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El Chapu Nocioni, sus vivencias en Chicago y la noche en que los hinchas de los Bulls lo ovacionaron como si fuera Michael Jordan
Directo, sin el brillo en los ojos por la locura general, Andrés Nocioni puede ofrecer un puñado de historias que cautivan. Chicago Bulls es la locura que domina la escena, pero para él no hay demasiada emoción es estas cuestiones. Fue parte de la franquicia, dejó su sello en el United Center y hasta logró que muchos fanáticos lo consideren una referencia en la historia del equipo. Incluso, hasta confiesa que le han dicho que, después de Michael Jordan, fue el jugador que más admiraron en la ciudad.
No se queda en el romanticismo de una carrera exitosa, pero sí reconoce que su etapa en los Bulls es de las más significativas. Mientras muchos están enloquecidos con el documental "The Last Dance", para él es una buena producción, que le trae muchos recuerdos. Es que el Chapu fue parte importante de la franquicia, tanto que es el dueño de una particularidad dentro del universo de Chicago: el 24 de abril de 2005 todo el estadio coreó su nombre, después de una producción de 25 puntos y 18 rebotes en el primer partido de playoffs ante Washington Wizards.
"No era difícil interpretar que el hombre con el inglés trabado y la intensidad maníaca había llegado donde ningún rookie lo había hecho antes", escribió al día siguiente el diario Chicago Tribune. Tan importante resultó aquel juego que el Chicago Sun Times lo bautizó como "Air Nocioni" recordando el apodo de MJ.
El récord de la ovación
–Vos fuiste un Bulls, viviste muchas cosas. ¿Te impacta todo lo que ves en The Last Dance? ¿Te atrapó la serie?
–Mirá, cuando llegué a la NBA era como que sentía que era el paso que debía dar. Es que cuando estaba en Europa, veía que mis chances de llegar a esa competencia eran casi lógicas. No fue una gran sorpresa en ese momento, pero cuando pasa el tiempo tomás dimensión de que estuviste en la casa de uno de los mejores jugadores del mundo, de un histórico y todo es especial. Ahora me impacta más que en aquel momento.
–Cuando ves muchas de las secuencias del documental, ¿te remonta a tu etapa en Chicago?
–Sí, claro. Mirá, todos los lugares que se ven, vestuarios, cancha, mucha de la gente que rodea a Jordan, es todo un escenario que conozco. Me trae recuerdos porque muchos de los agentes de seguridad que aparecen estaban cuando yo jugaba ahí. Tengo recuerdos de ellos. Todo lo que veo en la serie me resulta conocido.
–¿En el tiempo que estuviste en los Bulls tuviste relación con Jordan?
–No era de aparecer mucho. En Chicago no lo crucé nunca. Estuve ante Jordan, pero como rival, cuando era general manager de Sacramento.
–Y por fuera de Chicago, ¿tuviste algún contacto con Jordan?
–Lo vi varias veces, pero recuerdo que en una oportunidad, en Sacramento, me toca la espalda para saludarme, porque me conocía de Chicago: me felicitó por lo que estaba haciendo en el equipo. Siempre que lo vi nos saludamos y nada más. Apenas fue eso. En ese momento éramos dos colegas. Por más que él haya sido el mejor jugador del mundo y yo no, no dejábamos de ser dos jugadores de básquetbol. Esa es la única realidad.
–¿En alguna de las primeras veces quedaste impactado por su figura?
–Honestamente, no. Lo saludé, le demostré el respeto que se merece, pero nada más. La verdad es que en mi carrera pocas veces me he sorprendido, intimidado o paralizado por alguna figura. Tengo el mayor respeto por ellos, los admiré, pero no mucho más que eso. Nunca llegué al punto de paralizarme.
–En los registros de los Bulls, se dio una situación particular: desde que dejó de jugar Jordan, sólo a un jugador ovacionaron los fanáticos y fue a Andrés Nocioni (playoffs ante Washington el 24 de abril de 2005). ¿Tomaste dimensión de eso?
