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El mayor drama del deporte motor
Hace medio siglo, la más tradicional prueba de Europa se vio conmovida por un accidente que se llevó la vida de Pierre Levegh y de 87 personas más
Después de medio siglo no faltan los estudiosos que siguen buscando una explicación. El accidente que se cobró la vida del francés Pierre Levegh y de 87 espectadores en el autódromo de La Sarthe hace cincuenta años continúa encerrando enigmas que quizá jamás vean la luz. Aquellas 24 Horas de Le Mans, las de 1955, quedaron grabadas a fuego en la historia como la mayor tragedia que recuerde el deporte motor. El día más negro de la velocidad.
La convocatoria para la tradicional carrera juntó aquel 11 de junio a experimentados pilotos de la Fórmula 1 acompañados por otros hombres acostumbrados a tutearse con máquinas de alta potencia. Mercedes-Benz, Jaguar y Ferrari aparecían a priori como los grandes candidatos y la primera de las escuderías contaba con Juan Manuel Fangio, Stirling Moss y Karl Kling, nada menos. ¿Sus compañeros? John Ficht, André Simon y -especialmente invitado- el propio Levegh. La inclusión del francés en un equipo alemán servía como desagravio para intentar dejar atrás viejas disputas bélicas entre ambos países. Nadie imaginaba lo que sucedería después...
Todo era una fiesta de la velocidad hasta que, alrededor de las seis y media de la tarde, el británico Mike Hawthorn (Jaguar) marchaba adelante, seguido por el argentino Juan Manuel Fangio (Mercedes), que lo perseguía con tranquilidad, elaborando su estrategia de avance. Para desgastar al líder, el balcarceño dejó pasar a su compañero Levegh.
Cuando el francés fue a la caza de Hawthorn, ambos se encontraron con el Austin de Lance Macklin, rezagado. Hawthorn lo superó e inmediatamente se tiró sobre su derecha para reabastecerse y cambiar de piloto. Allí se desencadenó el drama.
Para esquivarlo, Macklin se abrió sobre su izquierda y Levegh, que venía detrás, levantó su brazo para advertir a Fangio de que también debía abrirse para no embestirlo. Rara paradoja: Levegh, un auténtico caballero, se preocupó tanto por la integridad de Fangio que no se percató de que él mismo no iba a tener lugar para pasar...
La rueda delantera derecha de Levegh se montó en la trasera izquierda de Macklin y el Mercedes del piloto local salió despedido contra una empalizada. El choque, a más de 300 km/h, motivó el desprendimiento del impulsor, que voló hacia el palco convertido en una estela de hierro al rojo. Entre la loca carrera del motor, que se incrustó entre la gente con la misma facilidad con la que lo haría un cuchillo en la manteca, y la fuerza de la onda expansiva de la explosión, se generó un caos jamás visto.
Restos de hierros incandescentes desparramados por la pista y entre el público, gente tirada por todas partes, un griterío infernal y una carrera que, por orden de Charles Faroux, su mentor, no se detuvo ante el abucheo general de la multitud, que quería lincharlo.
Levegh falleció instantáneamente y entre quienes murieron aquel día y en los días sucesivos por las secuelas se contaron 87 vidas más. Mientras el Mercedes del infortunado corredor ardía a un costado de la pista, Hawthorn se tomaba la cabeza en los boxes, acongojado por ser el involuntario causante de tanta locura y tanto pánico.
Fangio, cómodo líder hacia las 2 de la mañana del día 12, tuvo que retirarse de la prueba por orden de su jefe de equipo, el célebre Alfred Neubauer, como señal de duelo por el compañero caído. El quíntuple lo reconocería luego: "Tomé conciencia de lo que había pasado cuando paré en los boxes. Ni pensé en seguir en la carrera. Hubiese abandonado de todos modos. ¿Cómo podía festejar una victoria en esas condiciones?" El argentino jamás lograría ganar las tradicionales 24 Horas de Le Mans.
"Yo vi perfectamente aquel accidente porque venía detrás de los protagonistas del choque. Y nunca culpé a nadie. Siempre consideré que fue obra del destino. También puedo decir que, contra lo que pensaba mucha gente, no detener la prueba fue una decisión acertada. Si se paraba la carrera, el público iba a invadir la pista y las calles vecinas al autódromo, con lo que las ambulancias no hubieran podido salir para llevar a los heridos más graves a los hospitales." Palabra de Fangio, nada menos.
Pese a no sentirse bien anímicamente, Hawthorn ganaba aquella prueba. El dolor y las imágenes del fuego lo atormentarían hasta su muerte, producto de un accidente de tránsito, en 1959. No fue el único que vivió con esa carga. Macklin, que falleció en su hogar hace tres años, sufría pesadillas reiteradas que le devolvían a su mente pantallazos de aquel nefasto 11 de junio.
En realidad, nadie pudo olvidarse de "aquella" Le Mans. La página más negra del libro que atesora la historia del automovilismo.
Hoy lo recordarán
LE MANS (AFP).- Los organizadores de las 24 Horas de Le Mans, que se desarrollarán entre el 18 y el 19 del actual, descubrirán hoy una placa con motivo del 50° aniversario de la tragedia que se cobró la vida de Pierre Levegh y de 87 espectadores en el autódromo de La Sarthe.
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