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Colapinto será el último en largar la última carrera del año, con las vivencias en el cuerpo de ¿la última cena?
El argentino se mostró tranquilo pese a las limitaciones que mostró su Williams en la clasificación en Abu Dhabi, en el cierre del calendario de la Fórmula 1
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ABU DHABI, Emiratos Árabes Unidos.- Franco Colapinto asumía en sus palabras y también en su lenguaje corporal que no había mucho más que hacer. Incluso, un latiguillo que usó en medio de sus explicaciones a la prensa dejó en claro cuál era su actitud frente a lo que su Williams le había entregado en la pista durante todo el sábado, que se dividió en un cauteloso entrenamiento por la tarde y una pálida clasificación a la noche: “Es lo que hay”, musitó, como quien acepta que rebelarse no es posible. Para él, en principio el Gran Premio de Abu Dhabi marcará el punto final de su primera experiencia en la Fórmula 1, al cabo de nueve carreras que lo vieron transitar todas las emociones posibles. Estas, las últimas por ahora en el Gran Circo, vienen acompañadas de un dejo de decepción, pero también de tranquilidad. Le hubiera gustado ir más adelante, pero dadas las condiciones, podía ver la mitad llena del vaso también. Por ese lado iba su enfoque en “el corralito” que reúne a los pilotos de Fórmula 1 tras las acciones en pista. Ya habrá tiempo para un balance más integral y para ordenar las vivencias, incluidas las que experimentó el jueves en la cena que reunió a 16 pilotos de la categoría, en la que estuvo sentado al lado de uno de sus valedores en esta aventura: Max Verstappen, el campeón mundial vigente.
“Fue un día complicado en general. En la FP3 descubrimos que habíamos perdido mucho grip. Nos complicó el daño que había sufrido el piso (el fondo aerodinámico del auto). Teníamos uno sólo, hubo que repararlo y sabíamos que perderíamos algunas décimas en la vuelta rápida, en torno a 10 puntos (de carga aerodinámica). En las rectas vamos rápido, creo que tenemos una chance de mejorar”, valoró.
Franco quedaba 19º este sábado tan sólo una décima por detrás de su compañero Alex Albon, como él, también eliminado en la primera fase, la Q1, situándose en la 16ª posición. La pole para la carrera era para el McLaren del británico Lando Norris con su compañero, Oscar Piastri segundo. McLaren tiene todas las posibilidades de consagrarse campeón de constructores 2024 en la carrera del domingo, que se largará a las 10, hora de Argentina.
Igualmente, esas retrasadas posiciones cronometradas de ambos Williams son puramente académicas ya que en la práctica, ambos están penalizados con un retroceso de cinco posiciones para la largada por haber cambiado componentes de las cajas de cambio. Tras contabilizar las sanciones y reordenar la grilla de largada, Albon quedaba 18º y Colapinto, 20º.
En el entrenamiento previo a la clasificación, la gran mayoría de los equipos tardó en salir a pista. Iba a ser Alex Albon el que buscaría un tiempo más o menos indicativo de lo que se iba a hacer en la prueba de clasificación a partir de las 18 hora local (ya de noche). Con su Williams completó 15 vueltas y con neumáticos blandos quedó 12º en esa sesión, a 0,945 s del más rápido, Oscar Piastri (McLaren).
Franco realizó una sesión conservadora, cuidando la máquina. Hay ciertos lujos que no se podía dar después de su incursión por fuera en la curva 9 del circuito que terminó con el fondo del coche averiado, el viernes. Tuvo tráfico cuando buscaba su vuelta rápida, que tuvo que abortar. Quedo último, a poco menos de 4/10 de Albon. Así, con tranquilidad se preparó para su última prueba de clasificación del año.
¿Cuál iba a ser su plan? ¿Girar al límite de la pista o guardarse algo para conservar el coche? Al final, el riesgo iba a ser medido por la anunciada sanción con pérdida de posiciones en la grilla de largada. En la Q1 dio seis vueltas con el compuesto blando de neumáticos, las mismas que Alex Albon y, vale la pena destacarlo, quedó a menos de una décima por detrás de su compañero. Muy meritorio, teniendo en cuenta el disminuido rendimiento de su fondo aerodinámico. Se lo veía relativamente satisfecho.
