Encantador es el infierno de Termas de Río Hondo

TERMAS DE RIO HONDO.- A la hora en que se abrieron los relojes y el polvoriento asfalto del circuito internacional de Termas de Río Hondo quedó habilitado, los aparatos de meteorología cantaban 32 grados a la sombra, 51 grados en el pavimento y una humedad cercana al 90 por ciento. En esas condiciones los integrantes del Mundial de motociclismo salieron a reconocer el circuito. Pero la pista ya estaba caliente con la polémica que rodea a los máximos exponentes del MotoGP: el campeón mundial Jorge Lorenzo, su compatriota Marc Márquez y el italiano Valentino Rossi, que es ídolo absoluto en la Argentina y se mostró dispuesto a volcar ese apoyo a su favor.

Desde que llegó a Termas, el campeón mundial Lorenzo se la pasó enclaustrado en su hotel, a pasos de los boxes, para evitar cruzarse con los fanáticos de Rossi, que lo abuchean; el español viene de ser silbado en la primera carrera del año, en Qatar, todo gracias a la manera en la que se resolvió el duelo del 2015 con su compañero de equipo Rossi, duelo en el que Márquez, campeón en 2013 y 2014, también jugó un papel decisivo.

Todo comenzó un año atrás, precisamente en Termas de Río Hondo, cuando Rossi venció a Márquez en un final de enorme suspenso y el catalán terminó en el piso. Desde entonces, vino subiendo la tensión entre los tres. Lorenzo se consagró en Valencia, la carrera que el italiano define hoy como el peor momento de sus 20 años en el motociclismo mundial, y durante todo el receso soportó, lo mismo que Márquez, la furiosa reacción en las redes de los fanáticos de Rossi.

La Argentina es terreno fértil para los hinchas del italiano, que normalmente copan una tribuna exclusiva en la primera curva del circuito. El culto al 46, el número que Rossi lleva en su moto, está extendido entre ellos, y cada vez que pueden, aunque el calor sea aplastante, se lo hacen saber a los españoles.

"Todo el mundo sabe quién puede solucionar esto. Igual, no le interesa", reclamó Lorenzo, sin nombrar a su compañero de equipo, antes de iniciarse la actividad. "A mí no me hace gracia" sostuvo Márquez. "Sabemos que será la tónica de todo el año". Rossi firmó autógrafos, fue co-protagonista de infinidad de selfies y se encogió de hombros: "Los silbidos no son culpa mía. Siempre hay fanáticos buenos y fanáticos malos, pasa en todos los deportes. No creo que sea un problema tan grande".

El problema grande lo tuvo el chico Edgar Pons, que debuta esta temporada en Moto2. Se sentía tan débil a bordo de su máquina, que fue a hacerse revisar: le detectaron Hepatitis A y debió volverse a su casa en Barcelona.

Rossi y Márquez se cruzaron en el paddock, una imagen que circuló por twitter. Pero la tensión está lejos de disminuir, como el calor y la humedad santiagueños. Con miles de visitantes de países limítrofes, acelerando sus motos por las calles de la ciudad, el clima recalentado del Gran Premio favorece al italiano fuera de la pista, ya que no en el asfalto mismo: las condiciones de rodado le hacen un guiño a las Honda, como demostró Márquez quedándose ayer con el mejor tiempo de entrenamientos; a las Yamaha de Rossi y Lorenzo les costó acelerar.; quedaron séptimo y decimocuarto, respectivamente.

La clasificación de esta tarde establecerá las condiciones para la carrera: algunos chubascos podrían alterar su normalidad. "Que esté más frío, sí, pero que no haya agua" pidió Rossi. Sus hinchas ruegan para que se cumpla el deseo.

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