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Análisis táctico del River-Boca: el show del pelotazo no funcionó para el "doble 9" de Alfaro
Más allá de que Gustavo Alfaro sorprendió con la formación en el superclásico ante River (la mayoría pensaba que Tevez iba a ser titular ante las bajas de Zárate, Wanchope Abila y Salvio), lo cierto es que desde el planteo se observó algo esperable. El estilo del entrenador de Boca es más cercano a lo que se vio en los últimos cinco partidos que en todos los partidos jugados en el primer semestre de 2019. Al principio, Alfaro estuvo condicionado por el armado de un plantel heredado de Guillermo Barros Schelotto, más propenso al 4-3-3 y un ataque con wines que al 4-4-2 con una tendencia a una mayor solidez defensiva.
Alfaro está a mitad de camino en Boca. Y esto no tiene que ver con los tiempos que lleva como DT xeneize o los partidos dirigidos, sino con una identidad que intenta aplicar pero que todavía no funciona como debería. Muchas veces las estadísticas no reflejan demasiado, pero en este caso sí: el récord con la valla invicta que Esteban Andrada consiguió ante River (869 minutos) destronando nada menos que a Antonio Roma es un indicador de lo que Alfaro pretende para Boca, un equipo sólido y compacto. De todas maneras, que busque eso no significa que lo haya conseguido.
#SuperclásicoTNTSports | ¡Respondió Boca! Alexis Mac Allister tuvo la más clara del Xeneize.#River [R] #Bocapic.twitter.com/o4bh7xdDwn&— TNT Sports LA (@TNTSportsLA) September 1, 2019
Los mejores partidos de su ciclo fueron en la llave ante Paranaense (en Brasil y en la Bombonera) y en la ida ante Liga de Quito, en Ecuador, por la Copa Libertadores. Pero más allá de la cantidad de encuentros con el arco en cero de Andrada, no siempre jugó bien defensivamente. El último ejemplo se vio en el Monumental: si bien no recibió goles, Boca estuvo lejos de jugar bien incluso defensivamente. Encontró algunos cruces salvadores en Lisandro López, Izquierdoz y Marcone y por momentos defendió con 7 futbolistas dentro de su área, pero si Nacho Fernández (el más claro en la generación de juego) hubiera estado un poco más preciso para el último pase o Suárez, Pratto y Borré para la definición, la historia hubiera sido otra incluso teniendo en cuenta el buen presente de Andrada.
No solo en el trabajo defensivo se notó que Boca se quedó a mitad de camino: en la ofensiva, apenas generó dos situaciones de riesgo, un remate cruzado de Mac Allister y el tiro libre de Tevez que Armani mandó al córner. ¿Cuál fue el plan de ataque? Apostar todo a los pelotazos para el doble 9 compuesto por Franco Soldano y Jan Hurtado. En total, desde Andrada hasta el último compañero xeneize, entre los envíos largos para que ellos pudieran ganar un balón en las alturas, aguantaran el respaldo de los volantes (algo que casi nunca sucedió) o ganaran algunas infracciones (algo que apenas pasó 6 veces) recibieron 45 pelotazos (24 Soldano y 21 Hurtado, que fue reemplazado a los 14 minutos del segundo tiempo por Villa).
El problema fue que jugaron tan forzados y en inferioridad numérica Hurtado y Soldano, que el exGimnasia apenas pudo rematar una vez al arco de Armani y el exUnion ninguna. En la jugada de Mac Allister fue Soldano quien le devuelve el pase, pero poco más. Bastante terminaron haciendo entre ellos ya que casi no tuvieron ofensivamente ningún respaldo de los volantes, salvo cuando Mac Allister dejó la banda izquierda y se cerró como mediapunta, pero duró unos minutos. Las características de los medios elegidos por Alfaro le quitaban (también) probabilidades de éxito a ese respaldo.
Boca arrancó con el sistema 4-4-2, pero con los minutos Soldano (N° 9 de alma) se reubicó como volante por la derecha. No es la primera vez que Alfaro apuesta a que un centrodelantero haga el sacrificio de retroceder como mediocampista externo: antes lo había hecho con Zárate en Quito, ante Liga, como volante por la izquierda en un 4-1-4-1, y lo mismo aplicó con el propio Soldano ante Banfield, por la Superliga, hace una semana. Son decisiones que tienen que ver con el estilo Alfaro, por más que el DT se haya sentido condicionado por las bajas por lesión y el contexto adverso que viene sufriendo Boca ante River.
Mientras River no paraba de desdoblar gente, haciéndose ancho y con Casco proyectándose como doble 5, con diagonales por dentro, Boca solo se preocupaba por defender y abroquelarse. No recibió goles (aunque eso no haya sido sinónimo de que haya defendido bien) y tampoco los pudo hacer. Lo segundo, con tantos pelotazos y balones divididos, era mucho más improbable que sucediera, más allá de los voluntariosos esfuerzos de Soldano y Hurtado.
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