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Froilán González: simplemente Don Pepe
El arrecifeño que le dio el bautismo triunfal a Ferrari y enalteció al deporte argentino en todo el mundo, falleció ayer a los 90 años
Alos 90 años, como consecuencia de problemas respiratorios por los que estuvo internado en las últimas semanas, falleció en esta ciudad José Froilán González, una de las grandes glorias del automovilismo argentino. Nacido el 5 de agosto de 1922 en el paraje La Colonia, cercano a Arrecifes, brilló en la Fórmula 1, categoría en la que le dio al equipo Ferrari el primer triunfo de su historia en el GP de Gran Bretaña de 1951. Fue contemporáneo de su amigo Juan Manuel Fangio, de quien fue subcampeón mundial en 1954 y, además, el único argentino que ganó las célebres 24 horas de Le Mans. Por decisión de su familia, sus restos no serán velados y hoy recibirán sepultura en Arrecifes.
El vértigo de una vida
"Vos te imaginás, pibe". Se acomodaba la bufanda y comenzaba su discurso fenomenal. Las historias de una personalidad que deslumbró por sus conquistas, por una trayectoria intachable. Por su humildad, por su bondad. Don Pepe, a secas. O el "Cabezón", o "el Toro Salvaje de las Pampas", o simplemente, Froilán.
La historia lo marca como el primer piloto en obtener una victoria para Ferrari en la Fórmula 1, en el Gran Premio de Gran Bretaña, en Silverstone 1951, cuando nada hacía prever, en el corto plazo, que las Alfetta pudiesen perder una competencia. Es, además, el único argentino ganador de las míticas 24 Horas de Le Mans. Pero su sencillez ante tanta gloria y su valor para mantenerse con un perfil que se contrasta con tanto ruido ficticio lo hicieron mucho más grande todavía.
Solía recibir a quien se paseaba por el concesionario de la calle Uruguay. Allí, Froilán les daba vida a épocas lejanas. "Yo corría en la Fuerza Limitada. Lo hice con un Chevrolet 4 y me puse el seudónimo Canuto'. Era el nombre del payaso de un circo que había visitado Arrecifes. Mis padres no tenían que enterarse. Pero viste cómo es esto, siempre hay alcahuete. Ya en 1948, en Unquillo, gané con mi nombre. Me dieron 650 pesos y me vinieron muy bien", relataba.
"Cada tanto tengo que hacerme un service. El motor no está como para hacer largos recorridos. Se visita el taller más seguido", era la explicación "tuerca" del "Cabezón" sobre su estado de salud, que pese a los 90 años mantenía sus acostumbradas visitas a presentaciones y lanzamientos. "Yo siempre fui chevroletista. Pero un día, siendo yo camionero, pasé por el barrio de Once y le compré un auto al Colorado Augusto McCarthy, que era de la época de mi tío, Julio Pérez. Era una Dodge. En mi pueblo me querían matar. Pero yo quería correr...", recordaba al puntualizar sus primeros pasos en el mundo del Turismo Carretera, categoría que en la actualidad no dejaba de sorprenderlo. Él solía argumentar que es por "la pasión argentina, que es distinta a todo".
Su gran amigo y confidente fue Juan Manuel Fangio, de quien siguió la huella para desembarcar en Europa en 1950, junto con Onofre Marimón. A Fangio lo había conocido en el breve paso de Pepe por el TC. "La mayor carrera de nuestra historia fue la Buenos Aires-Caracas. Dormíamos en casa de familias, que buscábamos para pasar la noche. Lo que más me sorprendió fue la cantidad de culturas distintas en ese trayecto. ¿Sabés lo que era en 1948 competir por lugares que parecía que ni Dios los conocía? Cuando se anunció esa carrera lo conocí al general", detallaba don Pepe, en referencia a Juan Domingo Perón. "Era un loco por el automovilismo. Una vez fuimos a su despacho con Juan Manuel. Y el general nos preguntó: ¿Qué necesitan?'. Fangio le dijo sin titubear: Un autódromo'. Y a Perón le gustó la idea. Así nació el autódromo de Buenos Aires, en 1952".
