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Fabián Borro, el presidente de la CABB, ante la desconfianza de los jugadores: "De mi parte están los contadores en cero; no hay resentimientos"
Una sala amplia, mucha luz. Piso 18 del edificio de Aysa. Allí Fabián Borro se mueve con total naturalidad, ya que desde 1981 trabaja en la empresa. Es el director de Apoyo Logístico y como tal, cuenta con un despacho muy confortable. Una camiseta de Eduardo Dominé, con los colores de Obras Sanitarias, una estatuilla de Juan Domingo Perón, una imagen de Evita, una botella de gaseosa y una jarra enorme de agua componen la escena: "¿Querés un poco de agua? Es riquísima. Mi hermana es la gerenta de calidad, así que puede dar fe de eso", dice Fabián Borro. Suelta una sonrisa, una de las pocas que se le ven, pero se distiende por un puñado de segundos el flamante presidente de la Confederación Argentina de Básquetbol (CABB), que asumió este jueves y gobernará la entidad por cuatro años.
Se acomoda en la cabecera de una larga mesa de reuniones y ordena una cantidad de planillas con números de logros alcanzados en la Federación de Básquet Área Metropolitana Buenos Aires (Febamba), que presidió hasta hace unos días, y también tiene algunos gráficos de gestión en la Asociación de Clubes (AdC), entidad que lo tuvo como presidente hasta que Borro fue confirmado como el conductor de la CABB. Se lo advierte satisfecho por haber alcanzado el objetivo de llegar a la cima dirigencial del básquetbol argentino, aunque sabe que no será una tarea sencilla. No cuenta con la mirada aprobatoria de todo el universo de la disciplina. Sí con el apoyo de las federaciones, que lo llevaron hasta la presidencia, pero no tiene la bendición de su principal activo: la selección nacional. De sus exjugadores ni de los actuales. Tanto miembros de la Generación Dorada como algunos de los subcampeones del mundo en China 2019 manifestaron públicamente el apoyo a la continuidad de Federico Susbielles, el presidente saliente y que rivalizaba con Borro en la campaña hasta que no pudo presentarse por no disponer de avales suficientes.
Su pasado parece pesar en esta historia, ya que Borro fue uno de los vicepresidentes de la gestión de Germán Vaccaro, que terminó procesado por presunta administración fraudulenta tras una auditoría en la CABB, principalmente impulsada por los integrantes de la Generación Dorada, en la que se constató un faltante de 33.000.000 de pesos. Si bien no desconoce estas cuestiones y el proceso judicial no vinculó a ninguno de los dirigentes que acompañaron a Vaccaro, el titular del club Obras Sanitarias de la Nación sabe que carga una mochila por aquello. En la charla con LA NACION responde sin demasiadas vueltas y admite que afronta un buen desafío: lograr la aceptación general a su gestión al frente de la Confederación.
–¿Cómo vive esta situación de saber que exjugadores de la Generación Dorada y parte del actual plantel de la selección respaldaron abiertamente a Federico Susbielles?
–Creo que hay dos factores básicos. Uno es el desconocimiento sobre mi persona, justamente porque no soy un político, sino que soy un dirigente deportivo. Nunca ingresé en la política y por eso no se me conoce. Parece que nadie hace el esfuerzo por conocer a las personas. Y el otro es que en los tiempos que vivimos, hay redes sociales y trolls que estigmatizan a las personas. Hay corrientes discriminatorias en la Argentina que son graves. Por el pensamiento y por el origen. Pero nosotros somos otra cosa.
–¿Por qué habla de discriminación?
–Soy una persona que tiene honorabilidad y tengo una trayectoria en esta empresa de más de 35 años y llevo 25 vinculado con el básquet. Los que trabajan conmigo saben cómo pienso y cómo me desempeño. Me gusta trabajar en equipo y con disenso. En todos lados me manejo así. En Febamba hay 10 presidente de clubes que forman parte del consejo directivo. Fui relegido hace poco y en la AdC fui relegido en febrero...
–Si se pudiese correr del discurso del dirigente deportivo y contestar sin formalidades, ¿por qué cree que no confían en usted para conducir la CABB?
