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El homenaje final a Juan Manuel Fangio en Balcarce: autos de colección, una caravana de dos kilómetros y la idolatría de ilustres y desconocidos
La ciudad natal del quíntuple campeón mundial de Fórmula 1 acompañó el traslado de los restos del piloto hasta su museo; la intimidad de un día histórico
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BALCARCE.- Dos palmadas bien sonoras contra el féretro, envuelto en una bandera argentina, acompañaron la definición más breve, contundente y conmovedora que se escuchó durante estas horas de homenaje a Juan Manuel Fangio. “Era un hombre maravilloso”, definió su colega y amigo, Jackie Stewart, emocionado hasta las lágrimas en esta ceremonia que lo tuvo de promotor y encontró en esta ciudad, cuna del quíntuple campeón mundial de Fórmula 1, un pueblo unido en el aplauso y el respeto a su vecino más célebre. En la historia y todo el mundo.
Lo resume Diego Ciantini, quizás la más joven y destacada promesa del automovilismo de esta sierras durante los últimos tiempos. Mientras se seca lágrimas cuenta que hace cinco años hizo su primera experiencia internacional en Europa con un equipo suizo. “¿Argentino? ¡Fangio!”, relacionaron los pilotos, que quisieron saber aún más de él y le preguntaron de qué ciudad era. “Se les caían las babas cuando les dije que era balcarceño”, cuenta a LA NACION quien además es embajador del Museo Fangio donde, desde esta mañana, descansan los restos de quien Stewart volvió a mencionar como “el mejor piloto de todos los tiempos”.
Una caravana de más de 2000 metros de extensión acompañó el cortejo que partió a media mañana desde el Cementerio Municipal. Una guardia de honor compuesta por efectivos de los regimientos de Granaderos y Patricios realizó el traslado del ataúd que había permanecido en la bóveda de la familia Loreto Fangio, en el lote 46 de la fila 17 del hall principal. “Solo los visitaban turistas, en su mayoría extranjeros”, coincidió personal del lugar. Allí quedaron ahora solo los restos de los padres de Juan Manuel Fangio.
En coincidencia con estos 70 años del logro del primero de sus cinco títulos mundiales se desarrolló este acto del que participaron los tres hijos de Fangio y sus nietos, varios de quienes fueron sus amigos y personalidades del automovilismo argentino, todos unidos en la misma emoción. Más tarde, con motores en marcha y al pie de la sierra La Barrosa, hubo más clima de fiesta con automóviles de colección y réplicas de otros de competición que brindaron un colorido y muy concurrido espectáculo en el autódromo balcarceño.
Desde temprano la comunidad local esperó en las calles y salió a saludar el paso del coche fúnebre que transportó los restos de Fangio, que a partir de ahora tendrán eterno descanso y podrán ser visitados en el mausoleo dispuesto en el museo que guarda la mayoría de los vehículos que utilizó durante su carrera y cientos de otros recuerdos. “Ahora está donde correspondía, rodeado de sus trofeos y de lo que le han acercado sus colegas y amigos”, dijo a LA NACION su hijo Oscar “Cacho” Fangio. “Fue un momento muy fuerte, de eso que aceleran mucho el corazón”, reconoció.
Sin necesidad de respetar una línea de tiempo, el recorrido de la caravana acompañó distintos lugares y momentos de la vida de Fangio. La casa donde nació, el primer taller que pisó y la escuela donde hizo la primaria, ahora convertida en jardín de infantes. Los alumnos de ese y otros establecimientos educativos también rindieron homenaje al vecino célebre. Salieron a la vereda con los guardapolvos y hasta con sus banderas de ceremonias, como si fuera un acto de fecha patria. “Se trabajó durante la semana un proyecto en aulas para hablar sobre quién fue y lo que significó Juan Manuel Fangio”, explicó Marcela Taja, directora de la Escuela Primaria N°3, mientras aplaudían el paso del cortejo.
En la plaza principal, frente al museo, esperó otra multitud. A palma batida se vivió el ingreso del féretro, que tuvo primer destino en el hall central. Allí hubo una breve ceremonia religiosa para una oración compartida por cientos de invitados. “Supo aprovechar el don que Dios le había regalado”, destacó el párroco a cargo del responso. Enseguida llegaron las palabras de Stewart, que recordó que de niño veía correr a Fangio y apenas adulto pudo convertirse en su amigo. “Nadie ha representado a su país con tanto orgullo como él”, destacó.
Los elogios abundan por los pasillos ya no solo para resaltar al gran piloto sino a la persona que fue Fangio. Oscar Castellanos, ex campeón de Turismo Carretera, habla de una emoción especial que lo atrapa cuando debe referirse al más grande volante argentino. “Quizás sin él yo seguiría en las cafeteras”, explica a LA NACION y rememora aquel día que ganó en Balcarce una competencia de turismo zonal y el quíntuple campeón se le acercó para proponerle que diera el salto. “Agradezco que se cruzó en mi camino deportivo, marcó un quiebre en mi carrera”, remarca.
Y si de vínculos y amistades se trata, ahí anda Luis Landriscina, moqueando y con ojos brillosos en otra despedida al piloto que lo deslumbró desde chico y al amigo que fue durante décadas. “Tenía un dínamo y era el único con radio en el pueblo, así que todos los vecinos venían a preguntarme cómo había salido el Chueco en cada carrera”, cuenta a LA NACION. En este Museo Fangio también se ocupó de dejar un recuerdo de otro amigo que fue celebridad, el médico René Favaloro. “Le pedí a sus sobrinos que me vendan el Peugeot 505 que usaba y me lo regalaron para que aquí quede expuesto”, destacó el humorista.
El que amaga a irse y vuelve para saludar a uno, para dar una entrevista a otro, es Rubén Fangio, el último de los hijos reconocidos y de un parecido impactante con su padre, desde el perfil hasta sus ojos casi transparentes. “Ha sido un homenaje hermoso y seguramente merecido”, dijo el hombre que reside en Cañuelas y saluda a adolescentes de mameluco blanco, todos alumnos de la Escuela Secundaria de Enseñanza Técnica “Fundación Fangio”, de La Matanza, con especialidad electromecánica. “Esto es un sueño”, dicen los siete pibes –uno por año de curso- elegidos para esta visita y este especial homenaje. Inolvidable para ellos como la trayectoria de Fangio. Eterno para Balcarce y su gente como el reconocimiento a su hijo pródigo.
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