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En la tercera estación del calendario de IndyCar, Agustín Canapino conjugó sentimientos: la emoción de encabezar el pelotón y también la primera deserción en la temporada. El circuito callejero de Long Beach resultó el escenario de la doble sensación que envolvió al arrecifeño en la primera campaña en la popular y veloz categoría del automovilismo estadounidense. Una desinteligencia con su compañero de equipo Callum Ilott encendió la mecha del descalabro, que continuó con el roce con Helio Castroneves. La nueva aventura servirá de enseñanza y, seguramente, será un llamado de atención dentro del Juncos Hollinger Racing, que en el trazado urbano californiano cumplió el peor desempeño del año, después de dos actuaciones que alimentaron ilusión.
En un puñado de giros, Canapino hizo historia y conoció la decepción. La clasificación no resultó cómoda para el argentino, que traía como antecedente dos puestos 12 en la IndyCar: en el debut en San Petersburgo y en la primera carrera en un óvalo, en Texas. Largó 26°, y el golpe de Castroneves contra el muro, en la vuelta inicial, demostró que se trataría de una carrera con incidentes. El giro 20 provocó el primer quiebre, con el enredo que protagonizaron el mexicano Pato O’Ward y Scot Dixon –ganador en 2015 en Long Beach–; el neozelandés se llevó la peor parte con el abandono.
Con régimen de banderas amarillas, la mayoría de los pilotos que marchaban en los puestos de vanguardia enfilaron a los boxes para renovar neumáticos y repostar combustible. Canapino se quedó en la pista y a la cabeza de la carrera, cuando se relanzó en la vuelta 26. Apenas enseñaron las banderas verdes aceleró con determinación, pero se encontró en el camino con Ilott, que salía de los boxes y se convirtió en un estorbo. El británico porfió la posición, porque no quería perder un giro, y complicó al Titán, que fue atacado por Castroneves. El brasileño lo estranguló contra el paredón, un roce que provocó la rotura de un brazo de suspensión del auto N°78.
“Desafortunadamente tuve un problema con Callum, que salió desfasado de los pits y Helio trato de pasarme en ese momento. Me tocó el auto y le di al muro. Una pena, tenía un buen auto”, analizó en la transmisión el argentino, quien con 25 vueltas menos volvió a pista para sumar kilómetros y conocimiento del auto, con miras a la siguiente carrera, el 30 de abril en Barber Motorsports Park, en Birmingham, que resultará la primera visita a un autódromo.
La estadística señalará que el poleman Kyle Kirkwood celebró, después de liderar 53 de las 85 vueltas y de una excelente segunda detención en los pits, su primer éxito en IndyCar.
LA NACION