Yamila Rodríguez, la jugadora que cambió el partido ante Sudáfrica en el Mundial y sueña con llegar alto
“Cuando una cae, muchas veces no se quiere levantar por miedo a que le pase lo mismo. Pero yo aprendí a ser fuerte”, comenta la delantera de la selección, antes del choque crucial ante Suecia
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HAMILTON (Nueva Zelanda).- Yamila Rodríguez nunca pisó las Siete Canchitas de Villa Fiorito, donde creció jugando Diego Armando Maradona. Eran canchas de tierra tan dura que, cuando Pelusa corría, se levantaba tanto polvo que parecía que jugaba con neblina. Yamila, en cambio, nació en la tierra colorada de Misiones, hace 25 años, un terreno que nada tiene que envidiarle a los grandes estadios porque -al igual que uno de sus ídolos- ella juega sin contexto.
Arriba y sobre la raya, Yamila desafía a sus rivales. Irreverente con la pelota -y la palabra-, la 11 de la selección argentina ingresó en el segundo tiempo frente a Sudáfrica para cambiarle la cara al equipo. Se salió del libreto -como siempre- y, tras un enganche por la banda derecha, asistió a Romina Nuñez para el 2 a 2 definitivo. Ahora, el último desafío en la etapa de grupos del Mundial femenino será el durísimo Suecia, el miércoles (a las 4 de la mañana, con TV de DSports y TV Pública). “Me gusta jugar esta clase de partidos, con este panorama. Me gusta esta adrenalina, esta presión. El contexto no me pesa”, confiesa desde el hotel donde concentra la selección.
-¿Y la fama te pesa?
-No me gusta la fama. Yo digo que no soy famosa ni una figura pública porque no lo veo así, ni me siento así. El fútbol hace que salga en todos lados o que mis sobrinos me digan que soy la tía famosa, pero para mí -y así me siento- soy “Yami”.
-Pero sabés que sos una de las caras visibles de esta selección e ídola de los más chicos. Incluso los hijos de Vanina Correa pidieron salir con vos en el partido despedida, en el Estadio San Nicolás. ¿Te gusta ser referente de los niños?
-Me contó Vani que la hija quería salir conmigo, son cosas que pasan. Hace poco me mandaron un video de una nena que quería ser como yo y eso me llena de orgullo, pero me pregunto por qué me eligen si soy una persona normal. Tenés que preguntarles por qué, yo no lo sé. Supongo que les gustan mis locuras, soy transparente.
-Tus referentes, varias veces lo dijiste, son dos jugadoras: Megan Rapinoe de Estados Unidos y Marta de Brasil. ¿Qué te inspiran?
-Admiro de Megan que tiene la voz alta de que puede contra todo. Y ahora que estoy viviendo lo que vivió Marta con Brasil, su historia me inspira muchísimo. Mis compañeras son muy buenas, pero ídolas y referentes las tengo a ellas dos.
-Decís que de Megan Rapinoe admirás que puede contra todo. Desde afuera, a vos también se te ve así. ¿Lo sentís así?
-Veo que va contra todo, que no le importa nada salvo los valores de la mujer y yo también lo veo de ese lado.
-También nombraste a tus compañeras como tus referentes. En este proceso de recambio generacional, ¿hablás con las más grandes?
-Yo te cuento algo personal que me pasó con Banini. Ella no es de acercarse a nadie, es muy seria como se ve. En la cancha, vemos todos lo que hace. En la Copa América, le dije que era un lujo jugar con ella porque todo resultaba fácil. Se lo comenté después de festejar la clasificación al Mundial. Le dije que era un orgullo jugar ahora con ella cuando antes la veía jugar en la Selección… Ahora ella se acercó a mí y me respondió que soy una gran jugadora, que es un privilegio jugar conmigo y que me tengo que cuidar porque la selección me necesita. Después está Romi (Núñez), que para mí es una hermana, la gente dice que se enloquece cuando nos ve jugar juntas. Es mi otra mitad, es una gran persona, una gran jugadora. Después con Vani, con Aldi Cometti… me hablan muchísimo. Me tienen como la terrible, pero soy así, la gente me conoce así. Aprendo de mis compañeras.
En su pierna izquierda, en el lado del corazón -según sus palabras-, Yamila se tatuó a Cristiano Ronaldo y Diego Maradona. El día que Boca se consagró campeón argentino tras ganarle 7 a 0 la final del Torneo Transición 2020 a River, en pleno festejo por el título, la delantera le agradeció “a Dios, al Diego”. Maradona había muerto solo dos meses antes.