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Deportes sin fronteras: se disparan los negocios, crecen los conflictos
Las principales competencias apuestan a las figuras extranjeras como una manera internacionalizar su propuesta y ganar nuevos mercados. Del fútbol americano a la Liga Nacional de Básquet, las polémicas están a la orden del día
Clubes franceses con decenas de jugadores internacionales, franquicias de la NBA jugando en China y capitales asiáticos invirtiendo en equipos europeos. La lista podría continuar, sumando ejemplos en la Argentina y el mundo que muestran cómo la globalización y la internacionalización son hace décadas una realidad del deporte. Fronteras que se rompen, reglas que se modifican y millones que viajan de un rincón a otro del planeta sostienen una industria millonaria que no está exenta de críticas y conflictos dentro y fuera de las canchas.
Los Estados Unidos son la referencia a la hora de analizar cómo el deporte se vincula con el espectáculo y el negocio. Los estadios, las transmisiones y los protagonistas son parte de un show millonario que trasciende fronteras, en una tendencia que, con el avance de los años, modificó el escenario también dentro de la cancha. En la actualidad, las principales ligas deportivas del país, desde el básquet hasta el hockey sobre hielo (NHL) o el fútbol cuentan, según describe un reciente informe de The New York Times, con la mayor participación de deportistas internacionales en la historia.
El paradigma es la NHL, que en 1970 tenía un 94% de jugadores canadienses (ahora son el 46%), en un proceso de expansión que sumó a suecos (8%), checos (5%) y finlandeses (4%), entre otros. Lo mismo ocurrió con la MLS, el certamen local de soccer que completó a fin de 2017 su 20° temporada con un 45% de futbolistas no estadounidenses.
A fuerza de altos salarios, similares a los que ofrecen los equipos europeos, pudo atraer estrellas internacionales como el brasileño Kaká (US$6,7 millones) o el español David Villa (US$5,6 millones). El destino también creció para los futbolistas argentinos, en un flujo que ubicó al país entre los tres que más abastecen la liga, incluyendo a Diego Valeri (Portland Timbers), ganador del premio al Jugador Más Valioso de la última temporada. En el proceso, se disparó el negocio de la liga, cuyos equipos crecieron un 275% en promedio para ubicarse en US$223 millones.
El caso más tangible para el consumidor local, sin embargo, es el de la NBA, un certamen que entendió que globalizarse era el camino a la expansión de su negocio cuando en 1978 llevó a los entonces Washington Bullets a jugar contra el Maccabi Tel Aviv en Israel. En los últimos 30 años, la participación de basquetbolistas extranjeros pasó de 3% al 24% actual, con Manu Ginóbili y Luis Scola como embajadores argentinos y una mayoría de jugadores europeos (son el 11% del total).
Representantes de todos los continentes que marcaron un camino, como el nigeriano nacionalizado estadounidense Hakeem Olajuwon, el congoleño Dikembe Mutombo, el francés Tony Parker o el chino Yao Ming le sirvieron al certamen para desembarcar en dichos destinos, con contenidos producidos especialmente, actividades promocionales y hasta partidos entre sus equipos desarrollados en China, México o Londres. "Podría haber posibilidades para sumar franquicias internacionales", comentó este año el comisionado de la liga, Adam Silver, como uno de sus objetivos para la próxima década.
A nivel negocio, mientras tanto, los números son positivos. A partir de este año, Nike reemplazó a Adidas como proveedor de indumentaria, con un contrato de US$1000 millones por ocho años, con un incremento del 245% frente a lo que a la liga recibía anualmente por parte de la firma alemana entre 2006 y 2016. A su vez, la NBA, que este año autorizó a los equipos a sumar publicidad en sus camisetas, renovó en la pasada temporada su contrato por derechos de TV con las empresas ESPN y Turner, por el cual recibe US$2600 al año. La apuesta rindió en 2017, con el rating más alto para las finales de la temporada desde 1998, cuando Michael Jordan ganó su último campeonato con Chicago Bulls, y un incremento interanual del 20% en el rating promedio para los cinco partidos de Navidad, una fecha ya instalada en su calendario.
A contramano de esta tendencia avanza la NFL, el deporte más tradicional de los Estados Unidos que se sacude entre cuestionamientos por los efectos perjudiciales de los impactos sobre la salud de los jugadores y las reivindicaciones sociales de sus deportistas negros, que enfadan a los dueños de los equipos y encienden reproches tuiteros del presidente Donald Trump .
Más allá del Super Bowl , la final del campeonato que es uno de los acontecimientos deportivos más vistos del país, con una audiencia global superior a los 150 millones de personas y un costo de US$4,4 millones por 30 segundos de espacio publicitario, el rating promedio de los partidos de la temporada regular cayó este año un 9,7% en el país, según Nielsen. A pesar de todo, la NFL factura anualmente US$7000 millones por derechos televisivos y se mantiene como el deporte más popular del país, aunque encuentra allí también un límite a su expansión: a diferencia de otros deportes de presencia global, el fútbol americano apenas se juega fuera de los Estados Unidos y el 97% de sus jugadores son nacidos en ese país.
La dinámica local
La internacionalización del deporte también tuvo su impacto fronteras adentro, en un proceso que genera posibilidades y críticas según la disciplina. Así ocurrió con la reciente decisión de la AFA de sumar un cupo para jugadores extranjeros en los planteles de la Superliga (seis en lugar de cinco), que motivó reproches por cambiar las reglas de un torneo ya comenzado.
Más controversial fue la regla adoptada la temporada pasada por los directivos de la Liga Nacional de Básquet , que descartó el tope de tres extranjeros y liberalizó los cupos para la composición de los planteles.
La medida, que fue reprobada hasta por miembros de la Generación Dorada por su supuesto impacto negativo al limitar las oportunidades de desarrollo de los jugadores locales, habilitó la llegada de foráneos con menores salarios a algunos jugadores argentinos y buscó flexibilizar los costos de los clubes en el armado de los planteles, que demandan una erogación anual desde $17 millones por año hasta los $24 millones que invierten los equipos top.
Fuera de la cancha también la Liga miró fronteras afuera, con la incorporación de la marca china Peak como sponsor global, que junto al resto de los patrocinadores generan ingresos para el certamen por $18 millones esta temporada, según informaron a LA NACION los organizadores. La principal fuente de ingresos sigue siendo la televisación de los partidos, con $50 millones en el certamen actual, aunque emulando a la NBA o la NFL, se dispuso la transmisión gratuita de cada encuentro vía streaming en una plataforma propia que suma 75 mil usuarios registrados.
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