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Ángel Di María, el romance y el adiós: la intimidad y las razones de una decisión tomada hace tiempo
Por qué no seguirá después de Qatar y cómo recuperó su lugar en la consideración de Lionel Scaloni; en la primera citación de 30 jugadores camino al Mundial, el rosarino no estuvo
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El 9 de marzo pasado, PSG estalló en mil pedazos: Real Madrid desnudó su fragilidad emocional y lo expulsó de la Champions League mucho antes de lo que se imaginaba la billetera qatarí. Al derrumbe deportivo, una lesión en el tendón de la corva izquierda le estrujó el alma a Ángel Di María. Faltaban apenas 16 días para el trascendental partido de la selección contra Venezuela, una cita imperdible para ‘Fideo’. ¿Por qué la urgencia si el choque no revestía ninguna importancia? Para Di María era vital, tenía esa fecha subrayada en rojo desde un tiempo atrás..., cuando descubrió que sería la noche de la despedida.
Sacó cuentas…, espió el horizonte y desde sus 34 años escribió: “Seguramente fue mi último partido con esta camiseta en la Argentina…” No se trató de un apresurado posteo en Instagram del rosarino. No. La idea rondaba su cabeza hace varios meses. Por eso el relieve que le había dado al cruce con Venezuela, por eso su esfuerzo por recuperarse de la lesión, por eso el ruego al cuerpo técnico de Scaloni para que no lo bajasen de la lista. Y por eso la desesperación por, al menos, integrar el banco en la Bombonera.
Todo lo que ocurrió después pertenece al mágico mundo Di María, ese cuento de hadas que nació en el Maracaná. Ese romance con la gente que tuvo otro increíble capítulo el viernes por la noche. Gol, asistencia y ovación. Segundo en el aplausómetro popular, únicamente superado por el ‘Enano’, como él le dice.
Vaya por tantos años de críticas y amargura, pero Di María no se engaña: se aproxima el final. Ahora sí se acerca, pero por decisión propia. Todas las veces anteriores, cuando las lesiones, los medios periodísticos y hasta los hinchas lo invitaron a irse, se rebeló. Fue contracorriente. Ahora siente que todos los desafíos que involucrarán a la selección después de Qatar le quedarán muy lejos. Ya es hora de, definitivamente, darle lugar a la siguiente generación. El adiós en la Argentina era el viernes. Y no pudo salir mejor.
“Si efectivamente fue su último partido en Argentina, realmente fue soñado. Di María hizo un gol, dio una asistencia y se llevó el reconocimiento de todo el estadio. No vi el posteo de Ángel, no sé si lo dijo por este año... Hace tiempo tuve una charla con ellos [por Di María y Messi] y les manifesté la idea de que sea el entrenador de turno el que decida cuando tienen que dejar la selección y no ellos”, confió ayer Scaloni. Ángel lo tiene más resuelto que Messi, pero tal vez en 2023 no quede ninguno de los mohicanos porque el capitán sembró la intriga.
Ellos son los sobrevivientes. Hasta hace un tiempo hubo once apellidos, algo así como un equipo. Con Lionel Messi como mascarón de proa, el mejor del mundo. Escoltado por espadas como Ángel Di María, Sergio Agüero, Javier Mascherano y Gonzalo Higuaín. Asistidos por Éver Banega, Sergio Romero, Lucas Biglia, Marcos Rojo, Ezequiel Lavezzi y Pablo Zabaleta. Once apellidos que marcaron una época, y apenas quedan ellos dos.
Di María se crió en la dificultad. Ya el debut en la selección mayor –6 de septiembre de 2008– le avisó que nada sería sencillo: llegaba de Pekín como campeón olímpico y creyó en él Basile, cuando ya tambaleaba el segundo ciclo del entrenador, en un partido por las eliminatorias contra Paraguay. En River. De volante por la izquierda, con Riquelme de enganche y Messi y Tevez de punta. Al entretiempo la selección se marchó en desventaja por un gol en contra de Heizne y lo habían expulsado a Tevez. Cambio en el vestuario: Agüero por Di María. Y el Kun rescató el 1-1. Ya pasaron casi 15 años y ‘Fideo’ dejó una huella, claro. Con 120 partidos marcha cuarto en el apartado de presencias históricas, y con 23 goles aparece séptimo en otro ranking que también gobierna el insaciable Lionel Messi.
Por estos días, Di María está conmovido por el público. Se pellizca, primero duda de que le esté pasando a él. Después, se convence de que es el premio a la perseverancia. Fideeeeeeeeeeeeo/Fideeeeeeeeeeeeeeo escucha y se emociona. “Si Leo insiste, intenta, no se derrumba… nosotros también debemos hacerlo”, contaba hace un tiempo, cuando regresaba ante cada llamado de la selección, pese a que sólo recogiera burlas y descalificaciones. Pese a quedar marcado por las lesiones que lo sacaron de las finales 2014/15/16. Mañana contra Ecuador, en Guayaquil, podría estar entre los titulares.
Diez golazos de Fideo vestido de argentino
Este mensaje de WhatsApp llegó del 2 de julio de 2018. “Aunque ya no había nadie, quise quedarme hasta el final. Por eso recién me voy hoy”, podía leerse. Habían pasado más de dos días desde la eliminación con Francia en el Mundial de Rusia, y Di María era el último jugador en marcharse de la concentración argentina en Bronnitsy. “¿Despedirme de la selección? No, no, cerrar jamás. Jamás voy a decirle que no a la selección, si me convocan estaré. A la selección nunca se le dice que no. Yo trabajaré para estar en la Copa América del año que viene”, completaba. Su plan ya estaba en marcha.
Y estuvo en la Copa América de Brasil 2019 para sumar otra decepción. Ahora sí, ¿había llegado el final? Desapareció del radar de Lionel Scaloni, que dejó de citarlo y ni lo incluyó entre los 30 argentinos del exterior que comenzaron las eliminatorias sudamericanas rumbo a Qatar 2022. Parecía extraño, porque Di María brillaba en PSG. Se le escurría la selección y explotó: “No lo entiendo, me rompo el oj… y no me llama. Si es por el recambio, entonces Leo [Messi] no tendría que ir más, lo mismo que Otamendi y el Kun... Lo hacés con todos o no lo hacés con ninguno”, se quejaba en público. Hubo una charla telefónica con el entrenador, hubo lágrimas de ambos lados de la línea telefónica. Y volvió. Pero como uno más, sin portación de apellido ni beneficios de inventario. Messi hay uno solo.
Volvió Di María, enamorado y obsesionado con la selección. Ya entonces repetía una frase: “Seguir cuando crees que no puedes más es lo que te hace diferente a los demás”, murmuraba. No la pronunciaba con arrogancia, sino desde la rebeldía. Se la había robado al personaje de Rocky Balboa, que en el primer capítulo de la saga pugilística, también agregaba: “La vida no se trata de la fuerza de tus golpes, si no de la fortaleza de tu carácter”. Di María quería pelear por un lugar que sentía que era de él. Contra las sospechas, contra los murmullos. Igual quería exponerse.
Después de tantas decepciones –y horas de terapia, y llantos con su mujer Jorgelina–, esta vez la apuesta funcionó. Patriota en el Maracaná, el 10 de julio de 2021 entró en la inmortalidad futbolística. Ahora sí, ¿había llegado el final? “Nooo, ahora voy por Qatar”, le advertía a LA NACION tras quebrar el, embrujo de 28 años. Qatar se convirtió en su obsesión final. Ojo que Di María es testarudo cuando se propone algo. Claro que ahora asumió que asoma una fecha de vencimiento. Pero la eligió él.
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