El caso de los NBA

Los voluntarios de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 confirmaban en cada jornada lo que todo el mundo suponía: los integrantes del Dream Team I terminaban el partido y se subían al ómnibus para ducharse y vestirse en el lujoso hotel Ambassador, junto a la Rambla.

No sólo a la Villa Olímpica no fueron los Jordan, Bird, Magic Johnson y compañía; tampoco pasaron por los vestuarios. Y mucho menos por la sala de control antidoping.

Aquel increíble seleccionado de los Estados Unidos fue la vedette de los Juegos –actuaron a estadio lleno cada tarde– y apareció en España tras un acuerdo (negocio) entre la NBA, la FIBA y el COI. La FIBA cambió esa “A” de Amateur por la “A” de Association y permitió el ingreso de los profesionales norteamericanos a sus competencias, y el COI, feliz con el buen rédito que ellos iban a provocar, aceptó algunas imposiciones de la NBA, que necesitaba recuperar la medalla de oro perdida en Seúl. Los tres estuvieron de acuerdo y todos contentos.

Se sabe, aunque la NBA nunca lo reconoce, que los jugadores consumen anabólicos para mejorar su musculatura; también se sabe que la NBA no tiene controles estrictos –excepto ahora con los novatos– que detecten el uso de drogas. Por eso, queda claro, los jugadores de la NBA tendrían que cambiar radicalmente su modo de vida para poder integrar un seleccionado que acepte someterse a los controles que quieren imponer ahora para los Juegos Olímpicos de Atenas.

¿Alguien puede creer que los NBA van a aceptar esos controles sorpresivos y domiciliarios que se piensan realizar mucho antes de Atenas 2004? La única posibilidad de que la NBA acuerde ir con sus mejores figuras a Atenas (Ray Allen, Tim Duncan, Kobe Bryant, Jason Kidd, Tracy McGrady) es que esos controles no existan o sean fraguados.

Justamente uno de los puntos más escabrosos de las negociaciones entre la Asociación de basquetbolistas y la NBA, que obligó a detener la competencia durante varios meses en 1998, fue el tema del uso de las drogas. La NBA quería ser estricta y la Asociación se puso tan firme que se llegó a la gran huelga.

Ante esta nueva avanzada de los controles, la NBA difícilmente se expida o declare qué camino tomará. Como es habitual, se retirará a cuarteles de invierno, dejará que todo pase y resolverá algo cuando lo crea oportuno. No dispone de mucho tiempo, pero aprovechará el que tenga para negociar con el COI o para ver qué dicen los organizadores de Atenas cuando adviertan el negocio que se pierden si no va el nuevo Dream Team. ¿Y la televisión? ¿Cuánto menos pueden costar los derechos si no hay Dream Team?

Los NBA que alguna vez pasaron por controles antidoping en los Mundiales de basquetbol, como el último de Indianápolis, lo hicieron dentro de requisitos especiales. Esto nadie lo puede asegurar, pero la cantidad de sustancias prohibidas por la FIBA para esas ocasiones pueden no haber sido las mismas que ahora quiere imponer el COI.

Es evidente que se vienen muchas reuniones y negociaciones, si la letra fría del nuevo Código Antidoping cobra peso y se aplica a rajatabla.

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