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Atlético deja de pensar en el descenso y ya sueña con la Copa Libertadores
El Decano de Tucumán derrotó 2-1 a Huracán y saltó a la cima de la Zona 2; el Pulguita Rodríguez y Aliendro, sobre el final, hicieron los goles; descontó Mariano González; hace 28 partidos que no pierde en su estadio
SAN MIGUEL DE TUCUMÁN.- "La Libertadores es una obsesión" se hace grito. El Monumental José Fierro, la fortaleza de Atlético, se transforma en un ruego para ese puñado de jugadores que ilusiona a media provincia. Armado para evitar el único descenso que habrá en el semestre, el Decano ya consiguió 19 de los 20 puntos que planificaba para no pasar sobresaltos con el promedio. Con los deberes hechos, puede ser la hora para animarse a más.
Los tres últimos puntos, ésos que ganó ayer, Atlético los consiguió con dosis iguales de fútbol y sacrificio. También, una pizca de suerte, porque a un minuto del final, Rodrigo Aliendro se encontró con una pelota a metros de Marcos Díaz y pudo convertir. Un minuto antes, Espinoza había podido darle el triunfo al Globo. Así de trepidantes fueron los últimos compases de un partido que para los hinchas decanos tenía un sabor especial: Huracán, el rival, había sido el último en llevarse un triunfo del Monumental José Fierro, el 5 de noviembre de 2014. Pasaron 28 partidos. Unos 2520 minutos de fútbol ante su gente. Y ninguna derrota.
El equipo que dirige Juan Manuel Azconzábal, está visto, brinda algo más cuando tiene el apoyo de su público. Un extra de energía, una pizca más de inteligencia. Esa fue la diferencia que lo separó de Huracán y la explicación principal de por qué volvió a codearse con Lanús y Estudiantes en la cima de la Zona 2. En su casa, Atlético podrá tener lagunas -como la que transitó luego del empate de Mariano González, un lapso del partido en el que el Globo hizo temblar los cimientos del Decano-, pero siempre busca el triunfo. En la mayoría de los casos, los consigue: en 22 de los 28 encuentros que lleva invicto como local se quedó con los tres puntos.
Las razones del presente exitoso tienen nombre y apellido. Su jugador franquicia es el capitán y emblema, Luis Rodríguez. La Pulguita convirtió el primer gol de su equipo -llegó a los 99 festejos con la camiseta de Atlético, que ya es su segunda piel- y estuvo cerca de volver a anotar. El palo, en un tiro libre, y Marcos Díaz, arquero del Globo, más tarde, se lo impidieron.
Pero Atlético no sólo tiene el gol y el magnetismo de su capitán. Cuenta con la potencia de Menéndez (5 goles) y Zampedri. El aporte de Leandro González, que volvió a tener un buen partido. Las manos de Lucchetti, la seguridad de Bianchi y Sbuttoni. Y el trajín de Leyes.
La hinchada reconoce el esfuerzo. Tanto, que el festejo decano por el triunfo se prolongó hasta mucho después de que el árbitro Ariel Penel terminara el encuentro. Parte de la hinchada se trasladó de las tribunas al vestuario para celebrar cerca de los futbolistas. Lo importante era gritar, saltar, alentar. E ilusionarse por un presente futbolístico tan inmejorable como impensado.
Si Atlético festejó el éxito fue porque Huracán vendió su derrota a precio de oro. Al Globo empiezan a pasarle factura los kilómetros recorridos entre Copa Libertadores y el torneo local. Wanchope Ábila no afiló los colmillos y perdió cada batalla contra los zagueros de Atlético. Espinoza tuvo en sus botines el triunfo, pero se encandiló y decidió mal. Daniel Montenegro nadó en la intrascendencia. Sólo Mariano González, autor del gol, Mancinelli y Marcos Díaz dieron la talla.
Vencer al último rival que les había ganado en casa, regresar a la putna de la zona y ganar en el último suspiro del partido integran una trilogía irresistible. Atlético hizo todo eso. Y su gente lo celebró con una fiesta. Nadie puede quitarles el derecho a que se ilusionen.
La Pulguita es el símbolo de un equipo sólido
Compacto en cada línea
Atlético casi no mostró fisuras. Aunque su plan de juego se resquebrajó luego del gol de Huracán, siempre tuvo claro cómo ganar el partido. Desde la defensa hasta el ataque, el equipo dio muestras de aplomo. Atrás, Sbuttoni y Bianchi se turnaron para neutralizar a Ábila y Espinoza. Adelante, la Pulguita fue una pesadilla para sus marcadores. Al mediocampo, en el que sólo se destacó Leyes, fue la línea más floja.
Capitán decisivo
Luis Rodríguez hizo un gol y pudo haber marcado dos más. Otra vez se convirtió en el futbolista más desequilibrante de su equipo. Ayudó a sus compañeros, corrió y obligó al error. Llegó a los 99 goles con la camiseta de Atlético. Y va por más.
El trajín en el cuerpo
Huracán sintió en el físico el desgaste de los kilómetros acumulados. Aunque el parate por las eliminatorias debe haberlo beneficiado, varios de sus futbolistas no mostraron su mejor versión (Ábila, Montenegro, Arano). Pese a las limitaciones, no pierde jamás su estilo ni su identidad. El gol de Mariano González le dio aire y tuvo ocasiones como para silenciar con otro gol a la multitud que acompañó a Atlético. Las desperdició, y el equipo local, sobre el final, le hizo pagar esa falta de puntería con la derrota.
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