofensivo y ataque lo tenés repartido. Todos pueden hacer tu trabajo. Entonces, intento algo extra, defender más duro. Desde que llegué a Peñarol, pasé por Murcia y ahora en Madrid, lo que más oportunidad me dio de jugar fue esa intensidad defensiva. Después si defendés bien, en ataque sale todo solo. Esa es mi mentalidad. Las veces que quise entrar sólo atacando y defendiendo flojo, me fue mal. Cuando me siento perdido, pienso en esa manera de jugar.
–En los últimos tiempos se habla mucho del "estilo Campazzo" para marcar el pick and roll, con un giro detrás de la cortina. ¿Cómo se dio?
–No me acuerdo cómo, pero me salió en algún partido. Al ser más bajo que los demás, tengo que sacar ventajas con velocidad e intensidad. Muchas veces cuando viene el bloqueo, con mi lenguaje corporal intento hacer parecer que voy a pasar por arriba y meto el giro. Y es más difícil de agarrarme.
–¿Te salís de la regla defensiva o está hablado?
–Si el entrenador me da luz verde para hacerlo lo hago. Si el jugador al que defiendo es un peligro con el tiro de tres, no. Salvo que la cortina sea muy alejada del aro puedo elegir. Si el tirador es peligroso, lo mandamos para adentro.
–¿El desafío de la NBA ya no lo pensás?
–Estoy tranquilo con se tema. Intento tener los pies sobre la tierra, ser profesional. Si mi techo me permite llegar a la NBA, se verá. Es un sueño, una fantasía que tengo de chico. Con mis amigos jugábamos a ser Jason Kidd, Steve Nash, teníamos posters pegados en la pared. Pero antes me obsesionaba y ahora no. Por algo renové por tres años con Real Madrid. Me quedan dos más. Es una vidriera más grande.
–Pero te dejaste una cláusula de salida si te llaman de la NBA.
–(Se ríe) Sí.
–Es que este año ya se mencionaron hasta los nombres de los equipos que te quieren, como Detroit. No debe ser fácil dejar de verlo.
–En mi casa no se ve básquet. Porque cuando pongo un partido, mi mujer me dice: "¿Otra vez vamos a ver básquet?". En redes sociales dejé de seguir cuentas de básquet, porque después de un partido tenía que ver un montón de cosas buenas y malas. Creo que las dos perjudican en cantidades. Intenté seguir las cosas que me interesan y nada más. Los comentarios significan que voy por el buen camino, pero tampoco significa que vaya a pasar.
–Con Laprovittola en Real Madrid, ¿quién se corre a un costado para que el otro lleve la base?
–Es indistinto. En el Madrid se corre todo tipo de temas individuales. Siempre se empuja por el bien común. Cualquier jugador puede ser titular y siempre se cede un poco del juego natural de un jugador por el bien del equipo. Somos los dos bases. Si no estoy yo, estará él. No hay ningún problema, siempre nos entendimos a la perfección y combinamos muy bien. Él es inteligente y yo también me considero inteligente.
–Son amigos, alguna vez habían fantaseado con jugar juntos.
–Sí, pero en la Liga, nunca imaginamos que iba a ser en Real Madrid. La verdad es que es soñado, uno de los mejores equipos del mundo fuera de la NBA, con dos amigos, porque también está Gaby Deck. Planeamos disfrutarlo al máximo. Aprender nuevas cosas y pelear para conseguir títulos. Va a ser un desafío muy grande para nosotros.
Gracias por volver. Te extrañábamos. pic.twitter.com/m6J8ZYwdra&— CABB (@cabboficial) 20 de julio de 2019
–Ya ganaste todo con Real Madrid, ¿qué te motiva a seguir intentando alcanzar algo que ya lograste?
–La emoción de conseguir un título, ese sentimiento… dura apenas 20 o 30 segundos. Después, estás contento, sí. Pero ese instante en el que ganás es increíble… es adictivo. Si estás en un equipo que pelea por esas cosas, querés conseguirlo de nuevo. Querés volver a sentir esa sensación. Eso es lo que yo pienso. Nosotros tenemos jugadores como Felipe Reyes y Sergio Llull, que te siguen empujando y te ayudan para repetirlo.
–Durante los cuartos de final de la Euroliga, contra Panathinaikos, se habló mucho de Nick Calathes. Se dijo que era el mejor base de Europa. ¿Eso te motiva más para que un día digan que el mejor es Campazzo?
–Un poco el inconsciente te juega con eso. Querer competir… Desde chiquito soy competitivo y quiero competir contra el base con el que juego. Obviamente, sanamente. Jugar de igual a igual y querer ganarle. Pero siendo inteligente y sin entrar en duelos personales. Si en un deporte colectivo te metés en un duelo personal es cuando generalmente perdés. Calathes y Mike James son de los mejores bases de Europa. Cuando los enfrento y termino un partido, siento que soy un poco mejor jugador gracias a ellos.
–Cuando te medís contra ellos, ¿volvés a ver los partidos para ver qué hiciste y qué hicieron ellos?
–Sí. Les pido los videos a los asistentes. Veo cuáles son los lados fuertes y los débiles. Les pregunto a mis compañeros para que me cuenten cómo son. En el caso de Barcelona, contra Thomas Heurtel, le pedí a nuestro compañero francés Fabien Causeur qué me cuente cosas de él, que me de consejos. Intento por medio de los promedios, defenderlo de esa manera y cuando termina vuelvo a ver los cortes de defensa o de ataque.
–¿Siempre fue así?
–No. En Murcia empecé, con un entrenador muy estricto que tuve al que le gustaba mucho ver videos individuales y colectivos [N. de la R.: el griego Fotsis Katsikaris]. Ahí empecé a agarrarle el gustito a ser detallista y me ayudó mucho para tener un panorama de los rivales. Y como base, cómo ser el entrenador dentro de la cancha.
–¿Qué te provoca verte en videos?
–Me divierte verme. Cuando hago alguna pavada que no me sale me da vergüenza. Me propongo cambiar eso. Cuando discuto contra un árbitro también me siento mal. Es algo que tengo que mejorar. Aprendo mucho cuando repaso los partidos. Veo mis videos y, si me río, es cuando mejor juego, así que intento ver qué tanto me divierto en la cancha.
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