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Andre Agassi, el rebelde que siempre quiso llamar la atención
Quería llamar la atención y ser el centro de la reunión. Se le notaba en la cara. Lo manifestaba en los diálogos con sus rivales. La causa benéfica, una exhibición en Indian Wells entre cuatro monstruos para recaudar fondos para Haití, era el escenario perfecto para volver a ser el gran protagonista, como en aquellos viejos tiempos. Su archirrival le dio el pase gol. Empatados 4-4, Pete Sampras sacaba 40-0, y dijo: "Estamos ganando". Era la primera vez en el set que la pareja Sampras - Federer estaba arriba en el marcador. Andre Agassi, quien jugaba con Rafael Nadal, levantó el telón para montar su propio show y pinchó a Pistol Pete: "Siempre te tomás todo en serio, ¿no?". Tras una doble falta, Sampras recogió el guante e hizo una imitación del andar de Agassi, con pasos cortos bien parecidos al de un pingüinito. El público lo ovacionó. La cara de Andre delataba su mal humor. "Decí algo", lo toreó Pete. Y a Agassi se le escapó la tortuga. Con los bolsillos fuera del pantalón, recordó la fama de tacaño de Sampras. Ya lo había contado en Open , su autobiografía. Tras encontrarse casualmente en un restaurante, cada uno con su grupo, Sampras se va antes. Cuando Agassi decide retirarse, apuesta con Brad Gilbert, su coach, que Pete le dejó menos de cinco dólares de propina al responsable del estacionamiento. Agassi recibe su auto, hace la pregunta y el chico le responde: "Dejó apenas un dólar y me pidió que se lo diera al que realmente le había manejado su coche" Andre remata su relato diciendo que "él y yo no podíamos ser más diferentes". En enero de este año, Sampras ya había expresado su malestar por esta referencia. "Evidentemente, no lo conocía tan bien a Andre cuando competíamos en el circuito. Ahora que estamos viejos, lo conozco mejor. A él siempre le gusta separarse del resto, para bien o para mal"
Probablemente el libro no sea justo con Sampras pero sí es imprescindible para nosotros. Mis amigos de Random House Mondadori deberían editarlo en castellano. Empieza por el final, por la previa de su partido contra el chipriota Marcos Baghdatis por la segunda ronda del US Open 2006. Todos creen que ese será su último partido. No lo será. Ya había anunciado su despedida tras aquel torneo. A su mujer le dice Stefanie, nunca Steffi, un apodo del periodismo que la alemana nunca soportó. Cuenta sus dolores de espalda que a veces lo obligan a dormir en el piso. Se baña dos veces antes de un partido. Su segunda ducha es más larga. Dura más de veinte minutos y, para motivarse, recuerda los triunfos más importantes de su carrera. ¿Saben quién es el primer tenista nombrado por Agassi en su libro? El argentino Franco Squillari, el gladiador de Deportes Racionales. Andre lo derrotó en la primera ronda de Roland Garros 99, el año de su consagración en París. "Pesadilla", le dice Brad Gilbert. "Te tocó Squillari, probablemente el más duro rival no preclasificado". Tras superarlo en cuatro sets, un eufórico Agassi le grita a Gil Reyes: ¿"Viste a esa sucia rata acalambrarse"? No es el única mención a tenistas argentinos. En 1988, vino al país a jugar Copa Davis. Yo fui testigo, diría Arturo Bonín. Tras la victoria de el gran John Mc Enroe a Guillermo Pérez Roldán, le toca jugar el segundo punto del viernes contra Martín Jaite. Era una paliza, dos sets arriba y 4-0 en el tercero. Martín mete un buen primer saque y Andre lo agarra con la mano. Recuerdo la silbatina de ese día de julio. Agassi también. Esa tarde, les dijo a los medios que siempre había deseado hacer algo así. En su libro, aclara que en realidad tenía mucho frío y no pensó lo que hizo. "No fui arrogante, fui estúpido". Desde 1986 hasta 2006, Andre Agassi se enfrentó con absolutamente todos los grandes. Desde Connors hasta Federer, desde Mancini hasta Nalbandian. Vale la pena repasar la lista de nacionales que han jugado por lo menos una vez contra él. Todos, salvo uno, tienen historial desfavorable. Jaite (2-4), Horacio De la Peña (0-1), Javier Frana (0-1), Hernán Gumy (0-1), Alberto Mancini (1-2, pero le ganó la final de Roma ’89), Peréz Roldán (1-3), Gastón Etlis (0-1), Mariano Puerta (0-1), Mariano Zabaleta (0-3), Guillermo Cañas (0-1), Franco Squillari (0-2, las dos en Roland Garros), Juan Chela (0-3), Gastón Gaudio (1-4), Agustín Calleri (1-2, pero lo surtió en Miami 2004), Guillermo Coria (2-5, pero descolgó su póster en Roland Garros 2003) y