Tenía un especial significado su rendimiento cuando realmente importó: volvió a demostrar que tiene la velocidad suficiente para estar en la Fórmula 1, después de sus incidentes en Interlagos, y Las Vegas; sigue ahí, desafiando al ya probado y prestigioso Albon a la hora de cronometrar. Quizás por eso, sin hacer alarde alguno, estaba tranquilo. Más tranquilo que en las últimas dos semanas, que tan mal habían comenzado en Las Vegas. Este domingo cerrará el capítulo más importante hasta ahora de su vida de deportista.
The final starting grid of the 2024 season 👀#F1 #AbuDhabiGP pic.twitter.com/6BeiwMUNaq
— Formula 1 (@F1) December 7, 2024
¿La última cena?
No pensaba mucho precisamente el bonaerense en lo que iba a suceder el sábado cuando el jueves por la noche, tras el primer día de presencia en el circuito de Yas Marina, se prestó a vivir una experiencia muy especial, que quizás soñó cuando era niño y tenía el objetivo de llegar a la Fórmula 1.
El restaurante japonés Zuma Abu Dhabi, en la galería Al Maryah, cercana al circuito de Fórmula 1 en Yas Island, tiene un perímetro totalmente acristalado de suelo a techo. Podía verse muy bien el interior de estilo nipón minimalista, totalmente iluminado y con un muro trazado en roca volcánica negra. George Russell dudó un momento antes de empujar la puerta de cristal blindado. Buscaba al grupo de colegas que estaban ya sentados a la larga mesa de gruesa madera clara japonesa. También había dudado en si concurrir a la cita que organiza cada año quien será de manera inminente su excompañero en Mercedes, Lewis Hamilton. Por solidaridad con él, aceptó la posible incomodidad.
Cuando se acercó a la zona donde le esperaban para lanzarse en la maratón de sushi, sabiamente elegido por el piloto Yuki Tsunoda, de Racing Bulls, no pudo menos que pensar: “Esto lo han hecho a propósito”. Por casualidad o por apartarse de una broma situacional típica del humor británico, sólo quedaba una silla libre y estaba a la derecha de donde se sentaba un sonriente y distendido Max Verstappen. A la izquierda del campeón estaba Franco Colapinto.
Durante la conferencia de prensa de los pilotos el jueves, Franco había sido testigo de las promesas de enemistad que el holandés le hizo a Russell. Según Max, George lo había “traicionado” en la audiencia ante los comisarios en Qatar, incitándolos a sancionarlo después de que él circulara a demasiado baja velocidad justo cuando Russell comenzaba su vuelta rápida. Así perdió Max la pole de la carrera que después ganó.
Como dice Verstappen, él no está en la Fórmula 1 para hacer amigos sino para ganar. Claro que, según Russell, no debería hacerlo con maniobras ilegales o amenazas verbales como la que dijo que le lanzó el de Red Bull: “Te voy a machacar la cabeza contra el muro”. Ahora ya no es Hamilton el enemigo favorito de Max, sino el desafiante Russell.
Así que la escena del jueves a la noche era como la pintura de la Última Cena y los 16 veloces “apóstoles” presentes (faltaban los dos pilotos de Haas y los dos de Aston Martin) que habían llegado antes hicieron silencio. De fondo llenaron el ambiente los lánguidos acordes de una nagauta shamisen (guitarra japonesa). George se repuso, tomó la silla libre que estaba junto a Max y fue a sentarse al lado de Lewis Hamilton. Lando Norris, el tantas veces derrotado por Max, a la manera de una víctima con “síndrome de Estocolmo” se desplazó y se puso junto a su verdugo en el campeonato.
Franco observaba muy interesado. El asunto no iba con él. Y prestó atención a las palabras que le dijo el neerlandés, quien pronto será padre de un bebé producto de su relación con Kelly Piquet, hija del brasileño tres veces campeón del mundo y en su momento cordial rival de Carlos Reutemann. Franco escucha, mira y aprende. Hasta ahora no ha debido enfrentarse con Verstappen y, si llega ese momento, será un momento límite para él. Es bueno que lo vaya conociendo.
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