–Porque durante la gestión en la Asociación de Clubes tocamos muchos intereses. Y eso se paga después. Porque hubo gente a la que sacamos de su zona de confort y porque empoderamos a los dirigentes de los clubes. Este es "el gran pecado" que cometimos. Las organizaciones están mejor que cuando empezamos y hay más participación. Nosotros profesionalizamos las áreas. En Obras, en Febamba y la AdC. Es un poco inexplicable lo que pasó. Y cuando tocás intereses…
–¿Cuánto pesa haber formado parte de la comisión directiva de la Confederación cuando la presidía Germán Vaccaro?
–Es todo lo mismo. Justamente aquellos a quienes les tocamos sus intereses son los que querían que fuéramos a ayudar en aquel momento a la Confederación. Es difícil entender eso. Sobre lo que ocurrió hay que conocer la verdad y llegar al fondo. Nosotros no vamos a cambiar la abogada de la CABB y seguirá la causa como corresponde. Porque también nosotros queremos saber la verdad.
–¿En qué punto está la situación de Sergio Hernández? Parece que dará un paso al costado.
–No nos vimos todavía. Espero poder hablar con él y que estemos juntos. La verdad es que nunca tuve un episodio con él, todo lo contrario. Siempre tuvimos una buena relación.
–¿Y cómo se lo convence de que continúe después de que expresara una postura tan marcada?
–Se lo resuelve fácilmente. Primero y principal es necesario entender que no existieron agresiones hacia mí y no hubo ningún comentario negativo sobre mi trabajo. Ellos apoyaron a Susbielles y eso es una opinión. Hay que saber respetar opiniones. Lo que me parece mal es que se acuse sin saber. De mi parte están los contadores en cero. No hay resentimientos. Vengo a trabajar con una mirada moderna y hacia el futuro. Siento que la selección argentina está antes que todo: los dirigentes, los entrenadores y los jugadores. Hay que tener la mejor propuesta deportiva, el mejor plan, y está todo diseñado para las giras rumbo a Tokio 2020. Hay que salir rápidamente de esto, que es un hecho político y que se resolvió. Hay que poner la mirada en los Juegos Olímpicos para ganar la medalla de oro.
–¿Quiere reunirse cuanto antes con los jugadores? ¿Habló ya con alguno?
–No pude hablar con muchos. Sí hablé con algunos exjugadores de la selección, que me llamaron para felicitarme. Me parece que hay dos grupos. Uno es la Generación Dorada, a la que hay que cuidar. Siempre le digo a Pepe [Sánchez], que es aquel con el que más hablo, que tienen que mantener su legado y el fuego sagrado. Ellos deben estar custodiando que las cosas sean bien hechas. Para mí la Generación Dorada es un patrimonio deportivo de la Argentina. Y después está la selección mayor, en la que de la Generación Dorada queda solo Luis [Scola]. Estos chicos tienen otra visión y buscan un objetivo claro, que es mantener a la selección en lo más alto. Se está dejando pasar todo este proceso para que las cosas se acomoden, y además ellos tienen muchas obligaciones deportivas; no quiero molestarlos ahora.
–¿Va a escuchar a los exjugadores para aplicar ideas en su gestión?
–Justamente eso queremos. Ellos tienen más conocimiento que los dirigentes. Nosotros, los dirigentes, viajamos y aprendimos, pero la realidad es que los jugadores conocen las mejores organizaciones deportivas del mundo y son respetados en esos lugares. Y son ellos quienes pueden darnos una visión para mejorar el proyecto deportivo. Me parece que eso sucedió, de alguna manera, con este Mundial. Hablo con Pablo Prigioni y lo escucho, porque la cantidad de conocimientos que tiene es realmente fantástica. Son ellos una guía ideal para apoyarse.
–¿Aclaró todo con Susbielles?
–Creo que siempre estuvo todo claro. Entiendo que a veces lleva un tiempo aceptar que uno no cuenta con los requisitos suficientes. Y hasta lo comprendo, como algo lógico.
