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Facundo Campazzo con LA NACION: “Yo me siento jugador NBA, quiero mantenerme en ese nivel”
El base argentino habló de su futuro incierto y de sus expectativas con la selección argentina
- 16 minutos de lectura'
“Me aburre estar enojado. Además, ¿con quién?”. Usa una frase que repitió hasta cansarse cuando las cosas no resultaron como esperaba en el último tiempo en Denver Nuggets, pero que en realidad tiene que ver con su forma de entender la vida. Su actitud frente a los desafíos permite comprender por qué luce relajado, con una sonrisa, sin histerias ante un momento de tanta incertidumbre. Gesticula, explica, pregunta, se divierte. Facundo Campazzo no tiene otra fórmula, no pretende tenerla. Es tan natural y cercano que no luce como una estrella del mundo de básquetbol, tampoco como un deportista que dominó Europa y grabó su nombre en la NBA.
Juega con su silla, gira sobre ella, suelta un chiste, mira por los ventanales... En la charla en la redacción de LA NACION, el base argentino elige mostrarse como es, sin rodeos. Cuenta cada detalle de cómo vivió su última experiencia en los Estados Unidos, cómo proyecta su futuro, la falta de certezas sobre cómo continuará su carrera y la estabilidad que le aporta tener un espacio en la selección argentina, allí donde ser capitán le permite tener un refugio. Se planta el hombre al que nadie le puede decir que algo no puede hacer: “Los desafíos me encantan. Es como que me hierve la sangre con eso”.
Hoy su único objetivo es estar completamente preparado para los desafíos que tiene con la selección. El primer paso serán los juegos ante Canadá y Bahamas (25 y 29 del actual), por las ventanas eliminatorias de cara a la Copa del Mundo de Japón, Indonesia y Filipinas, de 2022, y en septiembre viajará con el equipo a Recife, Brasil, para disputar la Americup. “Eso me mantiene activo, conectado y con la cabeza ocupada”, acepta.
–¿Se hace demasiado larga la espera por definir el futuro?
–Se hace un poquito larga, pero en el último mes en la NBA intenté planearlo lo mejor posible. Hablando con los preparadores físicos, con mis entrenadores de lanzamientos. Lo programado era descansar 4 o 5 días y bueno, organizarme con los entrenamientos. Por suerte están los compromisos con la selección que hacen que la espera no sea tan tediosa. Me sirve y me divierte un poco esto de estar planear los entrenamientos, cómo descansar, cómo practicar, cómo hacerlo. Me pareció atractivo.
–Si bien sabías que podía pasar, no deja de ser algo inusual para vos estar tanto tiempo sin equipo, ¿cómo lo manejás desde la cabeza?
–Estoy un poco en “modo avión”. En piloto automático. Hay veces que me agarra un poco de ansiedad. Pero advierto que muchos jugadores que ahora son agentes libres también les pasa lo mismo. Es algo inusual para todos. Tengo mis momentos de ansiedad, en los que me cuesta dormir, pero por lo general trato de estar tranquilo. Son cosas que no puedo controlar. Cuando me preguntan qué pasa o dónde voy a jugar, es cuando más me gana la ansiedad, porque me empiezo a imaginar y a pensar en la situación. Pero como estoy activo, me entreno, voy de un lado para el otro, es como que tengo la cabeza despejada.
–¿Todo eso te empuja a buscar alguna ayuda externa, como un psicólogo, para evitar “contaminarte”?
–Por ahora no lo busco, pero no estoy cerrado al tema. Mi manera de descarga sobre este tema es escribir un poco todo lo que está pasando. No se habla mucho en mi entorno del tema. Mi gente de confianza sí está ansiosa, pero sabe que hay que esperar y no hablamos demasiado. Y cuando me siento ansioso no tengo, por ahora, la necesidad de buscar de un psicólogo.
–¿La familia es el cable a tierra, la vía de escape para estas cosas?
–Si tal cual, la familia, los amigos... Tener la cabeza ocupada. Cuando hay más silencio es cuando vienen los pensamientos. Intento tener cosas para hacer, ahora con la selección tengo actividad y no me permite detenerme a pensar. Me entreno todas las mañanas, hago cosas… Todo aquello que pueda controlar me sirve. No puedo decir dónde voy a jugar todavía, entonces, cuando llegue ese momento quiero estar de la mejor manera física y mentalmente, porque eso sí lo puedo controlar yo.
–En ese escenario de ansiedades, ¿qué te afecta?
–No saber. La incertidumbre de qué va pasar. O que no se destrabe el mercado, que dependa de ciertos movimientos. Eso es lo primero que se me viene a la cabeza. No consumo redes para evitar multiplicar toda la ansiedad.
