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Básquetbol: la tendencia mundial al triple y qué debe hacer la Argentina para sobrevivir en la elite
En la última década explotó el uso del tiro de 3 puntos y cambió la táctica; cuatro prestigiosos entrenadores analizan el fenómeno y avizoran qué se debe trabajar en el país para adaptarse.
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Con el correr de los años, el deporte evoluciona. Desde los entrenamientos hasta la indumentaria; desde los hábitos de alimentación y de descanso hasta el juego en sí. Incluida la táctica. Ocurrió, y ocurre, en el fútbol, en el rugby, en el tenis. Y en estos últimos años se afirma un fuerte cambio de estilo en el básquetbol: el tiro de tres puntos como recurso poco menos que mayoritario. ¿Cómo se explica esta tendencia? ¿Qué equipos son los que más la han adoptado? ¿Favorece a la selección argentina? Un informe estadístico brindado por el portal especializado Basquetplus ofrece evidencia estadística de la influencia que tiene el triple en el juego actual.
“Hay una tendencia definida, en los últimos años, de darle más valor al tiro de tres puntos”, ratifica para LA NACION Silvio Santander, asistente de Sergio Hernández en el cuerpo técnico argentino en los Juegos Olímpicos Tokio 2020. “Está estudiado que la eficiencia en triples es mayor que la de los dobles largos, entonces conviene probar desde más lejos”, detalla. Y agrega que “hay una clara versatilidad en los jugadores de hoy, que les permite jugar de frente al canasto a los hombres más altos del equipo”.
“La cantidad de veces que se tira al aro por partido ha subido”, coincide Ariel Rearte, el entrenador de Comunicaciones, de Mercedes. Rearte, que también dirigió a Ferro y al seleccionado de Paraguay, opina que este cambio se debe a una “evolución técnica”: “Cada vez más jugadores pueden tirar mejor desde lejos”, fundamenta.
Esto forzó un cambio radical de estilo de juego: se ataca de otra manera y se defiende de otra manera. Nicolás Casalánguida, argentino que entrena a Fuerza Regia, de México, indica que “antes se jugaba con dos pivotes grandes en el medio, pero ahora los equipos disponen de cuatro perimetrales y un interno. El juego evoluciona, va generando cambios en búsqueda de eficiencia”, sostiene el chubutense, también ex asistente en el seleccionado nacional. “La evolución deriva de la necesidad. El ataque es acción; la defensa, reacción. Los jugadores mejoran, tienen más recursos. Hay una dinámica más ofensiva, y no tenerla es una limitación que lleva a la imposibilidad de sostener riqueza en el ataque”, analiza el campeón de la Liga Nacional de 2013 al mando de Regatas Corrientes.
¿Cómo se defiende contra esto?
Si hay más basquetbolistas más hábiles e incluso los más corpulentos atacan con lanzamientos largos, ¿qué se puede hacer para evitarlo cuando el que tiene la pelota es el adversario? “En lo defensivo, generar una oposición que dificulte conseguir tiros de tres puntos a pie firme”, arguye Santander. ¿A qué se refiere? A que los rivales no puedan tirar bien armados, con los pies en contacto con el parquet, sino que deban hacerlo saltando apurados, es decir, con menos chances de embocar.
“Hace varios años había un jugador grande de espalda al canasto. Hoy hay que trabajar la defensa de uno contra uno para evitar rompimientos, porque después de eso llegan las descargas, hechas por especialistas”, enseña Santander. Con “rompimientos” el bicampeón de la Liga Nacional se refiere a penetraciones a la zona pintada, y con “descargas”, a pases a jugadores desmarcados. “Entonces, hay que contener, para no dar ayudas que permitan que aparezcan esos jugadores abiertos”, advierte. Las ayudas son las cooperaciones entre compañeros en la marca; cuando dos van a tratar de neutralizar a uno, generalmente un oponente queda solo, disponible para recibir el balón.