–Después de vivir días tan incómodos con miradas desconfiadas y controversia, ¿qué representa para usted tomar el control de la CABB?
–Es un honor y un orgullo ser el presidente del básquet de todos los argentinos. Y de alguna manera es coronar una carrera dirigencial de más de un cuarto de siglo. Me pone muy contento estar en este lugar y haber sido elegido por las federaciones.
–¿Por qué tomó la determinación de ser candidato a presidente de la Confederación?
–Uno tiene vocación dirigencial. Tengo que ser claro en algo: llegamos a todos los lugares porque nos eligieron. Cuando no nos eligieron... acompañamos institucionalmente. Fui capitán de mis equipos, fui delegado donde estudié... Me gustan los desafíos; es más fuerte que yo.
–¿Tiene tiempo para usted?
–Todavía tengo, pero cada vez menos. Lo único que me gustaría es mantener cierto anonimato. No estoy acostumbrado a tanta exposición. No soy muy amigo de eso. Hay que gestionar y hacer; eso es lo único que cuenta.
–Se marca que la Confederación progresó considerablemente con Susbielles y se ordenó después de la gestión de Vaccaro. ¿Qué debe mejorar?
–Primero debemos atacar la masividad del deporte. Hoy la Confederación no tiene un plan para que haya más chicas y chicos que jueguen al básquet. Eso es básico. Nuestro segundo punto es que haya un fortalecimiento integral de las federaciones. Necesitamos una gestión moderna y profesional. Hay que tener una mirada diferente, más amplia.
–¿Habló con Horacio Muratore, el presidente honorario de FIBA?
–Siempre lo hago. Le consulto cosas porque es importante. Así como se habla de los jugadores y de los entrenadores, para nosotros, los dirigentes, es él nuestra Generación Dorada. Es nuestro papa Francisco, porque llegó a ser presidente de FIBA, cosa que seguramente ningún otro argentino será.
–¿Le gustaría ser presidente de FIBA?
–No creo que tenga el tiempo como para alcanzar ese lugar. No es algo que esté pensando ahora. Me concentro en que volvamos a tener cargos en FIBA América y Consubásquet.
–¿Qué evaluación hace de la gestión de Susbielles y que proyecta para usted como presidente?
–De la parte interna de su gestión poco puedo hablar porque no la viví. Puedo decir que, mirando desde afuera y como cabeza de Febamba en su momento, tuvo cosas buenas y otras no tan buenas. Pero uno entiende que en lo económico está todo acomodado. Y nosotros esperamos fortalecer a clubes y federaciones. Darle más proyección internacional a la CABB y más interrelación con el Ministerio de Turismo y Deporte, porque creo mucho en la relación entre el deporte y el turismo.
–¿Cuál fue su principal acierto como dirigente en la AdC y qué advierte como error en función de lo que puede hacer en CABB?
–Son organizaciones que tienen objetivos diferentes y complementarios, y que deben trabajar juntas. Creo que eso va a ser parte de la impronta de esta gestión. Nosotros no vamos a estar enfrentados con la Asociación de Clubes; vamos a aplicar sinergias y a tener vasos comunicantes. La idea es que estemos todos los dirigentes juntos. La unidad en el disenso. Me prometieron los dirigentes que ante mi salida de la Asociación de Clubes van a mantener la unidad con la conducción de la AdC. Y le vamos a sumar la de la Confederación. Nosotros somos una de las cinco federaciones más importantes del mundo por los logros deportivos. Y tenemos que ser un ejemplo en la organización.
–¿Hay algo que usted se cuestione de su gestión en la Asociación de Clubes?
–Creo que hay que seguir profundizando el modelo. Tenemos que seguir aplicando herramientas de gestión modernas. La Asociación de Clubes queda en buenas manos y está mucho más fuerte que cuando nosotros nos hicimos cargo. Hay que seguir trabajando en la infraestructura. Hicimos crecer el trabajo en un 25% con la incorporación de equipos y se nos critica. Es increíble.
–Pero se le señala eso porque se entiende que se pierde competitividad al haber más equipos.
