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Antonio Silio quiere que su legado sea más que sus récords
Todavía dueño de varias marcas absolutas nacionales, el gran fondista argentino de los noventa deja unos meses por año a su familia en España para organizar carreras en el país
NOGOYÁ, Entre Ríos.- Antonio Silio no levanta la voz, no gesticula. No necesita llamar la atención para que su palabra tenga peso propio. Es el mejor atleta argentino de las últimas décadas. Aún hoy, a los 48 años y a 14 de su retiro, tiene los récords nacionales de 5000 y 10.000 metros de pista, 10 y 15 kilómetros de campo, media maratón, 25 y 30 kilómetros y maratón.
A pesar de que ha pasado mucho tiempo desde entonces hay cosas que siguen doliéndole como aquel día, y sin embargo no se enoja, no quiere revancha. Le importa solamente que otros atletas no tengan que vivir lo que vivió él. "Siempre me facturaron el hecho de haberme ido solo a España, por mi cuenta, sin pedirle nada a nadie. Muchas veces no me pagaron becas, nunca tuve apoyo. Eso me afectó y mucho durante mi carrera. Fue un dolor que siempre tuve. Yo sabía que ellos querían verme fracasado, que me fuera mal. Eso es muy doloroso cuando viene de dirigentes del país de uno. Pero si no me hubiese ido a España, mi carrera habría sido una más. Habría tenido una trayectoria muy corta", suelta el ex fondista.
El fútbol lo apasiona tanto como el atletismo o más. Por eso, sin sacar la vista del televisor que pasa un encuentro de Barcelona, le da un sorbo al mate y continúa. "Yo voy a morir sin saber si podría haber ganado una medalla olímpica. Es una duda que tendré toda mi vida. Muchas veces no podía explicar a la prensa por qué no lograba una medalla. Yo sabía por qué era. Sabía cuál era el plus que los otros atletas tenían, pero no podía explicarlo a nadie. Estaba muy solo y no tenía apoyo. Yo corría para un club europeo, pero no era uno de ellos. Era un sudamericano que se metía entre ellos. Cuando fui subcampeón del mundo en Inglaterra nadie esperaba eso. Después de la carrera me hicieron un control antidoping, y al llegar a España vi en el aeropuerto que estaban esperándome para hacerme otro . Ellos sabían que yo estaba limpio y no entendían cómo les había ganado a sus atletas. El doping era un tema tabú en esa época; por suerte hoy está todo más controlado y se habla más del tema. Ésa fue una gran ventaja que di", comparte su pena tanto tiempo después.
El atletismo lo empujó a dejar su Nogoyá natal, donde vivía junto a sus padres y ocho hermanos, por Buenos Aires. Y luego lo llevó a vivir en España y conocer el mundo corriendo. Hoy, de nuevo por un tema de atletismo, tiene que dejar por un tiempo a su familia, que ahora se compone con su esposa, Jaqueline, y sus hijos, Nahuel y Matías, que viven en España. La causa vale la pena: dejar un legado que vaya más allá de sus récords.
"A través de la fundación Ñandú, que tiene como presidente a Carlos Sáenz, comencé a colaborar en la organización de carreras y de a poco fui metiéndome en esto, que tanto me apasiona. Por eso paso varios meses por año en Argentina, y otros en España. Ahora estamos ante un gran desafío, organizar los 42 K de Córdoba, un lugar que merece tener su maratón. Ahora que estoy en esto, observo más al atleta amateur que al de elite. Me gusta ver cómo la gente disfruta del recorrido, de hacer un poco de turismo. Por eso en la carrera va a haber grupos musicales y muchos incentivos, para que todos los corredores disfruten de la maravillosa experiencia de completar los 42 kilómetros", cuenta, casi a manera de invitación a participar.
Y se conmueve con un recuerdo: "Cada competencia en la que colaboro me veo reflejado en mis comienzos, cuando hacía dedo en la ruta para que alguien me llevara a los lugares donde se desarrollaban las carreras. Esa etapa, la de mis inicios, fue la que más disfruté. Aunque no tenía ni zapatillas para correr, cada vez que recibía una medalla me llenaba de orgullo".
-¿El auge del running puede ayudar al atletismo argentino?
-Me impresiona todo lo que se está generando. En mi época había 200 personas en una carrera de 10 k y hoy hay 15.000 en una maratón. Antes todo pasaba más inadvertido; muchas veces pienso que hoy se valora más todas las marcas que logré que cuando estaba en mi esplendor.
-¿Qué cambiarías en el atletismo argentino actual?
-El deportista tiene que saber que los buenos proyectos son a largo plazo. Si no se traza un plan de 8 o 10 años nunca vamos a progresar. Me entusiasma el entrerriano Federico Bruno, un chico muy joven que todavía no ha explotado su potencial. Hace unos meses fui a Barcelona a verlo; se desgató mucho en la serie y llegó muy cansado a la final. Creo que para mejorar tendría que estar compitiendo más en el nivel internacional. El paso de juvenil a mayor es el gran déficit del atletismo en Argentina. Se carece de conducción. Tenemos potencial en los atletas pero está todo a la deriva. Los dirigentes quieren ser más importantes que los atletas, cuando debe ser al revés. Ellos tienen miedo de perder protagonismo. En Europa a los ex atletas se los consulta permanentemente. Acá, lamentablemente, se hace todo lo contrario.
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