–¿Qué sí consumís para distraer la cabeza?
–Tengo muchas cuentas silenciadas de básquet para no consumir el tema todo el tiempo. Y están activos mis amigos para contarme algo que saben que sí me puede interesar. Prefiero ver fotos de asados o cuentas de chistes para despejarme. Cualquier cosa distinta a lo que vivo usualmente.
Campazzo y el fútbol
–En todos los equipos en los que jugaste requerían de diferentes aspectos de tu juego. Tras la experiencia de la NBA, imagino que sacaste conclusiones para saber qué deberías hacer para una nueva posibilidad en otra organización…
–Va a depender del equipo al que vaya y qué necesite ese equipo de mí. Quizá en Denver tenía que hacer algo específico, pero si voy a otra franquicia tal vez me piden cosas diferentes. La clave es adaptarme al entorno que me toca.
–Pero vos dijiste que hay cosas que, más allá del equipo que te toque, deberías tratar de mejorar como para jugar en la NBA. Por ejemplo, ser más agresivo hacia el aro...
–Sí, es más mental todo. Es un tema de confianza. Si tengo pocos minutos es como que me cuesta tomar confianza sobre mi juego. Ahora, si tengo la confianza del entrenador y de mis compañeros, lo que me hace sentir bien, soy más agresivo. Quizá deba seguir trabajando sobre eso: cuando no tengo tanta confianza debo ser más agresivo. La NBA es una competencia que te mantiene alerta todo el tiempo. Si no estás bien una semana y al otro lo ven bien, te pasan por encima y salís de la rotación. Entonces, creo que ese mantenerme alerta, agresivo, con confianza, forzarlo o intentar hacer siempre mi juego, es lo que debo mejorar. Después sumar herramientas para atacar o buscar soluciones para diferentes momentos del partido, son cosas que sigo trabajando. Y con el tiro busco ser lo más efectivo posible y eso va de la mano con la buena toma de decisiones, porque si tomás una buena determinación y lo entrenaste bien, a la larga van a salir las cosas bien. Ahora en la selección me toca un rol diferente al que pueda tener en la NBA, entonces quiero adaptarme a cualquier circunstancia.
–Sos la referencia de la selección, se advierte que te gusta, ¿Es un peso que todos estén mirando qué vas a hacer?
–No sé si es así o no lo quiero sentir así. Si es que están mirando qué voy a hacer yo. Siempre que estuve en la selección entendí que se necesita del liderazgo de todos los que la componen. Quizá por ser de los más grandes y que más tiempo lleva en la selección, junto con Nico [Laprovittola] y Marcos [Delía] hace que se vea así. Pero siempre pensé que la mejor manera es liderar en conjunto. No creo tanto en un solo líder. Quizá el hecho de ser el capitán otorga otro tipo de responsabilidad, pero ya de por sí la selección implica una responsabilidad diferente. Bueno mi trabajo es, desde la experiencia, desde el trabajo, transmitir lo que absorbimos de la Generación Dorada. El ir por ahí es la clave.
–Y Luis [Scola], ¿qué papel juega ahora desde afuera? ¿Se le consulta?
–Algún consejo se le pide. Luis para mí es irremplazable. De los jugadores que lideraba a su manera y que estaba constantemente manteniéndote alerta. Era como que estudiaba a futuro qué iba a pasar en la preparación, en el torneo, visualizaba los finales, se imaginaba resultados, los partidos, estudiaba el esquema del torneo… Era 100% metido en la causa. Y eso nos empujaba a ser mejores. Ahora nos toca a nosotros hacer ese trabajo, lógicamente a nuestra manera, con nuestra forma de ser. Se lo va a extrañar mucho, adentro y afuera de la cancha.
–¿Hablás con él?
–Sobre la selección, poco, muy poco. Me pregunta más cómo voy, cómo estoy, si hay novedades. Le pregunto yo por dónde va a estar, porque anda por todo el mundo. Le digo que tengo ganas de entrenar juntos otra vez. Está bien físicamente, sigue entrenando, así que algún día nos volveremos a ver para entrenarnos.
–Cabeza como esa no sé si habrás conocido...
–Muy pocas, muy pocas. De preparación, de profesionalismo… Es hacer todo lo mejor posible para ofrecer la mejor versión personal y del equipo. Siempre pensaba por los demás. Fue un privilegio y es un orgullo haber podido compartir tiempo en la selección con él.
–Hay una sensación en el aire de que hoy buscan ser un equipo parecido al que se vio en el Mundial de 2019 ¿Hay algo de eso o no se lo proponen porque es una presión complicada?