Si bien el gobierno de Perón aportó la ayuda necesaria para que la campaña deportiva se extendiera a Europa, Froilán González siempre recordaba su primer contacto con los autos del Viejo Continente: "Un día pasé frente al ACA porque se exhibían los autos europeos. Había una Maserati hermosa. Fui al tercer piso y pregunté por esa máquina. Me dijeron que era de Farina. Yo ni sabía quién era. Costaba 150.000 pesos. Una barbaridad. Tenía algunas motos, porque tenía la intención de correr en Speedway, pero nunca lo hice. Me jugué el todo por el todo y pegué el salto", recordaba. Jamás se olvidó de agradecerles a dos hombres clave en su aventura: Francisco Pancho Borgonovo y Carlos Anesi, dirigentes del Automóvil Club Argentino, que como decía siempre Don Pepe, "estaban para cualquier cosa que nosotros necesitáramos".
En el incipiente Campeonato Mundial de Conductores, en 1950 Fangio había peleado el título hasta el final contra Giuseppe Farina, ambos con el poderoso equipo Alfa Romeo, y Froilán, con una Maserati privada, no logró terminar ninguna prueba. Pero Ferrari había puesto los ojos en él, que antes de viajar a Europa había vencido en la Costanera a las poderosas Mercedes 163 dos veces en dos semanas con la legendaria Ferrari del ACA de dos litros con compresor, lo que le valió la felicitación del propio don Enzo.
En 1951, antes del GP de Francia, Nello Ugollini le trajo una propuesta del Commendatore. ¡Acepto!', gritó don Pepe. ¿Cómo? ¿Antes de saber qué le voy a proponer?', se asombró el representante. Claro', respondió el arrecifeño. "Es que yo sabía qué me iba a proponer. Un piloto estaba herido por un accidente y otro estaba mal de salud. Yo ya sabía que sería un reemplazante y que tenía que ceder el auto a los demás pilotos del equipo ante cualquier circunstancia, como por ejemplo a Alberto Ascari. Pero, ¿cómo iba a desaprovechar semejante oportunidad?". El segundo puesto en Reims, detrás de Luigi Fagioli, que compartió la máquina con Fangio, despertó el asombro en la casa italiana. Tras la carrera, Ugolini le dijo: "Don Enzo quiere verlo en Maranello el miércoles. Salimos en dos horas. Viajará con nosotros".
Todo fue sorpresa para Froilán, que ya se había asombrado por aquella visita que su amigo Juan Manuel Fangio le había ofrecido a Alfa Romeo, en Milán, el poderoso norte italiano. Todo hacía prever que Maranello mantenía idénticas características. "Nada que ver. Llegamos y encontramos un mundo de gente que recibió a los representantes de Ferrari en las calles. En el norte sólo había producción, pero no estaba el calor humano que enseguida nos abrazó allí. Y esa enorme fábrica que me imaginaba, jamás la encontré. Tenían herramientas y piezas en latas cortadas por la mitad en un establecimiento ubicado en una zona agraria", solía explicar. Allí conoció a Don Enzo Ferrari, que le entregó el contrato. "Yo lo firmé sin leerlo. Ese gesto le gustó y ahí nomás me dijo muy rápidamente en qué consistía: iba a ganar 150.000 liras, pero no me aseguraba ese pago porque no sabía si podía hacerlo. Debía figurar por exigencias del sindicato. Me aclaró que si no le alcanzaba, me daba un auto como parte de pago. Que debía ceder el auto a los primeros pilotos y, lo más importante, que todos sus pilotos siempre corren asegurados".