–Fue algo curioso, es cierto. En ese momento tenía un lugar importante en el equipo, me parece que también fue influenciado por la corriente latina que había en Chicago. Eso ayudó a aquello de que gritaran mi nombre. No suele pasar, es verdad, pero fue significativo. Fue algo espectacular, se agradece el cariño de la gente. La verdad que estoy feliz de haber vivido semejantes cosas en un lugar tan especial como en Chicago.
–¿Te diste cuenta en ese momento de lo que estaba pasando?
–Sí, lo recuerdo, pero en el momento de la cancha no me di cuenta. Además, si ves el video no suena el "Nocioni" como me decían normalmente, suena de otra forma. Cuando llegué al vestuario fue otra cosa: me comentaban lo que había pasado y tomé conciencia. Pero en la cancha no me percaté de nada.
–¿Quién es el primero que te hizo notar eso?
–Los primeros que me lo hicieron notar fueron los periodistas. Después mis compañeros y el entrenador me felicitaron por el partido, me comentaron algo de lo que había pasado, pero fueron los periodistas los que me lo marcaron.
–Muchos llegan a Chicago y se sacan una foto en la estatua de Jordan. ¿Vos hiciste lo mismo?
–La verdad que no. Es más, creo que esa estatua de Jordan la vi una vez en mi vida y fue en un evento que organizaron los Bulls. Incluso, la foto en ese lugar me la sacó otra persona, no pedí yo que la hicieran. No había necesidad de pasar por ese lugar. Sucedió durante un evento en el que participé. No es por menospreciar, pero en ese momento no me parecía determinante.
–Si tenés que elegir dos anécdotas de tu etapa con Chicago, ¿cuáles se te vienen a la cabeza?
–La primera es la práctica con Scottie Pippen, que fue un día antes de que se retire. Y sinceramente me pasó por encima, jugó a un altísimo nivel y pensé en que iba a ser suplente de él. Y sabiendo que estaba Luol Deng, la verdad que me la veía muy complicada poder estar en la rotación del equipo. Pero la rodilla de Pippen lo sacó de la actividad y eso me abrió un poco el camino. Después, la pasé muy bien en Chicago, éramos un equipo muy competitivo, hicimos bien las cosas. Tuve la chance de conocer a Ben Wallace, que me pareció un muy buen tipo. Tuve buenas experiencias.
–¿Te guardaste las camisetas de todos los lugares en los que jugaste?
–Tengo todas las camisetas guardadas, pero la verdad es que no le doy ni pelota. Sinceramente, no soy de estar mirando el pasado. Ni a los trofeos les doy bola. Lo que viví ya pasó, lo disfruté, exprimí al máximo cada etapa y ahora miro para adelante. No quiero estar atado al pasado, porque no disfrutás del presente.
–¿Con Dennis Rodman y con Phil Jackson tuviste contacto?
–Con los dos estuve el día del retiro de Pippen. Son muy amables ambos. A Jackson lo enfrenté un par de veces, él ya como entrenador de los Lakers.
–Sacando a la selección de la Argentina, ¿Chicago fue un lugar clave de tu carrera?
–Sin duda, Chicago fue uno de los mejores lugares por lejos. Tuve un buen paso, mis números fueron positivos. Yo tuve cinco años muy buenos. Estoy agradecido de haber estado ahí y, de alguna forma, haber sido parte de la historia de los Bulls. En las redes sociales me recuerdan, veo que en la página de ellos tienen la estadística de que poseo el récord de ser el rookie con más puntos y rebotes en un primer partido de playoffs. Eso me trae muy buenos recuerdos.
–¿Lo que pasó en Chicago fue más importante de lo que vos pudiste imaginar?
