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Jordan Díaz, Pedro Pichardo y Andy Díaz Hernández: tres cubanos en el podio del salto triple y ninguna medalla llegará a Cuba
Una increíble particularidad se dio con tres atletas que desertaron en distintos momentos de su país y hoy representan a España, Portugal e Italia, respectivamente; dos de ellos, además, no se pueden ni ver...
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El salto triple masculino ofreció una de las historias más curiosas de los Juegos Olímpicos París 2024. Jordan Díaz Fortun, Pedro Pichardo y Andy Díaz Hernández llegaron al podio en representación de España, Portugal e Italia, respectivamente. Marcaron 17,86m, 17,84m y 17,64m. Con una peculiaridad: los tres son cubanos. Es decir, un podio sin banderas de... Cuba. Insólito. Y además, entre dos de ellos hay un capítulo paralelo que merece contarse...
Las historias de Pedro Pichardo y Jordan Díaz Fortun son muy parecidas. Por la diferencia de edad no se conocieron en la isla de Cuba, sino en Europa. Sus orígenes son similares. Padecieron las mismas injusticias en sus etapas formativas y tuvieron que sacrificarse de idéntico modo para poder escapar. Podría esperarse, entonces, que hubieran conectado de inmediato entre ellos. Pero no fue así. Son rivales y no lo ocultan. Y no sólo se disputan una posición en un podio. También se pelean públicamente y en redes sociales.
Pichardo tiene 31 años. Nació en Santiago de Cuba y se escapó del equipo nacional durante una concentración en Stuttgart, en 2017, cuando tenía 23. Con su país de origen ganó el oro en salto triple en los Juegos Panamericanos de Toronto, en 2015. En Portugal, su nueva nación, fue campeón olímpico (Tokio 2021) y Mundial (EE.UU. 2022).
Díaz Fortun tiene 23 años. Nació en La Habana y se escapó del equipo nacional en Castellón, en una escala de un viaje a Stuttgart, en 2022, cuando tenía 20. Con su país de origen ganó la medalla plateada en salto triple en los Juegos Panamericanos de Lima, en 2019. En España, su nueva nación, acaba de consagrarse campeón europeo (Roma 2024) y olímpico (París).
La pelea de Pedro
Pichardo ya era el mejor saltador de Cuba cuando en 2014 le impusieron que debía ser entrenado por Ricardo Ponce y no por su papá, Jorge. Lo suspendieron por un año. “En Cuba no tenés opción. Si no formas parte del equipo nacional que entrena en La Habana, no podés ser un gran atleta. Es obligatorio. Estás ahí con sus entrenadores o no viajás ni competís”.
Cuando atravesaba de un extremo a otro la isla para entrenarse en la capital (867 kilómetros desde Santiago de Cuba a La Habana), tenía que viajar en tren. Un total de 18 horas. Una vez allí debía sobrevivir cómo sea. “Dormía en el suelo, en las gradas del estadio. A veces me daban un poco de pan y café… No lo soportaba más”, contó.
Una noche de abril de 2017, en una concentración junto con otros atletas cubanos en Stuttgart, juntó su ropa en silencio y se marchó en la madrugada. No se supo de él por un tiempo. Hubo rumores de que se nacionalizaría norteamericano, español, alemán… Ocho meses después, un agente portugués lo llevó a firmar un contrato con el club Benfica.
Los beneficios no fueron inmediatos. Tres años de espera por los reglamentos internacionales de residencia. Pero apenas empezó, no se detuvo. Fue campeón europeo absoluto (2022) e indoor (2021 y 2023); campeón olímpico (2021) y mundial (2022).
Pichardo, pese a ser más experimentado, también es más polémico. Se peleó con compañeros de la selección portuguesa, por ejemplo.
Otro triplista portugués, Nelson Évora –curiosamente originario de Cabo Verde–, cuestionó su nacionalización: “Compraron a un atleta para tener resultados a corto plazo”, acusó.
Pichardo lo atacó sin dudarlo: “Cuando decís que me compraron me estás faltando al respeto. Ni soy una prostituta ni soy como vos. Cuando llegué a Portugal yo ya era un campeón y nunca me habías ganado”.
La decisión de Jordan
Jordan Díaz Fortun era un chico de un crecimiento constante. Al ser de La Habana no sufrió el problema de los traslados y el desamparo de Pichardo. Desde muy chico sumó títulos a granel. Campeón mundial Sub 18 (2017) y Sub 20 (2018); ganó los Juegos de la Juventud de Buenos Aires (2018) y con apenas 18 años ya era subcampeón continental (Lima 2019).
