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Entre la resiliencia y el talento: Lauda ganó tres coronas, a la par de Senna y Stewart
Schumacher: el récord de siete coronas. Villeneuve: espectáculo. Senna: accidente mortal. Prost: piloto calculador. Piquet: polémico, un provocador.
La mención a cada gran corredor dispara una idea, una imagen, no siempre justas ni precisas. Pero los grandes de la Fórmula 1 son o fueron mucho más que eso. Andreas Niklaus Lauda, por ejemplo. El austríaco excedió largamente ese incendio de Nürburgring 1976, ese milagro de salir con vida y el segundo milagro, el de volver a competir –¡y cómo!– a los 40 días. El señor de los dientes de conejo fue un pilotazo cuyos tres títulos lo ubican sexto (a la par de Senna, Jackie Stewart, Piquet, Jack Brabham) entre los campeones, y un prominente hombre de negocios, aunque no tan exitoso en los escritorios como en las pistas.
Si de encasillamientos se trata, Lauda figura en el nicho de los conductores cerebrales, tácticos. Pero lejos de eso estaba cuando a los 19 años debutó en el automovilismo... sin haber avisado a sus padres. Tenía la complicidad de una abuela, que le había regalado el Mini Cooper. Y el tema no habrá sido un gran problema en su acomodada familia vienesa, porque fue gracias al dinero de sus abuelos como siugió haciendo sus primeros pasos en las carreras, también con un Porsche 911.
Poco tardó en llegar alto. Tres años más tarde compitió en Fórmula 2 y llegó a dar 20 vueltas en un GP de Fórmula 1, el de su país. En 1972 se convirtió en protagonista estable y aunque no le fue nada bien, fue contratado por BRM para 1973. Sumó apenas 2 puntos en el certamen, pero por algo puso sus ojos en él un gigante de la F. 1, Ferrari. No se equivocaría.
Luego de un 1974 de crecimiento, Lauda conquistó el cetro hasta dándose el lujo de regular en la parte final del torneo. Con 26 años, ya era el deportista maduro que quedó en la imagen popular.
La resiliencia estuvo a la par de un talento intacto, porque 1977 vio brillar al austríaco, holgado vencedor de Jody Scheckter (campeón de 1979). Mario Andretti (1978), Carlos Reutemann y James Hunt (1976). Pero de golpe Lauda dejó la escudería italiana. Anunció que se iría a Brabham en 1978 y pasó a llevarse muy mal Enzo Ferrari.
La aventura fue un fracaso. Desmotivado, se retiró en 1979 para dedicarse a su negocio: la aviación comercial. Pero el gen seguía vivo y Niki reapareció en 1982, antes de consagrarse por tercera vez, aquella del medio punto sobre su ascendente compañero Alain Prost en 1984. Luego, tras un flojo 1985, se despidió definitivamente.
En el mundo empresarial tuvo altibajos. Lo peor se dio en 1991, cuando un avión de Lauda Air se estrelló en Tailandia y murieron los 213 pasajeros y 10 tripulantes. Por falta de control financiero, Lauda dimitió en 2000 como presidente del consejo de administración, y luego vendió lo que le quedaba de la compañía a una exrival, Austrian Airlines. En 2003 creó otra firma, Niki, luego comprada por Air Berlin; el austríaco la readquirió a inicios de 2018 y fundó LaudaMotion. Mientras, poseía 10% del equipo Mercedes de F. 1, del que era además asesor.
A todo le ganó Lauda. A cracks del volante, a tragedias, incluso a defectos propios. La cara desfigurada es solamente uno de los rostros de un pilotazo que hizo más grande al automovilismo.
Impactos
1| La muerte, a un paso
Campeón vigente, y hasta ese momento amplísimo líder del certamen (61 puntos contra 30 de Jody Scheckter), Niki Lauda se accidentó en las pruebas de Nürburgring ’76. Su Ferrari se incendió y él permaneció en grave estado, al punto de recibir la extremaunción. A los 40 días volvió a correr, con un 4º puesto en Italia. James Hunt, que cosechó 21 puntos en esas tres carreras de ausencia del austríaco, sería campeón por una sola unidad.
2| Brillo y retiro
La capacidad de Lauda, intacta, quedó manifiesta al año siguiente. En 1977 ganó el título con anticipación y 17 puntos de ventaja. Luego de tanto éxito en Ferrari, se marchó a Brabham, peleado con Enzo Ferrari, y después de un par de temporadas pobres, desmotivado, se retiró.
3| regreso y conquista
Tras dos años sin Fórmula 1, a los 33 de edad, Lauda reapareció en 1982. Y dos temporadas más tarde recobró el cetro, en la definición más ajustada de la historia: medio punto ante su compañero Alain Prost, de McLaren.
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