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El verdadero Jerry Krause: migas en las camisas, 65 dólares por semana y la mirada más filosa de la historia de la NBA
"Cuando vengas a Chicago, ponte el anillo de campeón, que lo vean los jugadores".
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La frase puede ser una de las tantas que se escuchan en el universo de la NBA. También se podría elegir cualquier año, son muchos los que aplican para ese pedido. Sin embargo, cuando se pone en tiempo y en contexto, todo cambia y tiene sentido. Era 1986 y se estaban ensamblando las piezas de la estructura más perfecta que haya visto el básquetbol de los Estados Unidos. Phil Jackson, que había sido campeón en 1970 y en 1973 con New York Knicks, fue quien soltó esas palabras y Jerry Krause quien se lo pidió. El primero comenzaba como ayudante del entrenador principal de los Bulls (Stan Albeck) y el segundo era el general manager de Chicago que estaba tomando determinaciones fuertes y eso incluía sumar a Phil a la franquicia para inspirar a los jugadores.
Cuando se trata de construir historias, darle cierta dinámica y que ese relato cautive, es necesario crear antagonismos. Y The Last Dance, encontró en Krause al elemento perfecto para que Michael Jordan, Jackson y Scottie Pippen tomasen una dimensión galáctica en medio de este documental que mantiene la expectación de la gente (este lunes se verán por Netflix los capítulos 3 y 4). Ahora bien, este hombre del que se burlan por tener kilos de más, no tener una gran estatura o por no querer conceder cada uno de los caprichos de ellos, es mucho más que un puñado de chistes ofensivos. Es cierto que en toda esta historia los celos y el ego jugaron un papel determinante, pero nadie podrá negar que fue Krause el que supo qué piezas eran las ideales para construir la dinastía.
Los Bulls toman la determinación de contratar a un general manager que era conocido por sus dotes para captar talentos y que había comenzado su carrera en la liga en Baltimore Bullets y quedó marcado por haber seleccionado a Earl Monroe, conocido como el "Jesus Negro" y considerado uno de los mejores 50 jugadores de la historia de la NBA en 1996. Era uno de los scout (ojeadores) más reconocidos de la NBA (Suns, Sixers, Lakers) y también tenía una buena reputación dentro del universo del beisbol (White Sox). Sin embargo, para el gran público no era una figura estelar. Krause llegó a Chicago con la idea de construir un equipo dominante: "Mi trabajo era ganar", reconoció en una entrevista en NBC.
No le temblaba el pulso. Y cuando tuvo que despedir a Doug Collins para darle el control a Jackson no dudó, aún cuando todos lo miraban extraño, ya que Collins en la temporada 88-89 había llegado a la final de la Conferencia del Este. Para comprender el tamaño de la determinación: en la campaña anterior (87-88), los Bulls habían conseguido su primera temporada de 50 triunfos después de 14 años (73-74), incluso, Krause por eso ganó el premio al Ejecutivo del Año. "Atribuía gran importancia a encontrar atletas con carácter y era implacable cuando se trataba de qué madera estaban hechos", reconocía Jackson por entonces.
Ahora bien, cada movimiento de Krause, que comenzó trabajando para Chicago Cubs (MLB) en 1961 como el chico de los mandados a razón de 65 dólares semanales, le dio a los Bulls la energía dominante que después se vio en la cancha. Si bien él no fue quien seleccionó a Jordan, todo lo que hizo para rodearlo fue lo que marcó la diferencia. Para el primer Three Peat (tricampeonato), salió a cazar y se quedó con John Paxson en octubre de 1985, seleccionó a Horace Grant en el 10° lugar del Draft 1987, canjeó con Indiana, para tener a Scottie Pippen en la noche del Draft de 1987, cambió a Charles Oakley (el mejor amigo de Jordan), una primera ronda del Draft 1988 y una tercera ronda de ese mismo año para New York Knicks para tener a Bill Cartwright… Y como si fuera poco, seleccionó a Toni Kukoc en el Draft de 1990 y firmó a Bill Wennington y Steve Kerr como agentes libres en septiembre de 1993. Hace unos días Kukoc dijo: "Fue el manager general de un equipo que ganó seis anillos. Dime cinco personas que hayan conseguido lo mismo en el mundo, en cualquier deporte".
No se detuvo allí la tarea de Krause, porque cuando Jordan se retiró en 1993, después del tricampeonato, había muchas dudas acerca de si era posible sostener a los Bulls como una poderosa franquicia. Y allí comenzó otra vez la mano de Krause "Crumbs", como lo decían por entonces, ya que aseguran que siempre tenía sus camisas llena de migas de tanto comer.
Ya no necesitaba tanto personal, pero sí tenía pensado sumar jugadores que cumpliesen su rol dentro de una estructura. En 1994, en febrero, canjeó a Stacy King a Minnesota Timberwolves para obtener a Luc Longley, en septiembre de ese año se quedó con Ron Harper que estaba en la agencia libre y un año después dio otro gran golpe, ya que en octubre de 1995, golpeó la puerta de San Antonio Spurs para ofrecer a Will Perdue a cambio de Dennis Rodman, que ya no estaba en sintonía con la franquicia y menos con el Almirante David Robinson. Cuando Jordan decidió regresar, todo el plantel estaba listo para reinar nuevamente y en la temporada 1995-96 marcó un récord para la época en la NBA: 72 partidos ganados en la serie regular. Jerry Krause fue nombrado Ejecutivo del Año por segunda vez. Tan despiadada era la mirada sobre Krause, que el columnista del Chicago Tribune, Bernie Lincicome, escribió: "Si bien es cierto que Krause y Benny the Bull [la mascota del equipo] nunca fueron vistos juntos, descarto todos los rumores de que son la misma criatura. Benny tiene otro traje".
Lo señalan como el destructor de la dinastía. Primero por querer sacar a Jackson en la temporada 1996/97, lo que no se concretó porque el dueño de la franquicia, Jerry Reinsdorf, se negó, pero sí anunció oficialmente que la 97-98 sería la última de Jackson como DT. También lo culpan por no querer darle a los jugadores más dinero. El contrato de Pippen fue un detonante, aunque nadie se detiene en un detalle: el tope salarial de aquella temporada 97-98, era de 26.9 millones de dólares y sólo en Jordan gastaban US$ 33 millones. Es decir que Krause debía lidiar con una situación muy compleja, pagar impuestos de lujo por ese grupo y hacer malabares para sostener la dinastía, que con los pedidos de MJ y compañía eran demasiado para las posibilidades de los Bulls.
Siguió en Chicago hasta 2002, después de Jackson contrató a Tim Floyd y apenas duró tres temporadas sin grandes éxitos, pero si tuvo otras grandes jugadas dentro de la NBA, como por ejemplo, en aquella última temporada de 2002 contrató a Jay Williams, una de las grandes promesas que terminó su carrera abruptamente por una accidente con una moto que lo sacó de la actividad por más de 3 meses y jamás pudo a ser el mismo de antes.
Krause falleció a los 77 años, en marzo de 2017, ingresó al Hall of Fame ese mismo año y tras la noticia de la muerte del general manager de ese mítico Chicago Bulls, se leyeron palabras como estas: "Jerry fue una figura clave en la dinastía de los Bulls y significa mucho para los Bulls, los White Sox y la ciudad de Chicago. Mis condolencias de todo corazón para su esposa, Thelma, y para toda su familia y sus amigos". El dueño de estas palabras es un tal Michael Jordan...
Krause, un villano injusto, un arquitecto por excelencia, el conector perfecto, un actor determinante eclipsado por el brillo de MJ-Pippen-Jackson-Rodman.
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