David Nalbandian (0-1 en el Masters de Houston 2003). El único argentino que no tiene récord negativo contra Agassi en veinte años de profesionalismo es Franco Davin, actual entrenador de Del Potro. Hay un triunfo por lado, el de Franco en Tampa ’92. Hay referencias sobre Puerta y Coria pero la más fuerte es para Etlis, actual coach de Brian Dabul. Primer rival en Australia ’96, donde Agassi defendía el título, Pulpo lo puso contra las cuerdas. Le ganaba dos sets a uno y tuvo chances para dar el gran golpe. Pero se le escapó. "Ni siquiera tiene pinta de tenista. Se parece a un maestro suplente. Es doblista pero juega singles porque milagrosamente se clasificó. A un tipo así, normalmente le gano en el vestuario con una sola mirada". Andre estaba enojado. Meses atrás, había tenido un histérico ataque de celos por una escena de su novia Brooke Shields en Friends, una de las series más exitosas del momento. En un cameo, Brooke debía lamerle la mano a Joey, uno de los protagonistas. La escena se grabó dos veces, con Agassi en el set. Pero tras la segunda toma, abandonó el lugar, agarró el auto, manejó desde Los Angeles hasta Las Vegas, llegó a su casa y rompió todos los trofeos que había ganado desde su primer título (Itaparica ’87). " You cannot be serious ", diría el gran Johnny Mac. Pero el propio Andre lo cuenta en su libro. En Open , hay lugar para el amor. Su primera novia Wendy, el affaire con Barbra Streisand, la tormentosa relación con Brooke Shields que empezó vía fax porque ella estaba grabando en Sudáfrica y, finalmente, la "love-story" con Graf. Agassi la persiguió silenciosamente desde 1992, el año de su primer Grand Slam en Wimbledon. Pero recién concretaron en 1999. Es un lindo tramo del libro. El "tengo novio" de ella, las flores de él y los dos entrenadores haciendo gancho. Tras sus respectivas consagraciones en Roland Garros, Brad Gilbert y Heinz Gunthardt arreglaron un encuentro "casual" en Aorangi Park, el lugar de entrenamiento para Wimbledon. Agassi le regaló una tarjeta de cumpleaños y ella prometió llamarlo. Pasaban los días y nada de nada. Hasta que sonó el celular. "Tengo novio", volvió a decir ella. Era un piloto de carreras con el que llevaba seis años de relación. Pero al final de la charla, Stefanie aflojó. Le dio su número de teléfono y un sí para una cena en San Francisco. Luego compartieron un día de playa, compitieron en una carrera de 800 metros sobre la arena y ahí empezó todo. ¿Quién ganó la carrera? Ella, por supuesto. El final del libro le pertenece a Stefanie a puro romanticismo en una cancha de tenis de Las Vegas.
"Odié al tenis con secreta pasión", dice al principio. Su padre Mike, nacido en Irán, lo sometió a un trato despótico. Construyó una máquina, llamada "El Dragón", que le lanzaba pelotitas desde su bocaza. "¡Pegale fuerte, pegale antes, mejorá la volea!", era la banda de sonido que se escuchaba en la casa de Las Vegas. Lo obligaba a pasar 2.500 bolas por día, 17.500 por semana, 1.000.000 por año. "Los números no mienten. Un chico que pasa un millón de bolas por año será invencible" Cuando su hijo le ganó a Ivanisevic la final de Wimbledon ’92 (Agassi cuenta todo de aquel partido), papá Mike no lo felicitó en el diálogo telefónico. Pero tras haberle espetado un "debías haber jugado mejor en el cuarto set", no pudo hablar más y se largó a llorar. Aquel éxito en el All England fue el único Slam que consiguió bajo la tutela de Nick Bolletieri. Andre le dedica más de un capítulo a su vida en la Academia de Bradenton, donde fumó marihuana, se hizo raros peinados nuevos, se peleó con Jim Courier y, gracias a un oso panda que se había robado de una feria y que le encantó a la hija de Bolletieri, logró mejores condiciones de entrenamiento. Su gran coach fue, sin dudas, Brad Gilbert, cuyo libro "Winning Ugly" es la Biblia para profesionales y amateurs. No analiza ni un solo golpe desde lo técnico pero revela cuán importante es el aspecto mental de este deporte y explica cómo mejorar el tenis desde la cabeza. Lo recomiendo fervorosamente. Con Gilbert, Agassi completó su álbum de Grand Slam y llegó a ser el número uno del mundo, para cumplir con el mandato de su padre. Ya era su entrenador en aquel infame 1997. Tras haber tocado fondo con el puesto 141º del ranking, deciden jugar challengers. Uno en Las Vegas y el otro en Burbank. Agassi se asombró ante el contraste con los torneos ATP. Unos meses atrás, su amigo Slim le preguntó si quería sentirse bien arriba. Y le ofreció