The game has changed. pic.twitter.com/Bqh4swKxCN
— Kirk Goldsberry (@kirkgoldsberry) January 14, 2020
Casalánguida argumenta que hay “mucho por hacer” a la hora de reducir a un equipo que tiene virtudes para el tiro de 3 puntos. En primer término, la transición defensiva, es decir, el pasaje de una situación de ataque a una de marca. “Tiene que ser buena”, subraya, para provocar que “los tiradores no tengan espacios tempranos”. En segundo lugar, el perfeccionamiento de la marca uno contra uno, “para no causar ayudas innecesarias que generen desajustes que faciliten tiros exteriores”.
Claro que también hay que pensar el triple desde el costado ofensivo, es decir, con posesión propia. Y en ese ámbito se recurre al “spacing”, la forma en que un equipo ocupa los espacios en la cancha para dar más lugar a los lanzadores. “El spacing”, dice Santander, “genera espacios amenazantes... Se trata de que la reacción para evitar a los jugadores grandes del medio [que suelen intentar tiros de dos puntos] facilite a los tiradores posicionarse y ejecutar triples”. Algo así como concentrar el desorden en la zona del aro para limpiar la zona exterior.
Y Casalánguida complementa con un apunte sobre el ritmo de juego que permite apostar a los triples. “Un equipo que tiene muchas cualidades en cuanto al tiro de tres puntos no necesariamente tiene que aumentar la cantidad de posesiones, pero esa virtud le permite encontrar tiros buenos más temprano en el reloj de 24 segundos. Depende del estilo que propone el entrenador”, observa.
A más intentos de triples (con eficacia), más victorias
La nueva modalidad está respaldada en los números: los conjuntos que menos lanzamientos prueban por fuera del perímetro suelen quedar lejos de las primeras posiciones. La Argentina de los últimos Juegos Olímpicos lo ejemplifica: con la más baja proporción (29,1%) de puntos por triples sobre el total de tantos conseguidos, quedó séptima entre 12 selecciones.
Esta afirmación queda graficada en Eslovenia, quizás el equipo que mejor se adaptó. Con el crack Luka Dončić, de 2,01 metros, a la cabeza, fue de los seleccionados que más triples intentaron en Tokio 2020 y terminó 4º. Incluso, los pivotes Mike Tobey, de 2,13 metros, y Žiga Dimec, de 2,11, salieron de la zona del aro y recurrieron a los tiros largos. Según el informe de Basquetplus, Eslovenia, Estados Unidos, Australia y Francia fueron las selecciones que más triples procuraron en los Juegos. También, fueron las cuatro primeras de la tabla de posiciones.
De acuerdo con el mismo informe, en Pekín 2008, Londres 2012 y Río de Janeiro 2016 Estados Unidos lideró el goleo en triples y fue campeón. En los Juegos de hace cinco años tuvo 36,9% de eficiencia en tiros de 3 puntos; España, con 36,8%, se posicionó 3º.
En la NBA el máximo exponente de esta tendencia ha sido Golden State Warriors, y en el básquetbol doméstico, aquel Peñarol de la década pasada de Sergio Hernández fue el adelantado. El conjunto marplatense se adelantaba al básquetbol de hoy en la temporada 2011/2012, en la que se coronó tricampeón de la Liga Nacional: su eficacia en triples fue de 38,8%, muy por encima del 32,3% que correspondió al promedio de sus rivales.
En tanto, el cuadro californiano brilló con la magia del crack Stephen Curry, desde este martes el máximo triplero histórico de la mejor liga del mundo, por delante de Ray Allen. “Sin dudas, Golden State Warriors marcó una época. La temporada 2015/’16, cuando marcó el récord de la NBA con 73 victorias y 9 derrotas, fue histórica”, opina Casalánguida. En aquel campeonato Curry superó la marca de 400 triples y su equipo aceleró en otros la tendencia al lanzamiento para tres puntos. El estilo de aquel campeón estuvo muy ligado a aquella “evolución técnica” de los basquetbolistas de la que habla Silvio Santander.
Carlos Duro, asistente técnico en Boca Juniors y en la selección de Chile, señala que para lograr una producción semejante hay que tener a los “actores acordes”. “Puede que Golden State haya sido un referente en el juego de transición, y es bueno que muchos entrenadores hayan tomado esa identidad, pero para jugar de esa manera hay que tener jugadores bien fundamentados, con gran capacidad de lanzamiento, que puedan actuar en diferentes posiciones y tengan dominio del spacing”, advierte.
