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Una fábula de Fórmula 1: vidas poco paralelas
Lewis Hamilton y Jacques Villeneuve se cruzaron por primera vez en 1995, cuando uno era un niño con ansias de campeón y el otro, una figura del automovilismo mundial;
Sucedió a fines de 1995, hace veinte años. En la entrega de premios al cabo de la temporada, en el Hotel Grosvenor londinense, le había tocado una mesa alejada del escenario.
Era lógico: pese a que haber ganado un título de karting, sus rivales habían sido todos chicos de 10 años, como él mismo. En una de las mesas preferenciales, su padre divisó a Ron Dennis, el todopoderoso emperador de McLaren, el entrepreneur que había extraído lo mejor de Ayrton Senna. "Andá y decile que un día querés correr para Mclaren, ¿te animás?"
Allí fue el pequeño, envuelto en un smoking a medida, resuelto y decidido.
-¿En serio? –reaccionó divertido Dennis- ¿Qué edad tenés?
-Diez años.
-¿Diez? Bueno, hagamos una cosa: vení a verme dentro de nueve años… -cerró la charla el manager mientras firmaba una servilleta a modo de compromiso y se la entregaba.
Ausente de la gala el campeón mundial Michael Schumacher, se transformó entonces en la gran estrella de la velada el canadiense Jacques Villeneuve, campeón de CART (la versión extraordinaria de Indycar), ganador de las 500 Millas de Indianápolis y recientemente confirmado para estrenarse en Fórmula 1. En medio de tantas sonrisas, aceptó sacarse una fotografía con el campeón de la categoría Cadete del karting británico, al que le llevaba 14 años de diferencia.
En los dos años siguientes, 1996 y 1997, Villeneuve concentró lo más excelso de su campaña en Fórmula 1. Estuvo a punto de ganar su carrera debut, en Melbourne, logró el primer triunfo en su cuarta participación, peleó el título hasta fin de temporada y terminó subcampeón. Al año siguiente estiró su carnet de triunfos a once Grands Prix y lo coronó con el título mundial en la temperamental tarde de Jerez. A fin de año volvió al Grosvenor a recibir un premio. También regresó el jovencito, que seguía ganando campeonatos de karting, al punto que ya no tendría que esperar esos indicados nueve años: Dennis acababa de convocarlo para hacerle firmar un contrato a partir del cual desarrollar su carrera.
Paradójico: en el momento en que la carrera de Jacques Villeneuve empezaba a deslizarse inevitablemente hacia el abismo, comenzaba el despegue meteórico de Lewis Hamilton.
Villeneuve siguió en Fórmula 1 hasta 2006, el año en que Hamilton conquistó -bancado por Dennis- el título de la GP2. Después de conseguir su título mundial compitió en otros 132 Grands Prix. No ganó ni uno. Apenas si consiguió cuatro podios. Al dejar Williams pasó por BAR, Renault Sauber y BMW, la caída era progresiva y no se detenía. Terminaron reemplazándolo por el polaco Robert Kubica en agosto de 2006.
Uno no supo cuando parar. Al otro nadie le aconsejaría que parase.
Hamilton protagonizó un arranque en la Fórmula 1 muy similar al del canadiense. Como él, casi vence su GP debut, ganó por primera vez en su sexta presentación, peleó el título hasta la última carrera del 2007, terminó como subcampeón, y al año siguiente –como Villeneuve once años antes- subió un escalón en el podio para apoderarse del título mundial. Después de eso, su carrera no se estancó, pero sí se mantuvo indecisa hasta que decidió dar el salto a Mercedes en 2013, para conquistar su segundo título mundial el año pasado.
En cambio, lejos de estancarse, la carrera del canadiense se fue al diablo. Contratado por Peugeot, le hizo perder a la marca francesa las 24 Horas del 2008 (al punto que Bruno Famin, el director deportivo de la marca francesa, todavía recuerda con amargura el momento cuando uno se lo recuerda…) con su extrema lentitud durante las horas nocturnas; vino a correr TopRace a Buenos Aires y decepcionó: fue 16°. Compitió en algunas carreras de Nascar sin mayor fortuna, terminó grabando un disco que pasó sin pena ni gloria, el año pasado intentó intervenir en el Mundial de Rallycross y este fin de semana debutó en la Fórmula E. Es el primer campeón mundial de Fórmula 1 que compite en la categoría eléctrica. En la apertura del torneo 2015/2016, en Beijing, languideció en el fondo del pelotón para acabar anteúltimo.
Fue durante el mismo fin de semana en el que el chico que 20 años antes se había retratado con él consiguió en Austin (Texas) su tercer título del mundo.
Uno no supo cuando parar.
Al otro nadie le aconsejaría que parase.
Lewis Hamilton lleva 43 victorias en 167 carreras (solo Schumacher, con 91 Grands Prix y Alain Prost, con 51, lo superan), con 87 podios, 49 poles y 28 records de vuelta. Y tres títulos mundiales, tantos como su ídolo Ayrton Senna. Del que aprendió hasta sus mañas.
pv/ae
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