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Tras superar la polémica por su género, Semenya tuvo un regreso agridulce en el Mundial de atletismo
La atleta sudafricana, de 24 años, no participaba de una gran cita desde los Juegos Olímpicos Londres 2012, donde se colgó la medalla de plata; hoy, quedó última en la semifinal de los 800 metros
PEKÍN (DPA).- Con un nuevo corte de pelo, más flaca y en mejor forma, la atleta sudafricana Caster Semenya reapareció en el Mundial de atletismo, en lo que fue su primera participación en un torneo importante después de ganar la medalla de plata en los Juegos Olímpicos Londres 2012. Pero el regreso fue agridulce: en la semifinal de los 800 metros, su especialidad, terminó última en su carrera, con un decepcionante 2m03s18 y no logró el ansiado pase a la definición del próximo sábado.
En 2009, la atleta sudafricana superó casi sin esfuerzo a sus rivales en los 800 metros para ganar el campeonato mundial en Berlín. Pero, luego, estuvo casi un año sin poder competir por la controversia que surgió con las pruebas de género a las que le exigieron someterse. Tras superar esa dura etapa, regresó y cosechó dos medallas de plata: una en el Mundial 2011 y otra en los Juegos Olímpicos Londres 2012, su última gran actuación.
A los 24 años, Semenya, que se hace llamar "la poderosa Caster" en su perfil de Twitter, parece una sombra de la gran atleta que fue. Después de una clasificación de última hora para el Mundial de Pekín, la sudafricana no pudo cristalizar su regreso con buenos resultados. Superó la primera instancia con un tiempo de 1m59s59, pero la pobre actuación de hoy la dejó fuera de la final.
La sudafricana está muy lejos de los 1m56s72 con los que ganó el oro mundial en 2009. "Ella está muy en forma y posiblemente pueda correr alrededor de 1m58s. Mentalmente, está en un buen momento", había dicho su entrenador Jean Verster. Pero cerró su participación con cinco segundos por encima de lo calculado
Los años más difíciles
En 2010, le tomó 11 meses hasta que la IAAF (Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo) le levantara una suspensión por haber mostrado altos niveles de testosterona y aclarara que Semenya podía competir como mujer.
Un año después se quedó con la medalla de plata en los 800 metros en el mundial de Daegu y en 2012 repitió el logro en los Juegos Olímpicos de Londres. Sin embargo, a partir de 2013 su carrera cayó en picada al no lograr la clasificación para el Mundial de Moscú ni para los Juegos de la Commonwealth en 2014.
Lo veo todo como una broma, no me molesta. Dios me hizo como soy y me acepto a mí misma. Yo soy la que soy y estoy orgullosa de mí. No quiero hablar de las pruebas, ni siquiera estoy pensando en ellas (Semenya, en 2009)
"Ella estaba condicionada y muy fuera de forma", aseguró Verster al recordar el inicio de su etapa de colaboración a fines del año pasado. "Lentamente iniciamos un proceso de reconstrucción", agregó.
Diversas lesiones de rodilla y problemas con su entrenador fueron mencionados como causas oficiales para el desempeño en caída de Semenya. Sin embargo, algunos estimaron que su recuperación era más lenta debido a la terapia hormonal prescrita por la IAAF para las atletas mujeres que tienen niveles de testosterona más altos que los normales.
También hubo mucha especulación sobre la carga emocional sufrida por la atleta como consecuencia de la larga y humillante investigación de género a la que había sido sometida.
Semenya siempre se mantuvo estoica durante la interminable tormenta mediática, pero es difícil creer que las historias sensacionalistas que profundizaron en su vida privada no hayan tenido un fuerte impacto psicológico. Durante mucho tiempo, diferentes medios de comunicación de todo el mundo hicieron conjeturas salvajes sobre la corredora después de que informes médicos no confirmados revelaran que poseía características sexuales masculinas y femeninas.
"Lo veo todo como una broma, no me molesta. Dios me hizo como soy y me acepto a mí misma. Yo soy la que soy y estoy orgullosa de mí. No quiero hablar de las pruebas, ni siquiera estoy pensando en ellas", aseguró Semenya en 2009, cuando se encontraba suspendida por IAAF.
Las personas de su entorno creen que no habría sobrevivido a la humillación sin el apoyo de su familia y de sus vecinos de Masehlong, la pobre y lejana aldea de su infancia en la norteña provincia de Limpopo, donde la joven Semenya creció entrenando en pistas de tierra desniveladas.
Hoy Semenya vive en Potchefstroom, una tranquila ciudad universitaria ubicada a 120 kilómetros al sudoeste de Johannesburgo, donde estudia ciencias del deporte. "Es feliz y cumple bien las exigencias académicas", remarcó Verster.
jp/ph
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