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Banfield, de aquel título a este derrumbe
Fallas dirigenciales y apatía deportiva conspiraron contra la entidad del sur del Gran Buenos Aires, que se fue al descenso a pesar de que tan sólo tres años atrás estaba en la cima del fútbol argentino
Como en todos los órdenes, los errores se pagan caros, tarde o temprano. Banfield los paga con el descenso a la B Nacional, a menos de tres años de ganar el Apertura 2009. Ningún club bajó de categoría en un lapso tan corto después de haber alcanzado un muy alto promedio, título mediante. El equipo del Sur lo despilfarró. Es el séptimo descenso de Banfield, nunca con una campaña tan pésima como la de esta temporada. Una pérdida que se vislumbraba desde hace un año, pese a que los directivos confiaban en los 38 puntos que le llevaban a Tigre, 22 a Racing y 21 a San Lorenzo. La confianza mata al hombre y, peor aún, cuando no se reconocen las fallas en una institución a la que se llegó a tomar como modelo hasta hace dos años, por el orden y el crecimiento. Aunque esto no era tan real. Y hay una explicación.
Banfield estaba en la B Nacional y al borde de la quiebra en 1998, cuando tomó la presidencia Carlos Portell, quien pronto reacomodó al club con el llamado a concurso de acreedores, con lo que redujo sustancialmente el pasivo en dólares. Se achicó aún más con la devaluación y pesificación durante la presidencia de Eduardo Duhalde, el impulsor de Portell. En 2001 lograba el ascenso a primera. El progreso se dio por una ordenada administración, que llevó a Portell al cargo de tesorero de la AFA y varias transferencias –Palacio, Bilos, Armenteros, Dátolo, Paleta, los hermanos Civelli, Cvitanich, James Rodríguez, Sebastián Fernández y Erviti, entre otros–, reportaron más de 50 millones de dólares. Ello facilitó el armado de un plantel competitivo para el logro de 2009, la remodelación del estadio y del polideportivo de Luis Guillón y la construcción de un colegio.
Portell fue reelecto en cuatro oportunidades, tras hábiles necociaciones con algunas de las siete agrupaciones políticas que hoy conviven en una institución que no supera los 10 mil socios que abonan la cuota mensual. Pero muchos de sus compañeros de comisión directiva se fueron alejando antes de 2007 porque avizoraban un desmanejo económico. Portell siguió adelante porque confiaba en "la fábrica de jugadores –como él dice– armada en las divisiones inferiores", que tras cada torneo podía vender algún jugador, lo que sumado al aporte de la TV podía equilibrar los números. Lo que no contempló fue que tras salir campeón le iba a quedar un presupuesto muy alto, porque los profesionales le iban a exigir mayores remuneraciones.
En 2010 comenzó el principio del fin. Tras la eliminación de la Libertadores, quedó un plantel numeroso y caro. Este se fue desmembrando por las ventas y esto llevó a alejarse al DT Julio César Falcioni, porque entendió que el club había llegado a su techo y no podía despreciar la propuesta de Boca Juniors. Para colmo, luego del polémico pase de Erviti a los xeneixes, en el último año Banfield no pudo hacer ninguna otra transferencia. Eso llevó a buscar reducir el presupuesto de fútbol, lo que trajo aparejado equivocaciones en la contratación de jugadores y de técnicos. En la última temporada desfilaron cinco DT que no lograron reordenar a un plantel devastado y con atrasos en los salarios. Todo, agravado con la encarnizada política interna, que se profundizó en 2011, cuando dos alas del Frente para la Victoria comenzaron a confrontar para desembarcar en la institución. La alianza oficialista que respondía al intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, que apoyó a Portell, y la opositora emparentada con el actual vicegobernador bonaerense Gabriel Mariotto. Esto también desestabilizó al fútbol y el pasivo subió a unos 100 millones de pesos, con atrasos en los pagos y las cargas impositivas. Ante esta situación y por la falta de apoyo de sus pares, como había anunciado semanas atrás, "se espera que mañana –por hoy– cuando se reúna la mesa directiva, el presidente presente la renuncia, la que será aceptada seguramente, y el técnico Eduardo Acevedo es posible que renuncie, también", dijo el secretario del club Martín Viñuales. Según versiones confiables, Portell observó el partido desde una cabina junto con los directivos de Colón, y se fue al promediar la segunda etapa.
Su hijo Pablo, vocal en la CD, por Radio Rivadavia, dijo: "Mi padre no presentó ninguna renuncia, mañana conversaré con él y se tomará la decisión que sea más conveniente". La irresponsabilidad y la falta de escrúpulos de muchos de sus directivos y la apatía de sus jugadores llevaron a Banfield al infierno, que muchos avizoraban y que no pudieron remedar.
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