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Perú-Argentina: la selección le dio un pase al futuro con una idea, un triángulo, una revelación y la zona Messi
No hay fútbol sin pase. Ninguna conclusión será más poderosa que esa después de los primeros cuatro partidos de la selección en estas Eliminatorias. Los tres triunfos y el empate y la posición de privilegio en la tabla en este arranque son eso, datos fríos, que no necesariamente dicen demasiado. Lo que vale y le da sentido a un proyecto son los argumentos. Y la Argentina, en este cierre de un año especialísimo, cosechó en Perú una victoria clara con el plus de una enseñanza, que puede traducirse en una idea-fuerza: si los que juegan bien se juntan, la construcción de un estilo es más sencilla. ¿Ya lo tiene la selección? No de un modo reconocible, y allí podía advertirse la falta que, tal vez, Scaloni termine de corregir en esta larga pausa que viene: la noche de Lima entregó una noción de equipo organizado a partir de las sociedades ofensivas que hasta aquí no terminaba de cuajar. Será cuestión de convencerse para imaginar un futuro atractivo.
Se trató de un triángulo al que se sumó un invitado: Messi. El fútbol está repleto de situaciones así: ninguno de los tres vértices de esa figura había estado allí cuando la selección arrancó su partido ante Paraguay en la Bombonera. Tagliafico, lesionado, lo miró desde afuera; Nicolás González, la sorpresa de esa noche, había sido defensor; y Lo Celso entró al campo recién cuando se lesionó Palacios. Pero en Lima, cinco días después de aquello, crearon la mejor sociedad de la selección. Y desde ellos nacieron los argumentos que le dieron sentido a la victoria por 2-0.
Conviene detenerse en el chico de 22 años, surgido de Argentinos Juniors y que hace una semana no figuraba en las conversaciones futboleras alrededor de la selección. Le cabe la nota más alta de la noche a partir de un elemento decisivo: su determinación. Jugó en estos dos partidos como si llevara años como titular, y apenas suma dos oficiales, los últimos. Junta potencia con inteligencia, y sumó dos goles que no olvidará jamás. Si hay maneras de entrar en un equipo, difícil dibujar una más resonante que la que protagonizó el joven fogueado por Fernando Batista en la Sub 23.
Cuando el tal González anotó su gol a los 16 minutos, coronando un movimiento colectivo en el que participaron decisivamente sus otros dos compañeros (genial freno de Lo Celso antes del pase final), la Argentina era un equipo sin demasiado vuelo. Perú le había generado un pie a mano de Cueva ante Armani después de un pelotazo largo, incluso. No era que este remendado equipo de Gareca (sin una defensa estabilizada ni delanteros de jerarquía) dictaba el guion, pero el partido estaba todavía en ablande. Desde ese instante, cuando el futbolista de Stuttgart recortó y definió con decisión de zurda, el juego se inclinó.
¿Y qué rol jugó Messi en esa tríada mencionada? El capitán tuvo la lucidez para advertir que su retroceso puede ser beneficioso para los ataques si hay una continuidad colectiva que le dé sentido a su movimiento. El 10 leyó que Tagliafico-Lo Celso-González hacían estragos por izquierda y se arrimó a conversar con ellos y la pelota. Aquino y Yotún, los volantes más retrasados de Perú, lo perdieron de vista entre ese espacio impreciso que ocupaba Messi, y el símbolo del equipo argentino encontró cómo hacer daño. Su participación en el gol de Lautaro Martínez mostró algo que Scaloni quiere que ocurra con naturalidad: Messi bajó y Paredes saltó al espacio vacío para recibir del 10 y darle la asistencia a Lautaro.
Esa tendencia se mantuvo en la segunda parte, a favor del espíritu erguido y la sensación de que nada podría alterar el curso. Sirvieron, esos 45 minutos finales, para acrecentar el dominio, con Messi todavía más participativo y empeñado en conseguir su gol, que no llegó. Con Lo Celso dándole la razón a Mourinho, su entrenador en Tottenham: el fútbol de hoy no admite volantes que solo hagan bien una de las dos partes. Con González, la revelación, surcando la cancha con un par de arrancadas más hasta que se agotó. ¿Que Perú parecía entregado? También, pero a esa debilidad no había que darle aire. Y la selección, alrededor de la pelota, al final completó su versión más destacada del extraño 2020. Una de la que se llevó la letra aprendida: con el pase como bandera, habrá futuro.
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