Durante la pandemia tuvo tiempo para pensar lo que quería hacer de su vida. Era un saltador exitoso, pero no era feliz, algo estaba mal. “Me di cuenta de que estaba teniendo buenos resultados, pero no sentía la motivación para seguir haciendo lo que me gustaba. Había perdido la motivación por la situación del país y por las cosas que suceden internamente, en el ámbito deportivo. Al final, uno debe velar por su futuro y por la tranquilidad”.
Se encontraba en un viaje con el equipo cubano rumbo a Oslo y, en una escala en Castellón, el 28 de junio de 2021, la atleta española Ana Peleteiro lo ayudó a planear su escape. “Tres días antes de salir para España para la concentración para los Juegos Olímpicos de Tokio, le dije a mis padres: ‘Ey, este es mi plan. Apóyenme’. Y claro que me apoyaron. Así es que me quedé en España”.
Allí se reunió con otro cubano, Iván Pedroso, ex campeón olímpico y mundial de salto en largo, que ahora es su entrenador.
La IAFF (Federación Internacional de Atletismo) le marcó el 28 de junio de 2024 como la fecha en la que podría empezar a competir con su nueva nación. Justo tres años después de su llegada, como marcan sus estatutos. Pero hicieron una excepción y le permitieron participar en el Europeo de Roma tres semanas antes de cumplir el plazo. Allí ganó el oro con una marca de 18,18 metros, la tercera de la historia, sólo detrás del británico Jonathan Edwards (18,29, en 1995) y del norteamericano Christian Taylor (18,21, en 2015). Pero además, nació una inesperada rivalidad…
La falla, el entredicho
Durante el salto en el que Jordan Díaz Fortun alcanzó los 18,18 metros, durante un instante, el tablero electrónico que muestra las marcas se apagó.
Pichardo puso en duda la marca de Díaz Fortun en un posteo en Instagram. “¿Cómo sabemos que realmente eran 18,18m? Me gustaría que World Athletics, European Athletics y los árbitros encargados dieran una respuesta y una rápida explicación sobre lo que pasó con la tabla de medición electrónica del salto en el momento en el que el atleta de España hace esa gran marca”.
La realidad es que el tablero electrónico no es el que registra los datos oficiales, sino una versión informativa para el público. Pero el portugués lo reclamó igual.
Entonces, Díaz Fortun le contestó con una imagen de tres figuras animadas llorando. Y unos minutos más tarde agregó: “El atleta profesional o espectador fan que no sepa que el tablero es meramente informativo y que se mide por un láser… vamos mal”.
Pichardo fue segundo, con 18,04m, pero no fue al podio a retirar su medalla de plata.
Más tranquilo, unos días después, lo consultaron a Pichardo sobre su relación. “Nunca hemos hablado, yo no me llevo con todos los portugueses, ni con todos los cubanos por nacer en Cuba. Eso es imposible. Y este chico tiene 8-9 años menos que yo. No somos amigos, nunca hemos hablado. Él no es contemporáneo a mí
Díaz Fortun trató de bajarle el tono al enfrentamiento. “No hablamos nada después del europeo, pero creo que fue un malentendido que se ha llevado bastante lejos. Tampoco quiero meterme mucho en el tema, no quiero crear polémica”, se limitó a decir.
Todo esto ocurrió hace poco más de un mes. Jordan Díaz y Pichardo no volvieron a cruzarse. Lo hicieron en París, por los Juegos Olímpicos. Muy probablemente uno de los dos ganaría la medalla dorada. Fue para el primero de ellos, por apenas dos centímetros. La pregunta que todos se hacían era si, al final de todo, tendrían la calma para estrechar manos más allá de cualquier resultado. Ni siquiera llegaron a compartir fotos con las banderas: Pichardo se juntó con Díaz Hernández, pero Díaz Fortun festejó solo.
El portugués, aún sin poder digerir la bronca por no poder con su adversario, sugirió que puede dejar la competencia. “No sé si acabo la carrera aquí. No sé, en mi cabeza está ya parar”, dudó al tiempo que se lamentaba por sus errores.
Tendrán que cruzar miradas, obligados, cuando suban juntos al podio. Debería ser todo un orgullo para la escuela de salto de la isla. Pero la realidad es que ninguno de los tres premios sumará para el medallero cubano. Y dos de “sus” atletas ni siquiera pueden mirarse a los ojos.
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