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Dereck Lively II, la perla de Dallas Mavericks que a los 20 años soportó los golpes más despiadados de la vida y será protagonista de la final de la NBA
Es una pieza clave en la serie final ante Boston Celtics, por el anillo de la temporada de básquetbol
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“Fui al borde de las escaleras y miré hacia abajo. Vi a mi padre negro y azul, sin vida, en el suelo. Mi mamá estaba encima de él con su teléfono en la mano gritando y pidiendo ayuda al 911. Ya era demasiado tarde. Había sufrido una sobredosis de heroína. Nunca lo superas”.
Dereck Lively II
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Kathy Drysdale tomó el pulso de su esposo e intentó realizar reanimación cardiopulmonar mientras esperaba que llegaran los paramédicos y los agentes de policía. Big Dereck fue sacado de la casa de la familia Lively en una bolsa para cadáveres, y Kathy tuvo que responder la pregunta más difícil: “¿Dónde está papá?”
Dereck Junior apenas tenía 8 años y no podía dimensionar qué le había sucedido a su padre, y tampoco podía pensar que su madre pronto comenzaría una insoportable batalla contra el linfoma de Hodgkin. Nadie podría haber previsto que aquel chico que vivió una infancia infernal, que sintió que su familia estaba quebrada, se convertiría en el jugador de básquetbol de secundaria mejor clasificado del país, conseguiría una beca para jugar en Duke y sería seleccionado por Dallas Mavericks en el puesto 12 del Draft, con apenas 19 años, que la franquicia se expuso a pagar una multa de 750.000 dólares para conseguir una buena posición en el Draft y así quedarse con el chico de 2,16 metros de altura que nació en Philadelphia y que desde este jueves será una pieza clave en la final de la NBA para la franquicia texana, ante Boston Celtics.
Aquella noche de enero de 2012 no se borrará jamás de la cabeza del Lively, el joven que generó todo un impacto en los Mavericks, tanto que se tatuó el nombre de su padre, la fecha de nacimiento y la fecha de muerte en su antebrazo izquierdo. Además, lo acompaña una leyenda en su brazo derecho: “El tiempo cura todas las heridas”.
Su camino siempre fue de esfuerzo, nunca conoció otra forma. El impacto de la muerte de su papá y a lucha de su madre con una enfermedad que le ganó la pulseada en abril de 2024, forjaron a este muchacho de 20 años con una personalidad de acero. En Dallas todos tenían clara la necesidad de incorporar un pivote atlético y fueron con Lively II, que era el mejor proyecto de Duke. Una vez confirmada su selección, en la franquicia había satisfacción, pero nadie podía imaginar hasta qué punto iba a impactar en su año de novato.
Y quizá las palabras del legendario Jason Kidd, entrenador de Dallas, permitan comprender qué representa tener a Lively en la ruta hacia el anillo: “Cuando conseguimos a Lively sentimos en el equipo que iba a llenar uno de los huecos que Luka (Doncic) necesitaba: un chico grande que juegue sobre el aro. En ese momento ya se podía ver el futuro que tendría como faro de la defensa; la cuestión es que ese futuro simplemente llegó mucho más rápido. Quería esa responsabilidad. A veces, los jugadores jóvenes evitan eso, pero él se lanzó sobre esa oportunidad”.
Lively inicialmente se resistió a jugar básquetbol porque era el deporte en el que su madre se destacó. Pero su talla comenzó a darle buenas sensaciones dentro de una cancha y su mamá se convirtió en su mejor entrenadora. Exigente y dura, le enseñó a correr la cancha y a defender el aro, porque era parte de su libre en su época de jugadora en Penn State, donde anotó más de 1200 puntos y tomó 700 rebotes.
Esas herramientas las aplicó sin correrse del libreto desde que desembarcó en la NBA. Lively se quedó en Dallas todo el verano después del Draft, se mudó a un departamento cerca del estadio con su madre y diariamente se acercaba a las instalaciones de práctica de los Mavericks para trabajar con el asistentes de Kidd, Sean Sweeney. Ejercicios fundamentales y otros poco convencionales fueron su rutina durante los días de verano y nunca dejó de pensar en que debía devolverle, de alguna manera, todo lo que su madre hizo por él.