–Creo que fue un error habernos comparado con lo que hicimos en China. Hasta un poco contraproducente. Pensar de esa manera para afrontar los torneos que tuvimos por delante.
–Entonces, ¿les pasó?
–Creo que nos pasó en Tokio. Pensábamos en algún punto que podíamos hacer lo mismo, estar igual o que creíamos que cosas que hicimos en China las podíamos replicar en los Juegos... O que métodos que sí nos sirvieron en el Mundial ahora nos iba a resultar en Japón y la realidad nos golpeó de frente. Esa hazaña o ese torneo, quizá nos jugó en contra, porque me parece que superamos nuestras expectativas. Porque estuvimos a un nivel increíble y es difícil llegar ahí. Y una vez que termina un torneo, tenés que dejarlo ahí, pulir lo que hicimos bien y mejorar lo malo. Pero ya está, creo que nos comparamos mucho con ese torneo y nos perjudicó. Aprendimos mucho de esa experiencia en Tokio y nos va a servir para los torneos que tenemos por delante.
–Con la llegada del Che García, ¿fue como empezar, de alguna manera, de cero?
–Yo creo que internamente hicimos ese análisis, lo charlamos entre nosotros. Con Néstor no se habló mucho del tema de China. Creo que sabemos qué hay que trabajar, olvidarse de lo que pasó en China y Tokio y que ya somos otro tipo de jugadores. Fuimos evolucionando, tuvimos nuevas oportunidades, con distintos clubes… Entonces, tenemos que volver a trabajar para juntar todas las piezas y que funcione a la perfección. Y confiar siempre en la preparación, nosotros por defecto confiamos en cómo nos preparamos y que el torneo sea el resultado de lo que hicimos previamente. Ahí tenemos que poner el enfoque y creo que Néstor, en ese sentido, nos va a ayudar un montón.
–En este nuevo proceso de la selección, te tocó jugar en las eliminatorias y como visitante, ¿sentiste la presión otra vez jugar en Sudamérica, quizá una experiencia diferente a la que estás acostumbrado desde hace algunos años?
–Estaba un poquito nervioso [NdR: por el partido ante Venezuela, en Puerto La Cruz]. Y tenía muchas ganas de jugar, muchísimas. Hacía mucho tiempo que no vivía eso. Y estuvo bárbaro, porque en estos torneos se permite usar más las manos, hay mucha presión de la gente, cuando estábamos ahí jugamos con 34 grados y eso que había aire acondicionado. Y costó un poco, en lo personal no fue sencillo entrar en juego. No teníamos muchos días para entrenarnos, pero vivir la etapa previa, los viajes que son largos e incómodos, no como Europa que en dos o tres horas estás en el destino. Acá tenés que moverte a lugares muy alejados. Fuimos a Venezuela, a Panamá, ahora nos vamos a Canadá…
–No es el avión privado de Denver...
–Naaah. Tal cual. Es la sala de espera, es el estar con tus compañeros.
–Es volver un poco a las fuentes.
–Totalmente y lo disfruté mucho. Y ganamos, eso ayudó también.
–Dijiste que pudiste usar las manos y en la NBA eso no podías hacerlo. Hacer eso es uno de tus fuertes siempre, porque tu defensa siempre es al límite, ¿te costó mucho adaptarte a eso? ¿qué aprendiste de esa experiencia?
–Allá no se pueden usar las manos para defender y a las estrellas o los jugadores importantes los cuidan mucho. Es como que está todo preparado para que el ataque se luzca. La cancha es más grande, necesitás la confianza de tus compañeros para que te ayuden. Te sentís más solo defendiendo a esas bestias, porque mirás para los costados y están lejos tus compañeros. Hay que usar las piernas, no las manos, los bloqueos vienen con todo, entonces fue un desafío grande. En lo personal intenté competir siempre, por momentos me sentí muy bien y en otros no tanto. Es muy difícil pararlos. Intenté escuchar a los asistentes y al entrenador, que me decían que debía siempre mostrar las manos, porque acá estamos acostumbrados a poner las manos adelante o usarlas para el chequeo y allá usan eso para sacarte una falta. El primer año me sentí bien, me costó un poquito porque me cobraban muchas faltas, me costó con los árbitros porque protestaba mucho, y eso también fue un desafío para no hacerlo más.
–¿En español protestabas?
–No, no. Pero hay veces que me decían que tenga cuidado si decía algo en español porque había algunos árbitros sabían español. En líneas generales nunca me fui de boca con los árbitros e intenté sumar también desde ahí.
–Estas particularidades, ¿representaron un desafío físico distinto?
