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La gira indoor de Matías Robledo genera llantos y controversias
El mejor velocista argentino del último lustro emprende su segundo viaje a Europa para medirse con los mejores del mundo en 60 metros, secretos del dueño de la velocidad que corre tras un sueño
Alma tiene tres años y llora, y llora, y llora. Todo el viaje llora, desde que se despidieron hasta que llegaron a su casa. Virginia, su mamá, tampoco tiene mucho ánimo para consolarla, ella también está un poco triste. Su marido, Matías Robledo, se fue.
“Robledo ya está en una etapa de adultez, tiene dos hijas, más allá de ser una decisión de él, eso te desgasta mucho”, explica serio su entrenador de toda la vida, Javier Morillas.
Matías Exequiel Robledo, campeón nacional de 100 metros los últimos cuatro años, el hombre que nadie logra vencer; se va del país -vuela lejos-, tras un sueño.
Lo espera Barcelona, Valencia, Madrid, quizás Bélgica. Lo espera una recta que (más allá del estadio cubierto que sea), siempre tiene 60 metros. Y en esa recta también lo esperan otros velocistas tanto o más rápidos que él. ¿Podrá este correntino de 27 años brillar en Europa como en Argentina? Lo descubriremos entre el 12 de enero, (donde debutará en Barcelona), y mediados de febrero donde, si hace una temporada brillante, podría ser parte del Campeonato Nacional de España. Lo que ya sabe Matías Exequiel Robledo, es que más allá de los llantos y los análisis duros, atrás deja un equipo que sueña junto a él.
Virginia cuando llegaron a la casa, le hizo la leche y le puso los dibujitos a Alma, “con eso se calmó”, asegura la madre. También Morillas explica la paradoja de que, si bien Robledo es marido y padre de dos hijas, “por otro lado, también tuvo la fuerza para empujar el año pasado en solitario y conseguir su gira indoor, eso allanó el camino a que este año junto con él fueran varios argentinos más”. Mucha polenta en las piernas del hombre más rápido de la Argentina para abrir el camino a través del charco.
Ese primera gira indoor de la que habla Morillas, y que también contamos en LNCorre, fue el puntapié inicial para que este año Robledo sueñe en grande. “Ahora la diferencia es notoria, el año pasado corrió demasiado seguido y eso lo terminó lesionando. En el 2017 la preparación fue más empírica, ahora llegamos mucho más fuertes”. Como todo buen entrenador, Morillas habla en primera persona del plural. El que va a correr es Robledo, pero el sueño lo tienen juntos.
Explica el entrenador del club Quirón, que en los 60 metros no es necesaria la resistencia a la velocidad que se requiere en la última parte de la carrera de 100 metros. Ahora es solo explosión y cruzar la línea, por eso la fuerza es el gran componente; por eso cualquier mínimo error arruina la carrera, en 60 metros no hay margen a nada.
“También tiene un aprendizaje táctico mayor”, aporta Morillas. Mientras que Virgina explica que Alma con un año más, entiende mejor que su papá se va muchos días, pero también comprende que la promesa está hecha, y que la vuelta papá trae un regalo.
Sesenta metros, seis mil centímetros, es corta la recta, pero son muchos los que corren en las piernas de Matías. Familia, entrenador, pero también la Lotería Correntina a través del Gobierno de Corrientes y el escribano Pablo Bazzi apoyaron el viaje, Diego Aldrey, argentino que vive en España (siempre hay un argentino en cualquier rincón del globo), va a dar una mano con las logísticas y traslados, y también Ñande Cable de Bella Vista (Corrientes) que sumó al proyecto. Está gira incluye 7 a 8 carreras, dependiendo de los resultados. “Esperamos capitalizar este año lo aprendido en el viaje anterior”, resume Morillas “no tengo duda de que podría ser un gran paso para ir al mundial indoor”.
Allí está el sueño final, correr junto a los mejores del mundo. Ir escribiendo su propia historia. “Tiene 27 años, no es tan grande todavía”, concede Morillas. Le quedan algunos años. Alma ya sabe que papá corre y viaja, pero todavía hay que seguir corriendo un poco más. En septiembre nació Mía, con casi cuatro meses, la segunda hija de Virginia y Matías aún no entiende la diferencia entre 60 y 100 metros y en cual distancia hace falta más resistencia a la velocidad. Aún hay que seguir corriendo, para que Mía también lo vea volar a papá.
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