–Pero hay más trabajo. No entiendo cómo se critica a un grupo que genera más trabajo. Y los que entienden que se nivela hacia abajo... es una apreciación subjetiva. Yo veo que hay más trabajo, que hay menos lesiones, que gastamos menos para viajar, que tenemos un plan de desarrollo de jugadores. Que de los 12 que fueron al Mundial, diez jugaron en la Liga Nacional. Y nos tocaron los cinco peores años de la economía de la Argentina. Y nos dicen que va menos gente a la cancha: ¿comparado con qué etapa? Es muy relativo decir eso. Si no hay datos anteriores... Pero sí hay que trabajar para mejorar todos los aspectos. Hay que darle a la gente un espectáculo.
–En ese punto hay una cuestión cultural, en la que el básquet no predomina.
–Está bien, pero todos tenemos que trabajar en la comunicación.
–¿Cuánto tiempo se necesita para instrumentar estos cambios?
–Podemos implementarlos rápidamente. Siento que en un año podemos desarrollar esa idea de darle más difusión y amplificar. Creo que vamos a hacer cambios rápidamente.
–¿Y en el nivel deportivo?
–Nosotros logramos mucha visibilidad gracias a la Generación Dorada y ahora tenemos una nueva oportunidad, que no hay que desaprovechar. Pero creo que hay menos chicos que juegan. Hay muchos clubes que están a tope y no pueden incorporar más, porque las estructuras no se lo permiten. Tenemos que darles herramientas y no sacarles dinero a las instituciones. Tenemos que relacionarnos de forma diferente y debemos generar recursos para el básquet.
–Nunca fue sencillo acercar empresas que se interesaran por la disciplina...
–Javier Tebas, el presidente de la Liga Española, de quien admiro su obra, dice que un sponsor es un acto de fe. Si él dice eso, entonces la idea es que nosotros tenemos que trabajar en la relación con el consumidor final, con nuestro público. Y ampliar nuestra base. Tenemos que generar una marca básquet. Tenemos que aprovechar lo que sucedió con esta selección en China para dar un gran salto y amplificar el mensaje.
–¿Deben trabajar en los contratos con la televisión?
–Me parece que todo eso quedó desactualizado desde que se pesificó en 2001. Uno no puede pensar que la televisión tiene que ser la que le solucione todos los problemas. A nosotros nos gusta ver la TV pero a los chicos no los interesa tanto. Tenemos que buscar un relacionamiento distinto. Tenemos que ir al consumidor final y ver cómo logramos que nos siga. Quizá debemos pensar en una multipantalla y una multidifusión. Como sucede con cualquier deporte en el mundo. No es algo exclusivo de alguien este producto. Hay que estudiar a fondo estas cosas.
–Dijo que esperaba que no se metiera la política en la elección de CABB. ¿Se metió?
–No, y estoy contento por eso. Tengo claro que una organización deportiva es política, pero no debe ser partidaria. Acá no nos preguntamos cuál es el signo político de cada uno. El punto de unión es la gestión deportiva.
–¿Tuvo contacto con Matías Lammens, expresidente de San Lorenzo y ahora ministro de Turismo y Deporte?
–A Matías lo conozco porque fuimos colegas en la Liga. Tengo muy buena relación y un gran respeto por él. Es una persona con la que se puede conversar y trabajar.
–En la Liga se decía que muchos no querían a San Lorenzo porque "rompía" la competencia con una gran inyección de dinero...
–No creo que haya pasado eso. Todos los clubes aprobaron el ingreso de San Lorenzo y siempre hubo equipos que tuvieron etapas de hegemonía. Y bueno: este año somos todos más terrenales. Es así, hay que trabajar con eso. No hay que ponerse mal. ¿Ves? Ahí hay otro factor de por qué los clubes me apoyan: yo fui el primer presidente de un club y de la Liga y nadie puede decir que Obras Sanitarias se haya visto favorecido por algo, sino lo contrario. Uno de los hechos que rescatan es que defendí a todos por igual... Nunca salimos campeones en mi gestión. Eso me valoran mis colegas.
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