Los fundamentos en el básquetbol son las bases técnicas de los movimientos: saber qué se debe hacer y cómo se lo ejecuta, sobre todo para lograr un buen tiro.
“Hubo otros equipos, anteriores a Golden State, que tiraban mucho de tres puntos y ganaron mucha atención. Hay que nombrar al Phoenix Suns de Mike D’Antoni de 2004, que lideró el ritmo de la liga con 97 posesiones por partido y se destacó en triples intentados por juego, con 24. Ese equipo marcó una época; D’Antoni fue el coach del año”, resalta Casalánguida, que rescata a un ex colega: “En nuestro país hubo un entrenador cordobés de ideas muy modernas y poco reconocido en la actualidad, Antonio Manno”. Manno, que falleció en el año 2010, dirigió a GEPU durante la temporada 1992/93, en la que el club de San Luis salió campeón.
“Él [Manno] instaló Vedime. Un sistema de velocidad dinámica y mecanizada“, continúa Casalánguida. Que profundiza: “Sus equipos ya jugaban a 110 puntos por partido. La gente decía que estaba loco, porque era un innovador, porque tenía una filosofía de juego distinta a la de la época. Presionaba en toda la cancha y provocaba que los equipos levantaran la cantidad de posesiones jugando a su ritmo, tirando mucho en los primeros segundos”, recuerda el DT patagónico. Algo de ese básquetbol que propugnaba Manno hace casi 30 años era similar al que se hace hoy, en 2021, tanto en la NBA como en el resto del mundo.
¿Cómo influye esto en el básquetbol argentino?
Con el retiro de Luis Scola, el seleccionado nacional perdió una fuente muy importante de puntos en la zona pintada, por lo que se presume que en adelante el tiro externo jugará un papel valioso. Da la impresión de que al no tener jugadores tan altos ni de tanta calidad en la llave, la Argentina necesitará apostar a un juego dinámico y al spacing. Pero no todos dan por seguro que así será. Dependerá de las características de las nuevas camadas.
“Lo que hay que analizar es si están los recursos, porque para tirar mucho de tres puntos hay que contar con tiradores. Si no, es preferible no hacerlo”, advierte Casalánguida. “No obstante, sería ideal que jugaran a un alto ritmo de ejecución”, observa Carlos Duro.
“Salvo cuando tuvimos la pareja Oberto-Scola, nos ha costado tener preponderancia en ese lugar [la pintura, donde se ubicaban el pivote y el ala-pivote]”, señala Santander. Es sabido: el seleccionado argentino no suele contar con jugadores de gran estatura. ¿Qué se debe hacer, entonces? Formar jugadores ágiles que puedan adaptarse a la tendencia, haciendo hincapié en las posesiones y el triple, según coinciden los expertos.
“Hoy el juego está pidiéndonos mejorar los espacios para jugar, y eso se hace con tiradores. Necesitamos que, desde pequeños, los chicos lancen para tres puntos y hagan una correcta técnica de ejecución”, afirma Santander. Que remarca la importancia que tendrá en el futuro esta moda triplera: “En el corto plazo no se va a poder contar con jugadores que no tiren bien al canasto. Desde la formación, necesitamos estimular el tiro sí o sí”.
Con él coincide su colega Duro. “Un jugador en formación debe tener dominio del uso del contraataque con polifuncionalidad en la ejecución, corriendo tanto con posiciones abiertas como con posiciones cerradas. Y también debe dominar el lanzamiento al canasto de media y larga distancias. Hay que apuntar a esa polifuncionalidad en la formación”, prescribe.
Los grandotes ensayan triples. Las defensas deben ser más versátiles para anularlos. La tendencia hace que el tiro de tres puntos origine un básquetbol más rápido y prolífico en puntos. Y la Argentina, siempre escasa en jugadores internos y en este momento también en francotiradores, debe adaptarse a eso para sobrevivir en la elite mundial.
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