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El nuevo golpe del seleccionado argentino de básquetbol obliga a mirar menos la TV y aceptar una realidad diferente
El conjunto nacional se quedó afuera del Mundial y de los Juegos Olímpicos, dos golpes que sacuden los cimientos de una actividad que se acostumbró a ser protagonista en los últimos 23 años
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Todavía resuena el silencio en Santiago del Estero durante esos tiros de tres puntos de Eric Gordon que ponían a Bahamas más cerca del título y alejaban a la selección argentina de su único objetivo. Golpean con potencia las determinaciones desesperadas para intentar atrapar un partido que se iba y comenzaba a dejar un vacío profundo en el corazón del básquetbol en celeste y blanco. Una preparación bien elaborada, una construcción de identidad en pleno desarrollo, la confirmación de un recambio posible, pero un cachetazo tan contundente que sólo permite ver que se sumó una segunda eliminación en casa, primero en Mar del Plata y ahora en Santiago. Y las estadísticas salan las heridas, porque desde hace 23 años (Sydney 2000) que un conjunto nacional no se quedaba fuera de unos Juegos Olímpicos y porque hace un puñado de meses se quedó sin Mundial después de casi 41. Entonces, no queda más que interpretar que es un tiempo real de recambio, de saber que el subcampeonato Mundial de China 2019 fue una tormenta perfecta de talentos, que el brillo de una generación que ubicó en el mapa al básquetbol argentino se ubica en el recuerdo, con la necesidad de atesorarlo y aceptar una realidad diferente. Con buenas señales, claro, pero diferente.
Compitió el equipo en el último partido del torneo clasificatorio para el Preolímpico y se midió de igual a igual, pero no lució como en el primer choque con Bahamas. No pudo con el talento de Gordon, un NBA que ahora suma años (34), pero que se trata de una estrella que fue campeón del mundo con Estados Unidos en Turquía 2010. Se ofreció pleno el conjunto nacional en esa definición en la que los jugadores sabían que si caían, se sumirían en un aislamiento de roce internacional aplastante. Porque no tendrá acción de la importante hasta 2025, cuando se dispute la Americup, aunque claro: para eso desde febrero de 2024 deberá ganarse la clasificación para esa competencia y ahora todo parece demasiado lejano. No le quitaron el cuerpo Facundo Campazzo y Pablo Prigioni a este nuevo fracaso, ya que el capitán y el entrenador pretenden que este tipo de situaciones también se puedan tomar con procesos de aprendizajes. Pero les duele, le toca el orgullo y no se podrán quitar este golpe en mucho tiempo.
“Estamos en el barro”, dijo hace unas semanas Campazzo en una charla con LA NACION. Y quizá sea esa la mejor definición posible para leer en qué punto se encuentra el básquetbol argentino. Porque para construir un proyecto fuerte y serio se necesitan de todas las partes. Es real que ahora el equipo tuvo a disposición una preparación en Europa, jugó amistosos para tomar forma, compartió tiempo para generar un grupo. Todos consideraron que hubo una buena comunión y que se quedaron con buenas sensaciones, pero suele decirse que aquellos que consiguen grandes logros es porque tienen todos los componentes alineados, respaldando, apoyando, bancando las frustraciones. Sin embargo, en esta historia no todos los que están afuera de la cancha y visten de camisa y corbata estuvieron a la hora de este nuevo golpe.
Es un grupo que no quiere excusas. Si bien algunos podrían leer que las ausencias de jugadores son las que debilitaron la estructura y le restaron chances, se pierde de vista que si no estuvieron Nicolás Laprovittola, Leandro Bolmaro, Juan Pablo Vaulet y Marcos Delía, es porque fue consensuado, hablado, acordado y porque todas las partes entendieron que debía ser de esa manera. Incluso, a la hora de sacar conclusiones las sensaciones y pensando en el futuro, lo que hicieron en la preparación y después en el torneo Francisco Cáffaro y Juan Fernández, por mencionar dos de los jugadores apuntados para el recambio, dejó un sabor de boca agradable de cara a lo que proyecta el staff técnico. Aunque claro, por estas horas nada alcanza.
Dos medallas en los Juegos Olímpicos (Atenas 2004 y Pekín 2008), dos subcampeonatos del mundo (Estados Unidos 2002 y China 2019), un Preolímpico (Mar del Plata 2011), un Sudamericano (Valdivia 2001), un Panamericano (Lima 2019) y una Americup (Recife 2022), conforman demasiado brillo como para no marear a cualquiera. Porque si alguien considera que alcanzar todo ese éxito deportivo es sencillo, es no conocer de qué se trata el básquetbol mundial y el argentino en particular. Son estos jugadores los que volvieron algo extraordinario en un escenario terrenal. Estos mismos jugadores, o muchos de ellos, con cuerpo técnico incluido, que hoy mastican bronca y que también lo hicieron en Mar del Plata, formaron parte de ese proceso de gloria y ahora aceptan que la realidad los pone en otro sitio. Bueno, será tiempo de entender que éste es otro momento, de leer cómo está el mapa local y de aceptar que sí llegó el tiempo de reconstrucción.
Porque los Campazzo, Laprovittola, Deck, Garino, Delía, Vildoza, se encargaron de sostener un estatus que se sabía que no estaba dentro de la lógica, que lo defendieron con uñas y dientes durante más de dos décadas. Y se cuidó siempre, incluso anoche, ante Bahamas. Porque el equipo fue competitivo, se ofreció por completo. Asumieron la empresa y aceptaron los errores dentro de la cancha. No negaron el mal cierre con República Dominicana en Mar del Plata, así como cuando terminó el partido, Prigioni -que quiere seguir en el cargo-, reconoció que no siguieron el plan defensivo contra Gordon.
No le escapan a nada: hablan de fracaso y asumen sus responsabilidades. Ahí, en el campo, sabiendo todo lo que se jugaba en Santiago del Estero, ellos sí lo comprendieron. Pero quizá la máxima autoridad del básquetbol argentino no. Porque “El Jefe”, como suelen llamar a Fabián Borro, estaba mirando todo por TV desde Manila, en un Congreso de la FIBA, en la antesala de la Copa del Mundo... Se entiende por qué, algunas cosas no termina de funcionar y el milagro del básquetbol argentino es sólo porque los jugadores de antes y los de ahora quieren pertenecer a la elite. Bueno, será tiempo de verdaderamente convencerse que es una oportunidad de recambio y aceptar las realidades.
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