La realidad es que el aporte de Lively en los playoffs de los Mavericks es enorme, ya que promedió 8,6 puntos, 7,2 rebotes y 1,2 tapones, aunque su influencia en el juego va mucho más allá de estos números. Es que este chico logró una química especial con todo el equipo y en particular le permitió a Luka Doncic, la estrella de Dallas, encontrar a un socio perfecto.
Esa conexión funcionó al instante. Según ESPN Stats & Information, Doncic asistió a Lively en 47 volcadas con alley-oop, la mayor cantidad de volcadas completadas de cualquier pareja esta temporada, incluidos los playoffs. Doncic asistió a Lively en el 49,8% de los 273 tiros (141 de los cuales fueron volcadas) que convirtió en los Mavericks.
“Ha estado increíble esta temporada. En estos playoffs, no dio uno, ni dos, ni tres pasos hacia adelante. Cientos fueron. Es un novato. Creo que la gente a veces se olvida de esto. Así que su potencial va a ser enorme”, dijo Luka Doncic tras la consagración de Dallas como campeón de la Conferencia del Oeste.
Todos tienen puesta su mirada sobre Lively y no le pesa. Dice estar preparado para eso, que su madre lo formó para eso. Que desde el cielo ella lo protege y que siempre está con él. Por eso, su desempeño lo pone bajo la lupa y el cuidado de figuras como Tyson Chandler, que trabaja como voluntario en los Mavericks. El ex pivote asegura que disfruta muchísimo ayudando al desarrollo de Lively. Chandler, cuya carrera de 19 años se destacó por el campeonato con Dallas y un premio al Jugador Defensivo del Año ganado con New York Knicks dos temporadas más tarde, vio de cerca cómo Lively aprendió e implementó detalles del “trabajo sucio” del juego que Chandler aseguró que le llevó años comprender por completo.
“No sabía que sería tan sólido como novato. Creo que eso es más impresionante que cualquier otra cosa. Se mete en el momento indicado en cada acción y no le teme al momento del juego ni a cuestionarse a sí mismo”, le dijo Chandler a ESPN después de que Lively promediara 11,5 puntos y 11,3 rebotes en cuatro victorias consecutivas que unieron las semifinales y las finales del Oeste.
Dejó en claro, desde que su figura comenzó a crecer en la NBA, que las marcas de la vida no lo detienen. Explicó que no solía confiarle a sus compañeros de equipo y entrenadores de la secundaria las luchas familiares que soportó y también confió que nunca buscó asesoramiento profesional para estas cuestiones. Su bastón siempre fue su madre y ella le permitió comprender que debía expresarse, que debía contar sus experiencias con la adicción a las drogas que sufrió su padre, cómo transitar la muerte de un ser tan querido y cómo se hace para ayudar a los enfermos, ya que de esa forma podía ayudar a otros a sortear esas dificultades.
Por eso cuando en abril de este año falleció su madre, Lively II no dudó en expresarse respecto del momento que estaba viviendo: “Se me parte el corazón al despedirme de la persona más importante del mundo para mí, mi mejor amiga, mi superhéroe, mi mayor animadora y madre, Kathy Drysdale”, escribió.
Y continuó: “No hay nadie en este mundo que pueda amarte más que tu madre. A pesar de lo fuerte y terca que es, la he visto luchar, luchar y sobrevivir al cáncer durante los últimos 11 años y ahora su batalla ha terminado rodeada de familiares, amigos y compañeros de equipo. Realmente no puedo imaginar mi vida sin ella, pero sé que tengo un ángel en las tribunas siempre y para siempre animándome y gritándome si hago una tontería”, contó Lively, que también confió que mantiene conversaciones con ella en su cabeza mientras lanza tiros libres y la señala en el cielo para celebrar las victorias.
No se detiene, no quiere hacerlo. Y por eso en el arranque de la final de la NBA de este jueves, con el duelo entre los Mavericks y Boston Celtics, Lively II será un factor determinante para Dallas. Es que este chico no se detiene en el tiempo, no sabe de lamentos, sólo entiende de lucha y superación: “He podido intentar dejar de lado todo lo que ha estado sucediendo en mi vida. Cualquier problema, cualquier situación que no ha ido bien, porque han sido muchas, he estado tratando de concentrarme en lo que está sucediendo en el momento. Cuando estoy en la cancha, me estoy divirtiendo más que nunca. Y siento que cuando estoy en la cancha, soy el más cercano a mi madre”.
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