–Creo que juega mucho estudiar al rival. Si es Curry que gana su confianza desde la línea de tres puntos, digo bueno, voy a tratar de jugar más físico, presionarlo más alto y que de última haga más cosas que hace menos. Lógicamente no sale tan fácil. En el primer año me gané un poco la luz verde para salir de las reglas estrictas que teníamos para defender a algunos jugadores. Entonces, le decía al entrenador que algunas veces me dejasen probar una forma diferente de defenderlos y él me respondía que si lo hacía un par de veces y funcionaba me iba a dar libertad para cambiar momentáneamente esa regla. Entonces me fui ganando un poco en la defensa la confianza para sentirme mejor.
–La comunicación es importante en el equipo y en especial en tu puesto. En alguna columna contaste que P.J. Dozier te ayudaba un poco a conocer más términos coloquiales de los Estados Unidos…
–Yo pensé que sabía hablar en inglés hasta que llegué a Denver y fui al primer entrenamiento... Ahí me di cuenta que me faltaba mucho. Y bueno, cuando hablaban entre ellos no entendía nada. Es como si me pongo a hablar con mis amigos con el acento cerrado de Córdoba. Y en un momento le pedí a Dozier que me ayudara y que me hablara como si estuviese con sus amigos en el barrio. Ahí fui avanzando un poquito, pero a la semana lo traspasaron y me quedé sin profesor, jajajaja. En mi segundo año fui entendiendo más, acostumbrando el oído a las terminologías locales y me sentí mucho mejor.
–A la etapa Nuggets, ¿le pudiste poner un moñito?
–Sí, no le di más vueltas. Sé cómo es el negocio de la NBA, sé que puede pasar cualquier cosa. Generalmente los malos años son los primeros, los que más te cuestan. Y en mi caso pasó que en el primer año se lesionó [Jamal] Murray y me tocó jugar de un día para el otro mucho más. Más la pelota en la mano y más protagonismo. Me sentía bien. Estaba confiado, fluía todo. En el último año empecé jugando, en el último mes y medio empecé a perder la confianza, el que estaba detrás de mío empezó a jugar muy bien, le daba 15 puntos por partido y en mi interior pensaba: “Si soy el entrenador y tengo a uno que no tiene mucha confianza que no está haciendo las cosas muy bien y tengo a otro que me hace 15 puntos por partido y el equipo dentro de todo crece... No hay mucho para dudar”. Entonces, entendí que no podía ser egoísta y advertí que algo estaba haciendo mal yo. Entonces intenté ponerle toda la energía en mejorar. Me veía venir que podía pasarme lo que sucedió.
No se detiene, quiere dejar en claro cómo vivió todo ese proceso: “No voy a mentir que al principio fue frustrante, porque quería jugar, quería demostrar. Pero me aburre estar tanto tiempo enojado, además, ¿con quién iba a estarlo? Por lo tanto, puse mi energía en lo que me hace feliz: matarme entrenando y pasarla bien en mi casa con mi familia. Porque cada club hace informes de tus comportamientos adentro y afuera de la cancha. Le llevan al entrenador planillas de cómo fue tu predisposición cuando no jugabas o si ponés mala cara en esa situación. Cada asistente habla de una situación en particular de cada jugador. Eso se lo dan al técnico, a los directivos y actúa como una especie de currículum a la hora de contratar a un jugador. Por lo tanto, no voy a darle a nadie argumentos para que duden de contratarme. Ya está, no juego, me entreno, estoy atento, empujo a los nuevos a entrenarse más, los ayudo en lo que puedo, juego los 3vs3 con los asistentes... Siempre busqué las formas de estar preparado”, describe.
–Real Madrid ya hizo saber de todas las formas posibles que te quiere de vuelta, pero vos ya contaste que hoy tu prioridad está tener una nueva oportunidad en la NBA, ¿Eso es porque tenés como desafío personal terminar de demostrar que sí podés jugar en la NBA?
–Yo quiero mantenerme, yo creo que demostré que puedo competir cuando estoy bien. Cuando me dan confianza y me siento parte de la rotación. De hecho, los playoffs del primer año fui titular en todo menos en el último juego. Y en la temporada regular jugué mucho. Pero ojo, no le estoy diciendo no a Real Madrid. Lo que estoy diciendo es que mi atención y mi energía está puesta en la NBA. Mi primera opción es esa, ese es el mensaje. Yo me siento jugador NBA y quiero mantenerme en ese nivel. Porque te mantiene alerta, porque puede pasar cualquier cosa, porque es incertidumbre, mejorás, tenés todo para evolucionar. Es un poco esa la forma de pensar. El Real Madrid es la vidriera más grande que hay en Europa y gracias a ser parte de ese club es que me ayudó a estar en la NBA. Pero la realidad es que yo quiero enfocarme en seguir en los Estados Unidos.
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