Para la carrera siguiente, en Silverstone, lo convocó Fangio para recorrer el circuito. "Me dio una gran lección con lujo de detalles. Y cuando nos despedimos me dijo: Acá ganan ustedes'. Lo tomé como un cumplido". En el podio, tras el primer éxito de Ferrari en la Fórmula 1, Fangio le dijo: "Felicitaciones. Te dije que acá ganaban ustedes". Aquel resultado generó la famosa frase que Enzo Ferrari, ex empleado de la firma Alfa Romeo, sentenció para la posteridad: "Siento que he matado a mi madre". Justamente, cuando Froilán se refería a Enzo Ferrari, era claro: "Era un tipo jodido. Quizá yo fui el único piloto que no se peleó con él. Pero con el tiempo entendí que si no tenía ese carácter, era muy difícil manejar una empresa y un equipo tan importantes. Ferrari no nació grande. Él lo hizo grande".
En la máxima categoría, participó en 26 Grandes Premios (con Maserati, Talbot y Ferrari) y ganó dos veces, ambas en Silverstone, logró 3 pole positions , 6 récords de vuelta y 15 podios en competencias puntuables, además de otros cinco éxitos en las 31 carreras de F.1 fuera del Mundial. Seguramente, su mejor y peor año a la vez, fue 1954, en el que además de imponerse en Le Mans bajo la lluvia, mostró su más depurada conducción en la F.1. Volvió a batir al equipo Mercedes en Silverstone y todo estaba dado para pelearle el título a Fangio hasta el final, pero el accidente de Marimón (ver aparte) lo vapuleó emocionalmente y no pudo continuar con normalidad.
De regreso en la Argentina, su apellido brilló al tope de las 500 Millas de Rafaela (1958 y 1959) y en un triangular de Fuerza Limitada en Brasil, Uruguay y la Argentina, quedándose con los títulos de 1959 y 1960. Después, como director deportivo, fue el gestor de un hecho revolucionario: introdujo en el TC el modelo Chevitú, que modificó a la categoría, con la conducción de Jorge Cupeiro. "Recuerdo que los más tradicionalistas hasta llegaron a tirarle piedras al auto, porque decían que estábamos destruyendo al TC", señalaba.
Las puertas de la casa de Maranello se abrían cada vez que González llegaba a Italia, donde siempre gozó de prestigio y popularidad por haberle dado a la Scuderia el histórico primer triunfo. "Vos te imaginás pibe", repetía. Y no, don Pepe. Es inimaginable pensar en todo lo que usted construyó para enaltecer al deporte argentino con tanta humildad, sacrificio y honestidad.
La muerte de Marimón, su mayor dolor
Si algo marcó a fuego la campaña de Don Pepe, fue la muerte de Onofre Marimón en los ensayos para el GP de Alemania de 1954. "Éramos muy amigos y para colmo, ese día en Nürburgring estaban todas nuestras familias. Fue terrible. Muchos me aconsejaron que deje todo. Mi mujer no me quería ver ni cerca de un coche de carreras", recordaba.
La despedida de la casa Ferrari: "Chau, cabezón"
Con un escueto y cariñoso "Chau, cabezón", la firma Ferrari despidió a su legendario piloto desde la Web. El presidente de la Scuderia, Luca di Montezemolo, señaló: "La noticia de la muerte de González me entristece mucho. Siempre permaneció muy unido a la escuadra y como piloto jugó un papel crucial en nuestra historia".
Tres hitos en su gran campaña
Los sucesos más notables de su actividad deportiva:
- El primero de la Rossa
El 14 de julio de 1951, Ferrari vivió un día inolvidable, cuando el argentino les ganó a los Alfa Romeo en Silverstone. - La gloria en Le Mans
En pareja con el francés Maurice Trintignant, fue el único argentino en ganar esa prueba. Un plus: manejó 17 de las 24 horas. - El 1-2 en el certamen
Cuando Fangio ganó el título del ‘54 con 42 puntos, Pepe fue subcampeón, con 25. Dos argentinos en la cima de un Mundial.
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