–A la distancia podría decir que sí. En ese instante lo tomé con naturalidad, porque venía de Baskonia, en España, donde la gente me valoraba mucho y es como que los elogios ya los escuchaba, no me detenía en eso. Es una alegría que hoy en redes sociales algunos fanáticos de los Bulls me digan que, después de Jordan, fui su jugador favorito. Son cosas muy lindas que uno guarda.
La selección argentina y el lugar de manager
–¿Sentís todavía esa sensación de arrepentimiento por no haber aceptado ser manager de la selección?
–Me arrepiento un poquito, pero tampoco tanto porque entiendo que no estaba tan preparado para aceptar ese desafío. Yo me acababa de retirar y tenía que asumir un cargo que me metía en la rutina del básquetbol otra vez. Ahora cuando lo pienso, siento que me hubiera gustado estar adentro para tratar de revertir un poco la historia. Sé que la CABB tenía muchos problemas y no todo estaba tan bien como uno quería, pero creo que se habían hecho muchas cosas positivas. Se vieron resultado. La dirigencia actual hizo su trabajo para tomar el poder y darle el rumbo que quieren. Yo pensaba que no era necesario un gran cambio, pero veo que las federaciones entendían que sí.
–En este escenario, con tus palabras, ¿no puede pasar que ahora no se animen a ofrecerte el cargo por miedo al rechazo?
–Una cosa es la que se dice y otra la que se hace. El otro día escuché una declaración en la que decía que si Nocioni tenía ganas de participar y aportar algo a la CABB no había problemas y que era bienvenido. Pero me parece que para sentirme bienvenido alguien me tiene que invitar y a mí nadie me invitó. Respeto a todos los jugadores que están en la CABB y los que van a estar, pero a mí nadie me ofreció acercarme. Por el contrario, las veces que yo opiné bastante se me criticó. Incluso, se han ofendido cuando ofrecí mi parecer como jugador o como persona que estuvo participando en las mejores competencias del mundo. Creo que entiendo un poco acerca del sistema del básquetbol mundial, pero cuando uno lo dice algunos se ofenden. Y el día que nosotros, en 2012, nos movilizamos para hacer un movimiento en la CABB, hubo gente que se ofendió y entendió que los jugadores estábamos en un terreno que no nos correspondía. Y me parece que el jugador tiene que estar en la organización. En la NBA los jugadores tienen un gran peso en las decisiones de la competencia y es el mejor básquet del mundo. Eso hay que entenderlo también acá.
–¿Te identificó la manera cómo jugó el equipo en el Mundial de China?
–Es una filosofía que se mantuvo con el tiempo y se ve en este equipo. Podés tener más o menos talento y los resultados pueden ser diversos. Lo determinante es poder mantener un modelo y respetarlo.
–En ese punto, ¿se podrá respetar esa línea cuando hay tantas diferencias entre jugadores y dirigentes?
–No tengo nada en contra del cambio en la CABB, no me molesta que haya nuevas ideas. Lo que no me gusta es la concentración de poder en el básquetbol argentino. Me parece que la CABB y la AdC tienen que trabajar en conjunto, pero no deben estar manejadas por una única mirada o por una sola corriente política. En la Argentina se malinterpreta todo, acá se cree que porque no estoy a favor de algo es que estoy en contra y soy el enemigo. No es así. La Liga Nacional debe ser autónoma, la CABB debe hacer lo mismo, los jugadores por otra corriente, los entrenadores también y los árbitros tener sus ideas. Las cinco instituciones deben trabajar en armonía por el bien del básquetbol argentino. Pero si vos querés alinear a los jugadores, los técnicos, los árbitros y a la Liga Nacional, no me parece que crecés así. Yo no tengo nada en contra de la nueva dirigencia, piensan que los voy a ver y les voy a dar un cachetazo. Yo sólo creo que hay que aceptar el disenso. Con la dirigencia anterior no coincidía en todo, pero había diferentes voces. Yo no creo que ahora sea un desastre o el fin del mundo, sino que veo algunas cosas que no me parecen correctas.
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