tomar Crystal Meth, una droga en polvo. "Te vas a sentir como Superman", le aseguró. "Nunca me sentí tan vivo y con tanta energía" confiesa Agassi. No durmió durante dos días. Se casó con Brooke Shields, se bajó de Roland Garros y perdió con Rafter en los octavos del US Open. Tras caer en primera ronda en Stuttgart, le llega la noticia del doping. La muestra de orina contiene rastros de Crystal Meth. Debe escribir una carta alegando su inocencia. En aquel momento, había tres tipos de sustancias prohibidas. En la Clase 1 estaban las que mejoraban el rendimiento deportivo con dos años de suspensión. Crystal Meth pertenecía a la Clase 2, drogas sociales. Al escribir su carta, asesorado por abogados, Agassi miente. Admite que las drogas estaban en su sistema pero asegura que nunca tomó. Argumenta que al haber bebido del vaso de su amigo Slim, ingirió la droga sin querer. Recién en abril de 1998, la ATP lo declaró inocente. Aceptó su explicación. Caso cerrado. "Nueva vida". El relato deja en evidencia a la ATP y a su código de conducta. Recordemos que el contexto es bien diferente en la actualidad con la presencia intimidante de la WADA (Agencia Mundial de Antidoping) y los controles sorpresa que los tenistas consideran degradantes. ¿Por qué Agassi quiso contar todo esto y exponer a la organización que le salvó la carrera? Quizás porque nunca pudo vivir en paz con ese secreto. Sea cual fuere la causa, el tipo llamó la atención. Como cuando se puso extensiones para disimular su calvicie, cuando eligió los pantaloncitos de jean y cuando filmó el comercial de Cannon con la frase "La imagen es todo". En Open, sentencia que Federer es el mejor de la historia. Rogelio lo derrotó en su última final de Grand Slam en el US Open 2005. Quince años atrás, había perdido su primera, contra el ecuatoriano Andrés Gómez en Roland Garros ’90. Sin piedad, desprecia a Connors (Mac Enroe también lo hizo en su autobiografía) y destroza a Chang y a Becker. Curiosamente, Benjamin Becker, alemán y con nombre que empieza con B como el gran Boris, fue su último rival. Le ganó en cuatro sets, lo sacó del US Open y lo "retiró" del tenis. Tras la derrota, Agassi ocupó el centro de la escena y dio un largo discurso de despedida.
Después de conocer a Nelson Mandela en 1997, decidió crear una fundación. Se llama Andre Agassi Charitable Foundation , que ha recaudado más de 90 millones de dólares para su propio colegio el Andre Agassi College Preparatory Academy, la aclamada escuela de primaria y secundaria para chicos carecientes situada en Las Vegas, su lugar natal. Su obra filantrópica ha sido destacada por todos los presidentes estadounidenses aún vivos.
Desde 1987 hasta 2005 (19 temporadas), ganó por lo menos un título en todos esos años, salvo en aquel 1997. Campeón olímpico en Atlanta ’96, tres veces campeón de Copa Davis (’90. ’92 y ’95), ocho títulos de Grand Slam con las cuatro figuritas, 60 torneos de ATP, Andre Agassi es una leyenda viva del tenis. Su libro Open merecía ser contado. ¿Por qué lo escribió? Quizás, el reciente episodio con Sampras nos ayude. Tras haber sido humillado en público, Sampras le pidió perdón a Barack Obama por ser corto con sus propinas y le tiró un pelotazo al cuerpo a su archirrival, al que le ganó 20 de 34 partidos y 4 de 5 finales de Grand Slam. Agassi se arrepintió. Dijo que había intentado ser gracioso y que se había equivocado. Le pidió perdón a Sampras vía mensaje de texto y en varios reportajes difundidos por los medios. No hubo respuesta, por lo menos pública. El propio Roger Federer admitió su incomodidad en ese momento caliente. Vía Twitter, Andy Roddick prefirió rescatar el valor benéfico de la exhibición: "Se recaudó un millón de dólares para Haití. Fin de la historia". El periodista Peter Bodo, co-autor de la autobiografía de Sampras A Champions Mind , acusó a Agassi de romper un código no escrito del tenis: no traicionar a tus rivales en público. "¿Qué es peor: dar solamente un dólar de propina o andar diciéndole a todo el mundo que tu compañero de ruta es un tacaño?", se pregunta Bodo.
¿Por qué escribió este libro imprescindible, lleno de revelaciones? ¿Por qué hizo semejante papelón en público delante de 18.000 personas y tres monstruos? Valió la pena demorar esta nota sobre Open . Gracias a Indian Wells, le encontramos un sentido a todo. Evidentemente, Andre Agassi, un grande entre los grandes del tenis, siempre quiere llamar la atención.
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