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Gran Premio Argentino Histórico: se larga la competencia que reúne a casi 160 autos de varias décadas a lo largo de más de 3000 kilómetros
Este sábado, en la sede central de Automóvil Club Argentino, una multitud de coches de entre los años treintas y los ochentas iniciará una aventura de seis jornadas, sin correr, sino regulando
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Ciento cincuenta y nueve autos viejitos, o viejazos. Tres mil ciento treinta y siete kilómetros placenteros, o arduos. Siete distritos (la capital federal y seis provincias) transitados. Cinco etapas en seis jornadas. Hasta cuatro mil setecientos setenta kilos de alimentos solidarios. Y el número 20, o XX, precediendo todo, dándole presentación pomposa y redonda a esta nueva versión del Gran Premio Argentino Histórico (GPAH), que se largará este sábado a las 14.30 en la sede central de Automóvil Club Argentino (ACA), la del imponente edificio de Libertador y Tagle, en una de las zonas bacanas de la ¿opulenta? Ciudad de Buenos Aires.
Opulentos son ciertos coches históricos del GPAH, como algún Porsche 911, algunos modelos de Alfa Romeo, algunos de BMW. Todos encararán este sábado un recorrido que empezará en Palermo y pasará por el norte bonaerense, el sur de Santa Fe, buena parte de Córdoba, el este de Catamarca, el de La Rioja y el de San Juan, hasta encontrar su punto final competitivo en Cruz del Eje y el celebratorio en la también cordobesa Villa Carlos Paz, el viernes 6 de octubre.
El Gran Premio no es una prueba de velocidad, sino de regularidad: el objetivo no es llegar antes, primero, sino pasar en los instantes indicados por determinados puntos de control, que no están revelados aunque sí delimitada la zona donde se ubican. Es decir, se trata de calcular bien la velocidad necesaria para estar en el lugar correcto en el momento preciso. En caminos de tránsito público, no en autódromos ni propiedades privadas. Una tarea que implica mantener una velocidad, sostener un promedio, más que correr. En rigor, no tiene nada de correr. Es un automovilismo diferente.
Entre las 159 máquinas, distribuidas en once categorías, prevalecen las de Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires y Córdoba (también hay de Santa Fe, Catamarca, Entre Ríos, La Pampa, Neuquén, Chubut y La Rioja, y no faltan extranjeros: hay 15 tripulaciones de Uruguay y 4 de Paraguay. Las más añosas son de fines de los treintas; las más nuevas, de principios de los ochentas. Es una reunión fierrera de adultos mayores: ningún auto regular tiene menos de cuatro décadas, aunque puede que se escape por ahí alguna que otra excepción. Para las personas, los tuercas, no hay límites etarios, aunque la mayoría de los conductores también está compuesta por clásicos...
Pero hay chicos, hijos de pilotos. Hay mujeres, también: esposas e hijas o sobrinas. Y siempre hay dos personas por vehículo, porque una maneja y la otra saca cuentas para saber cuándo hay que pasar por tal sitio. Todos van por disfrute y camaradería, pero a lo largo de los años esto se ha puesto casi profesional: las diferencias en los tiempos acumulados entre los primeros terminan siendo de décimas de segundo, al cabo de cientos de kilómetros cronometrados. “Casi” profesional, y no profesional, por una cuestión de nivel deportivo. Porque si la referencia es a lo económico, el amateurismo es total: lejos de cobrar, las tripulaciones pagan para participar.
Sucede que hay mucho por organizar: la exploración de caminos, los permisos de tránsito, las estadías en los hoteles, la fiscalización, la premiación, la seguridad... El Gran Premio es un circo motriz itinerante que encuentra bienvenidas y público ávido de tomar fotos en cada población que lo recibe o al menos lo ve pasar. Algunas de esas urbanizaciones en la competencia de este año: Arrecifes, Junín (Buenos Aires), Melincué, Firmat (Santa Fe), Río Cuarto, Alpa Corral, Villa General Belgrano, Bialet Massé, Ascochinga, Jesús María (Córdoba), Recreo, Catamarca, La Rioja, Jáchal (La Rioja), San Juan. En el final de cada jornada cada pareja de tripulantes entregará cinco kilos de alimentos no perecederos por los que Cáritas Argentina oficiará de mediadora hasta sus destinatarios finales.
No todos llegarán a la meta, Cruz del Eje, el próximo viernes. Demasiados kilómetros, cambios de temperaturas, estados de caminos y alturas sobre el nivel del mar como para que los 159 veteranos artefactos móviles salgan indemnes, a pesar de que allí estarán, asistiendo siempre cerca, los vehículos amarillos y los mecánicos de ACA. Pero allí, recibiendo la bandera de cuadros, estará la mayoría, por vez número 20 en homenaje a los grandes premios de turismo que se popularizaron en los años sesentas de un esplendoroso automovilismo argentino. Que, con el GPAH, sigue haciendo homenaje a esos tiempos de brillo.
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