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Ayelén Tarabini: "Parece un castigo, pero cada vez que caí, volví a levantarme"
La gimnasta, que era Nº 1 del mundo en viga y suelo, se quedó sin Río de Janeiro 2016, por una lesión; optimista, apunta a Tokio 2020
Es literal: Ayelén Tarabini comenzó 2016 con el pie derecho. El primer día del año le quitaron esa bota ortopédica que era el recuerdo más vivo de su desgracia deportiva. Una ruptura total en el tendón de Aquiles, sufrida el 23 de octubre pasado, la sumió en ese infierno tan temido para todo atleta de alto rendimiento. Su relato describe 30 segundos fatídicos durante el preolímpico de gimnasia artística , realizado en Escocia. Una escena que concluyó con ella desparramada en la colchoneta, llorando desconsoladamente boca abajo, mientras el gimnasio acompañaba la escena con un silencio sepulcral: "Antes de empezar a girar en el aire con un doble mortal ya me había dado cuenta de que el tendón estaba cortado. Y al caer me quemó todo el cuerpo; la pierna se me prendía fuego. Cuando llegaron los médicos pedí que no me tocaran hasta que se me pasara esa sensación. Fue todo muy difícil", recuerda con dolor.
La clasificación para Río de Janeiro 2016 asomaba sencilla, al alcance. La marplatense, hasta entonces Nº 1 del ranking en viga y suelo, tenía medio boleto olímpico en el bolsillo, pero tuvo que irse del complejo dando saltitos con la pierna izquierda y tomada de los brazos de su entrenadora y de su kinesióloga. Ya la esperaban una silla de ruedas y un turno en el quirófano.
-¿Cómo manejaste el tema mental?
-Después de la rotura sentí que había dado todo y me quedé sin nada. Que había regalado mi trabajo. Es lo peor que pudo pasarme. Fue como si entregara todo el sacrificio de 2015, sumado al logro del Nº 1 del ranking mundial, un hecho histórico para la gimnasia nacional. Venía muy bien físicamente, anímicamente, y de repente ¡pum!, para abajo de golpe.
-¿Por qué se produjo la lesión? ¿Por un error o por mala suerte?
-Por ambas razones. La gimnasia artística es un deporte muy repetitivo, de muchas horas, y el tendón se desgasta. Pero también pudo ser un error mío, de no haber dicho durante la temporada "basta, me duele. Necesito hacer reposo" y retomar más adelante para llegar bien al preolímpico. Antes de lo de Escocia había tenido 45 competencias en el año, un montón. Empezó a dolerme al disputar la Copa del Mundo de Portugal, en mayo, y la molestia fue agravándose. Me dolía, y entonces tendría que haber parado por 15 días y llegar fresca a Glasgow. Los deportistas siempre tenemos dolores y lesiones y tratamos de aguantar más, pero no sabía que era tan grave como para llegar a un punto de ruptura.
-¿En qué momento de la recuperación estás?
-Me lastimé el 23 de octubre y volví al país el 25. A los cuatro días me operé y estuve 21 en reposo. Ahora que me sacaron la bota, comienzo la rehabilitación en Rosario con un fisioterapeuta que trabaja para el Comité Olímpico Chino.
-¿Y cuánto te faltaría para entrenarte normalmente?
-No hay fecha. Esto fue peor que lo de 2011, cuando sufrí una rotura parcial del tendón de Aquiles izquierdo. Esta vez la ruptura fue completa y todo el proceso cuesta más. En junio o julio debería estar óptima, porque una vez que el cuerpo adquiere masa muscular y se siente fuerte, la técnica es fácil de recuperar; ya la tengo.
-¿Quedaste con miedo?
-No, y las ganas son mucho más fuertes que antes. Siempre que me lastimé quise volver mucho más potente, contenta y con más objetivos. Con ese tema nunca tuve problemas y no voy a tenerlos. Eso es una ventaja.
-Descartada para Río 2016, en los Juegos Olímpicos Tokio 2020 vas a tener 27 años. ¿Llegarás bien?
-Voy a estar mucho mejor. La idea ahora es aprovechar para volver con más paciencia, aprender cosas que me quedan pendientes para ser una mejor gimnasta y estar en el nivel más alto. Hay una colega que para mí es un ejemplo de perseverancia, Oksana Chusovitina, de Uzbekistán. Tiene 40 años, también se cortó los dos tendones de Aquiles y es una de mis referentes. Competí con ella por algunas copas del mundo y hablamos un poco en ruso. Es una persona muy humilde, que siempre me alienta y me ayuda.
-¿Cómo vas a vivir los Juegos de Río de Janeiro?
-Será difícil, porque venía de un año excelente. Tenía muchas esperanzas y ahora volvió todo atrás; debo mirarlo desde afuera. Pero por otro lado estaré contenta porque participará uno de mis amigos, Nicolás Córdoba, que tiene muchísimas chances. Disfrutarlo con él es una forma de pasar los Juegos Olímpicos de manera mucho más liviana. Mientras tanto, tengo que ganar tiempo, ajustar ejercicios y depurar la técnica. La gimnasia es un deporte de excelencia y se necesita la perfección.
-¿Qué aprendizaje definitivo sacás de esta experiencia, en el aspecto humano?
-Primero viene a la mente la pregunta: ¿por qué a mí? Surge debido a la seguidilla de lesiones que sufrí. Esto es algo parecido a un castigo. Empezó con el tendón izquierdo hace cinco años, después me operé un hombro, luego me saqué un codo y ahora me rompí el tendón de Aquiles derecho. Quizás el aprendizaje sea que debo mostrarme más madura cuando el cuerpo esté avisándome algo. Empezar a respetarlo un poco más, porque soy muy cabeza dura en esa búsqueda de seguir intentando rutinas aunque me duela.
-¿Y cuál es tu proyección deportiva final?
-Ni siquiera es formar parte de unos Juegos Olímpicos: lo que quiero es alcanzar una final olímpica. Sé que puedo aprender y dar mucho más. Lo que pasó parece un castigo, pero cada vez que caí, volví a levantarme.
gs
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